CAPÍTULO OCHO Chris no sabía qué estaba pasando. Un segundo antes estaba en el despacho de la Señorita Obsidiana, escuchando cómo le advertía que un fracaso en esta próxima misión daría lugar a que lo mandaran a un horrible infierno, y un instante después estaba aquí… donde fuera que estuviera. A su alrededor, Chris solo veía oscuridad. Se sentía muy tranquilo, un poco como si estuviera durmiendo. En su mente empezaron a proyectarse unas imágenes. Veía agua, turbia y revuelta. Después olió ese horrible hedor a aguas residuales. El miedo se apoderó de Christopher cuando se dio cuenta de golpe de dónde estaba. ¡El Río Támesis! ¡No! ¿La Señorita Obsidiana lo había vuelto a mandar a ese sitio horrible? ¿Y si toda esta segunda misión había sido alguna clase de trampa elaborada, un modo de