[GIANNA]
Llego a mi casa con ganas de huir de todos, y es que he tenido uno de los peores días de mi vida en la escuela. Apenas entro, doy un portazo cerrando la puerta principal, y simplemente continúo corriendo rumbo a mi habitación, cuando choco con alguien que hace que termine cayendo al suelo. No quiero mirar hacia arriba por temor a que sea mi hermano, no deseo que me vea llorando de esta manera. No tengo ganas de preguntas, ni consejos, solo quiero echarme en mi cama a llorar.
—Lo siento, no te vi— Escucho la voz de un chico que no conozco, y al levantar mi mirada, me quedo sin aliento.
—¿Quién eres? — Consigo preguntar, aunque a pesar de mi empañada mirada, me quedo hipnotizada con esos ojos negros profundos que parecieran poder mirar dentro de mi alma.
«Es increíblemente guapo» Pienso y siento que puede darse cuenta de todo lo que estoy pensando.
—Soy Dante, amigo de Amadeo, ¿tu? — Cuestiona y cuando estoy a punto de responderle, escucho los pasos de alguien bajando la escalera.
—¡Dante, olvidaste este libro! — Oigo que le dice mi hermano y con tal de que él no me vea llorando, sigo corriendo hacia mi habitación ignorando por completo al chico.
Me cruzo con mi hermano en la escalera, pero ni siquiera lo miro a la cara consiguiendo así que él me reclame por mi actitud. Con mi corazón agitado y la tristeza aun apoderándose de mí, cierro la puerta lo más rápido que puedo y me dejo caer en mi cama después de que mi mochila del colegio cayera al suelo. Tapo mi rostro con una almohada y tan solo libero esta tristeza de adentro queriendo que la tierra se abra en dos y me trague. No entiendo porque los chicos son tan crueles, «¿acaso soy tan fea?» me pregunto en medio de mi tristeza y por momentos siento ganas de no salir nunca más de aquí.
—¡Gianna! — Escucho de repente la voz de mi hermano.
—¡Vete Deo, no quiero hablar con nadie!— Me quejo mientras de que me escondo entre los almohadones de mi cama.
—¡Ábreme antes que le diga a mamá! — Insiste y si hay algo que no quiero es que él hable con ella.
Bastante molesta por la situación, me levanto de la cama y voy hacia la puerta para abrirle —¿Qué quieres? Déjame tranquila— Le digo apenas abro y su mirada de confusión no se aparta de mí.
—¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué lloras?— Me cuestiona preocupado.
—Solo he tenido un mal día en la escuela, ¿Qué quieres?— Vuelvo a cuestionarle.
—¿Te han hecho algo malo? Si es así debes decirle a mamá y papá— Presiona.
—¿Qué quieres?— Respondo sin darle detalles.
—Iré al parque con Dante, ya sabes que mamá quiere que te cuide cuando no están, pero no quiero quedarme aquí en la casa, ¿vienes?— Me explica y lo miro con desgano.
—No tengo ganas de salir, además hay que cuidar a Ciara— Pongo como excusa.
—Mamá la llevo con ella, dale ven, te vendrá bien salir de aquí— Insiste y respiro profundo.
—Voy a hablar con papá y mamá, no me gusta que deba hacer lo que tú quieres— Advierto.
—Soy el hermano mayor, así que vamos— Ordena y me toma de la mano para que me levante de la cama.
Sin muchas más opciones, me levanto de aquí, tomo mi cuaderno de notas, y salgo del cuarto con él mientras que me quito las lágrimas que aún empañan mis ojos —¿Vamos?— Escucho la voz del chico una vez más al llegar al primer piso de la casa y a pesar de mi tristeza, levanto mi mirada para volverlo a ver.
—Si, ya nos podemos ir— Habla Deo y lo miro como preguntándole si no nos va a presentar —Dante, ella es mi hermana Gianna— Dice y me mira —Gianna, él es uno de mis mejores amigos Dante— Nos presenta y yo solo me lo puedo quedar mirando ya que me parece increíblemente guapo.
—Hola— Me dice sonriente y se acerca para saludarme con un beso en la mejilla que me hace poner nerviosa.
—Hola, un gusto— Saludo y de pronto el sonido de un balón rebotando en el piso me hacer regresar a la realidad.
—Vamos que se nos hace tarde para el partido con los demás— Anuncia mi hermano quien una vez más me hace ir a uno de sus aburridos juegos, aunque en esta ocasión no creo que sea tan malo… «su amigo es interesante» Pienso y sonrió por dentro dándome cuenta de que él tal vez me haga olvidar un poco el desplante que me hizo Paolo hoy en el almuerzo.
Este chico sin duda alguna es más guapo que Paolo, aunque ¿a quién quiero engañar? Él tampoco se fijará en mí, después de todo soy tan solo una chica más del montón a la que solo se la conoce por ser una Mancini. Eso sin contar que este chico es unos años mayor que yo… —¿Cuántos años tienes Dante? No tienes 15 como mi hermano, ¿o sí? — Averiguo y niega mientras que vamos saliendo de la casa.
—¿Por qué lo dices? ¿Acaso no parezco de 15?— Inquiere y siento vergüenza de haberle dicho eso.
—No lo sé, eres alto…— Trato de excusarme, aunque dudo que haya podido disimular mi curiosidad.
—Cumplo 15 en 3 días— Me responde y está claro que jamás le hará caso a una niña tres años menor.
—Oh— Es lo único que puedo decir.
—Le diré a tu hermano que te lleve a mi fiesta de cumpleaños, será divertido, ya verás— Comenta y luego se aleja de mi para ir con Deo quien saluda a Giulio, quien los esperaba afuera de la casa.
—Ya están todos esperándonos— Anuncia Giulio y lo saludo rápidamente.
—Entonces démonos prisa— Sugiere Deo y sin más todos se echan a correr haciendo que yo deba seguirles el paso hasta llegar al parque.