Stefano Hemos llegado a Barcelona, estás largas horas de viaje me he estado haciendo el dormido, he pensado las respuestas al largo cuestionario de Minerva, de cómo hacer que me diga la verdad, de cómo regresar a Roma de nuevo. Sus hombres me llevan a la oficina en aquella tienda falsa de ropa, me meten directo por la puerta trasera conduciéndome aquel sótano testigo de muchos trabajos sucios. Y ahí estaba esa mujer con un vestido verde entallado, con maquillaje demasiado cargado que acentuaba como siempre con su labial rojo. - ¡Cariño, me has tenido muy preocupada!, ¿En qué estabas pensando?- me dice con una voz dulce. - ¿Preocupada?, Preocupada de que no tendrías quien te mantuviera a flote el negocio dirás - le digo con tono sarcástico. - ¡No digas eso cariño, si soy tu madre y