Narra Lena. Ethan habló con Lucas y otros hombres dejándome a merced de mi entrometida madre. Eventualmente logré sacudirla a ella y a mis tías. Melissa se me acercó después. —Es abrumador, ¿no?—dijo —Si—dije. —¿Estás bien? Puedes decirme si no lo estas. Ethan es mi hermano, pero primero soy una mujer. —Estoy bien, se ha portado bien—respondí. Ella me dio una pequeña sonrisa. —Me alegro. Pero recuerda: no dejes que te convierta en algo que no eres tú. Nuestro mundo necesita chicas como tú. Le devolví una sonrisa. Eran casi las ocho de la noche cuando finalmente llegamos a la entrada de la mansión de Ethan, un magnífico edificio de piedra rojiza de dos pisos con columnas blancas que sostenían el porche, marcos de ventanas blancos y viejos árboles torcidos en el jardín delantero