Capitulo I.
Casa del General Adolf Hitler, Alemania, 1945.
Una reunión se realizaba en la oficina del gran führer. Hitler mostraba los planos a los nuevos guardias del campo de concentración #26, no podía faltarles nada para poder tener en orden a los judíos.
- Son 20 hectáreas que deberán vigilar, si un asqueroso judío se les escapa, serán quemados con ellos. Además, solo son mujeres podrán arreglárselas –todos rieron –si las mujeres quieren oponerse a las reglas, basta con un par de golpes para que se compongan, pueden utilizar sus armas contra ellos, cuando quieran. No mato a todos los judíos de una sola vez porque son los únicos que tienen que ponerse a trabajar, nosotros los alemanes puros, debemos de disfrutar de nuestra nacionalidad –Hitler saco una lista –aquí está el trabajo de cada uno individual, hagan todo bien y serán recompensados. El área está a un par de kilómetros lejos de la casa por lo que se quedaran aquí con habitaciones individuales –Adolf aplaudió y todo se colocaron rectos y estiraron su brazo hacia delante
- ¡Hail Hitler! –dijeron todos al unísono
Adolf se largó sin más y se quedaron en el salón para poder ver cada quien la lista.
Niklaus Gallagher no era un alemán puro, al principio le costó adaptarse, pero luego pudo arreglárselas con todo lo que le ponían en frente. Niklaus era un irlandés de 26 años que había tenido que entrar a las filas de los nazis junto con su padre y hermano porque su padre ayudo a Hitler en un ataque sorpresivo, le dio refugio y conoció a toda la familia, y termino tomándola como suya. Lo único bueno es que recibe muchos beneficios de ello. Lo malo fue que lo obligaron a pintarse el cabello a rubio para que se pareciera más a ellos y no hubiera ninguna rivalidad.
- Gallagher –dijo su buen amigo Baum
- Kohl –le asintió
Fuimos tan suertudos para ser elegidos para el campo de las mujeres, será más fácil y además, podremos cojernos a alguna –sonrió Baum
Niklaus rio.
- Lo que sea, sabes que puedo meterme en problemas si me tiro a alguna
- ¿Por Estela?
- Es la maldita sobrina de Hitler, podría matarme o peor rostizarme –susurro Niklaus
- ¿Realmente están juntos? –pregunto Baum
- Follamos –se encogió de hombros –mi error. Estaba enamorada de mí. Es sexo gratis ¿sabes?
- Por supuesto que lo sé –rio Baum -¿el führer lo sabe?
- No estoy seguro, aunque creo que si –asintió Niklaus
- ¿No te preocupa?
- ¿Olvidas quién soy? Adolf me trata como si fuera su hijo y alardea que soy el mejor de todos en las reuniones con jefes de otros Estados. No me hará nada y no me haría nada, creo que esta feliz con ello
- ¿Estas contento de tomarla siempre?
- Me estoy aburriendo, quizá deba de decirle que es momento de seguir el camino separados
Se carcajearon, mientras Heim se acercaba a ellos.
- Niklaus te toco lo mejor –negó con su cabeza de indignación
- ¿Dónde estaré?
- Cuartos de las mujeres y cuando no estén ahí puedes moverte de tu posición
- ¿Quién es mi compañero? –frunció el ceño
- Si, esa parte no es tan buena –vacilo Heim –estas con Schneider
Baum rompió a carcajadas.
- Eso, amigo, es el karma. ¡Te dije que no tomaras mis mierdas!
- Schneider no puede ni armar su propia polla –sonrió Heim divertido
- Juro que lo matare si me deja todo el trabajo a mí, solo por ser un cercano a Stalin, no puede hacer esta clase de cosas, las "estrategias" ni son buenas ni creo que sean reales, para suerte de Adolf, siempre estoy para mejorarla, tomando algo de ella para salvar el culo de Schneider, no volveré hacerlo, tendrá que arreglárselas solo
- Te dije desde un principio que dejaras de ayudarlo, pero tu seguiste haciéndolo –dijo Baum
- Ahora si va enserio –negó Niklaus con su cabeza
- ¿Dónde voy yo? –le pregunto Baum a Heim
- Portón principal
- j***r, ese es el peor, no me gusta aguantarme ir al baño
Niklaus rio.
- Lo siento por ti, amigo –sonrió Niklaus
Baum le dio un empujón.
- ¿Qué hay de ti, Heim? –pregunto Baum
- También cuartos –asintió Heim
- ¿Y porque dijiste que tenía suerte si tú también estarás allí?
- A ti te toca el cuarto de las mujeres de 16 a 20 y a mí me tocan las pequeñas asquerosas judías de 8 a 15
Baum y Niklaus se rieron.
- Te tocara limpiar mierda
- Cierra la maldita boca, Gallagher
Niklaus sonrió y se encogió de hombros.
- Esto será divertido, puedo sentirlo –sonrió Baum
Heim hizo como si cargaba un arma invisible y se disparaba en la cabeza.
- Movámonos, quiero conocer a cual de todas voy a tomar primero –sonrió Baum
- Consígueme a una, no soy de los violan a niñas que no saben hacer nada –dijo Heim
- Tenlo por seguro –sonrió Baum -¿Y tú Niklaus? ¿Quieres que te encuentre a alguien?
