—Por supuesto.
—Ahora mandará a uno de sus oficiales a la vicaría. Les informarán a los feligreses lo que ha sucedido y cerrarán la casa para que nadie pueda robarse nada.
—No creo que nadie de la aldea intente robarnos— comentó Idylla.
Después de unos momentos, preguntó en un tono diferente:
—¿No han encontrado... el cuerpo del abuelo?
—Todavía no, pero el alguacil ha ordenado su búsqueda. Como sabes, la marea puede haber arrastrado el cuerpo hacia el mar, en cuyo caso tal vez aparezca en otra playa.
—Comprendo.
—Hay algo que quiero preguntarte— dijo el Marqués—, ¿en dónde guardaba tu abuelo el registro de la iglesia? Allí están asentados todos los nacimientos, matrimonios y muertes.
—En la sacristía. Lo encontrarás en el último cajón de un armario, donde el abuelo guardaba sus s
