—Era moreno, de nariz larga y voz de persona educada. No pude verlo muy bien, porque no entró en la habitación y llevaba el sombrero calado hasta las cejas.
—¿Y qué dijo?
—Dijo que había habido un error y que la mujer enferma había sido llevada a tierra firme. Y añadió que deberíamos regresar inmediatamente.
—¿Y no le hiciste ninguna pregunta?
—Parecía tener mucha prisa y creo que también el abuelo pensó que no deberíamos perder tiempo si alguien se estaba muriendo. Así que nos apresuramos detrás de aquel hombre, que caminó rápidamente hasta el sitio donde se encontraba un bote.
—¿Un bote diferente al que les había traído a la isla?
—Sí. Era un poco más grande. Nos subimos y el hombre empezó a remar, pero no como yo esperaba, en dirección de Goldhanger, sino atravesando el río.
—¿No