Niklaus negó con su cabeza.
- Puedo arreglármelas
- ¿Estela? –pregunto Baum
- Que se vaya a la mierda
- ¡Así se habla!
La mano derecha de Hitler, entro por la puerta, Bobby Gallagher se detuvo al ver el desorden que provocaban todos.
- ¡Silencio, idiotas! –grito Baum
Todos voltearon a ver y se callaron.
- Encontramos un zona con varios judíos, me llevare a alguno de ustedes para lograr revisar todas las casas –Niklaus, Baum y Heim se levantaron sabiendo que a ellos los elegiría –Giesler, Baum, Heim, Niklaus, Penz, Westerman, Zumpt y Achenbach
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- En grupos de cuatro, señores –dijo el suboficial nazi que comandaría esa operación
- Agarremos a Rosenstock –dijo Heim
- ¿Te nos unes? –pregunto Niklaus a Rosenstock que estaba sentado enfrente de el
- Por supuesto –se dieron la mano
- Vayan saliendo –grito el suboficial nazi
Saltaron del camión sin ningún problema y trotaron a diferentes casas.
- Baum, quédate afuera vigilando –dijo Rosenstock
- Claro –corrió a pararse a un lado y cargo su MP44
Los otros tres entraron a la casa, no se escuchaba ni un pequeño sonido. Niklaus sonrió.
- Solo hay niños aquí –dijo Niklaus
- ¡Wow! ¡De casería! –grito Heim emocionado y salió corriendo a la segunda planta
- Ve con el –rio Niklaus –revisare aquí
- Hecho –dijo Rosenstock y se fue detrás de Heim
Niklaus entro a la cocina y comenzó a abrir todos los cajones, y al no encontrar nada interesante entro por otro pasillo, la madera del suelo estaba vieja y cada vez que daba un paso crujía. Era lo más irritante que Niklaus no podía aguantar, abrió una puerta pero no encontró nada, literalmente, estaba completamente vacío. Fue hacia la siguiente puerta y tampoco había algo, y casi pasa de largo un pedazo de madera que estaba movido. Se agacho y lo levanto, estaba oscuro así que saco su lámpara y una chica salto hacia arriba, derribándolo y se fue corriendo. Niklaus se levantó y maldijo mientras la perseguía, ella corrió al segundo piso. Los gritos de unos niños se escucharon arriba, así que Rosen y Heim los habían encontrado.
Niklaus se tropezó en una peldaño de la escalera y tomo el tobillo de la joven mujer, la jalo y ella grito tratando de escaparse, pero Niklaus era más fuerte y grande, era imposible que lo lograra, en realidad debería de darse por vencida, pero ella seguía aruñando la madera. Niklaus se levantó y se colocó encima de ella, agarrandola de las manos para que no lo golpeara, le dio vuelta para que lo mirara.
- ¡Quédate quieta!
- ¡Suéltame! ¡Suéltame! –gritaba golpeándolo con los ojos cerrados
Niklaus apreto con mayor fuerza las muñecas y la detuvo. Ella empezó a llorar.
- ¡Quédate, maldita sea, quieta! ¡No vuelvas a escapar de nuevo!
- Por favor, déjame ir, por favor –sollozo
- ¿Quién son los niños?
- No lo sé –chillo –solo necesitaba un lugar y ellos estaban solos, así que me quede
- Vamos, levántate –Niklaus se paró sin soltarla y la jalo para que se pusiera sobre sus pies – ¡Si han termino! ¡Vámonos!
Heim y Rosenstock aparecieron con dos niños y una niña, uno de los varones tenia sangre en la boca. Heim lo tiro al suelo y murmuro: "Hijo de puta".
- Mira lo que tenemos aquí –sonrió Rosenstock mirando a la chica de abajo hacia arriba – ¿Cuántos años tienes, preciosa?
- 21 –susurro
- Deliciosa –sonrió Heim a Rosenstock
- ¿Vamos a llevarnos a los niños? –pregunto Niklaus
- No, solo a ella –dijo Heim
- Podemos matarlos afuera –dijo Niklaus y levanto a la chica, y la puso en su hombro tan rápido que ella no pudo ni reaccionar, así que solo se agarró de su uniforme para no caerse, no podía hacer más nada para evitar que se la llevaran a un campo, estaba perdida, como no habia estado comiendo durante dias, no se sentia con fuerza de pelear más
Todos caminaron hacia afuera. Rosenstock y Heim dejaron en el suelo a los niños y se colocaron alrededor con sus armas. Niklaus bajo a la chica y se volteo para apuntarle a los niños.
- ¡No lo hagan! ¡Llévenlos! ¡Se los suplico!
Los demás la ignoraron pero Niklaus no pudo evitar mirar sobre su hombro hacia ella.
- Por favor –susurro
- Lo siento, pero definitivamente no sabes lo que estas pidiendo –dijo Niklaus y volteo de nuevo hacia los niños
- ¡Disparen! –rio Baum
Apretaron el gatillo y termino el juego para los niños.