1 ESTUVO CERCA “¡Oh, maldita sea, chica! ¿En qué te has metido esta vez? Pensó Lek mientras se despertaba una vez más.
Hasta el momento, no había dormido mucho esa noche. Su "novio", Ali, todavía dormía y los vapores que salían de su boca abierta le decían que debía haber estado muy borracho la noche anterior. El a no se había dado cuenta en ese momento, ya que ella misma había estado bastante distraída. Aunque su trasero todavía palpitaba donde Ali había tratado de agarrarla y la había golpeado en su frustración por no poder manejarlo.
Podría pedirle a uno de los muchachos que lo procesara por eso, pensó con cierto grado de satisfacción, o incluso denunciarlo a la policía. Decidió que lo haría, si estuviera magullada.
Sin embargo, esa noche le había parecido un hombre tan agradable. Simplemente demostró que nunca se sabe.
Quería levantarse e irse, pero no le habían pagado los 1.000 baht que habían acordado; sin embargo, tenía miedo de que se despertara en caso de que quisiera intentar hacerlo de nuevo. No estaba en la naturaleza de Lek sacar el dinero de su bolsil o y escabul irse, aunque ya era legítimamente suyo. No había nada más que quedarse al í despierta, atenta, dejándolo dormir y esperando que el sueño lo pusiera en un mejor estado de ánimo cuando despertara. Lek le dirigió una mirada furtiva más y se preparó para una
larga espera. Eran las 5:35 a.m. y no podía esperar razonablemente que despertara mucho antes de las 9:00 a.m.
La noche anterior, Lek estaba trabajando en "Daddy’s Hobby", un bar de Beach Road, cuando un árabe de treinta y tantos años, Ali, se sentó. Las cosas habían estado muy tranquilas para ella hasta entonces, aunque la mayoría de las otras chicas estaban "fuera".
Lek se había acercado a él para tomar su pedido y hacerlo sentir como en casa, como había hecho con otros clientes miles de veces antes. Lek y Ali se habían presentado y Ali había pedido una botella de whisky "100 Pipers", agua con gas y hielo. En cuestión de minutos y con la habitual hospitalidad árabe, él le ofreció una copa y ella aceptó agradecida. Después de todo, había pensado, nunca se sabía a dónde podían conducir las cosas, se estaba haciendo tarde y ella estaba más que un poco aburrida.
Al recordar los acontecimientos, Lek pensó que había visto algunas señales de peligro incluso en esa etapa inicial. ¿Por qué no había escuchado sus instintos? Siempre la habían ayudado tan bien antes. Ali ya había estado bebiendo antes de que él l egara a su bar; ella lo había notado, pero luego él había pedido una botella de whisky. No era inusual ver a los árabes bebiendo alcohol, pero él estaba bebiendo esta botella demasiado rápido e insistiendo en que ella lo siguiera. Tal vez "insistir" era una palabra demasiado fuerte, pero ciertamente quería que el a fuera a trago a trago con él y no quería aceptar un "no" por respuesta.
Habían terminado la botella y Ali le había preguntado si "le gustaría ir a comer algo", una de las muchas expresiones de código en su profesión, que podría conducir a un empleo nocturno bien remunerado.
Y a veces incluso una comida también.
El a había aceptado, pero en lugar de ir a un restaurante o a su hotel, la había l evado a una discoteca ruidosa, donde parecía conocer a un grupo de otros árabes. (El a nunca había averiguado de dónde venía en realidad porque su inglés era pobre y su árabe no existía; lo había adivinado de Abu Dhabi).
No conocía el establecimiento, pero estaba demasiado l eno y era demasiado ruidoso para su gusto. Los baños también olían mal y Ali se estaba comportando "raro" frente a sus compañeros, luciéndose; luciéndola; pero también luciéndose en general. También había comprado otra botella de whisky y bailado de una manera extraña, tirando de ella un poco demasiado, manoseándola, mordiéndola incluso, exhibiéndola frente a sus amigos.
Entonces debería haberlo visto venir todo, pensó. Diez años en Pattaya le habían enseñado mucho, pero aún podía ser demasiado tonta para escuchar su voz interior. A veces, de todos modos. Si no hubiera sido una persona tan bondadosa desde su nacimiento, Pattaya podría haberle hecho cosas terribles a su carácter.
¿Debería escuchar ahora? ¿Levantarse, vestirse y escabul irse, renunciando a los 1.000 baht? ¡No! ¡Maldita sea!
El a sonrió para sí misma: "Maldita sea" era un juego de palabras con lo que había intentado hacerle anoche. ¡El idiota! ¡Pero no había podido manejarlo! Y que le sirva bien, ella no le tenía simpatía. Él no había dicho que quería sodomía, si lo hubiera hecho, ella no habría ido con él. Bueno..., no por 1.000 baht de todos modos, bromeó consigo misma.
Habían salido de la discoteca después de una hora más o menos, alrededor de la 1 a.m., y habían regresado a su hotel con sus amigos a cuestas. Por suerte, no habían querido entrar con ellos, pero se habían reído y bromeado de una manera extraña a pesar de que ella no podía entender lo que decían.
Le habían dado una palmada en la espalda y le habían guiñado un ojo a ella de manera sugerente. Inmaduros, había pensado en ese momento, pero todavía extraño para los chicos de su edad. Quizás habían llevado vidas protegidas. Tal vez era la primera vez que saboreaban la libertad lejos de su aldea y de la mirada atenta de sus mayores. Ella había visto el mismo tipo de comportamiento de algunos aldeanos tailandeses en su primer viaje
a la Ciudad del Pecado, también conocida como la Ciudad de la Diversión, Paraíso o Pattaya, dependiendo de su perspectiva moral. De todos modos, finalmente habían l egado a su habitación y todo parecía volverse un poco más normal. Ali ciertamente estaba borracho, pero ella también. Ali le ofreció una ducha y ella aceptó la oferta.
Él le dio una toal a limpia y esperó afuera a que terminara y mientras ella se metía en la cama, él también se había duchado. Todo había vuelto a la normalidad, había pensado, podía manejar eso ahora, estaba de vuelta en territorio familiar. Luego apagó la luz y se dirigió a la cama, tropezando con un zapato o algo en el proceso. Él había murmurado algo en árabe, ella se había reído y luego él se había subido a la cama y se había vuelto raro.
Fue difícil de explicar. Le había arrancado las sábanas, pero sin lastimarla. Ciertamente la había asustado, pero no demasiado. Al principio, de todos modos. Luego la había arrojado sobre su frente y, poniendo un brazo alrededor de su cintura, había levantado su trasero hacia él.
Está bien, había pensado: a la manera de los perritos, ¡eso le gustaba! Sin embargo, estaba tratando de ponerlo donde no le gustaba y se estaba enojando porque ella no estaba cooperando. Había empezado a murmurar en árabe de nuevo y le había empezado a golpear el trasero con fuerza como un vaquero sobre un cabal o en las películas. Muy duro, demasiado duro. ¡Qué mierda! Quizás iría a ver a los chicos sobre él. ¡El maldito!
De todos modos, después de 10 minutos más o menos, se había derrumbado en la cama junto a ella sin lograr su misión. Había dicho algo indescifrable y aparentemente se había ido a dormir bastante rápido. Lo había visto todo antes: el tipo toma unos tragos, se pone cachondo, bebe demasiado, no puede levantarse y culpa a la mujer en su vergüenza.
¡El maldito! Aunque no hay necesidad de ponerse violento, pensó.
Muchos hombres eran como niños pequeños en la cama, con sus egos y rabietas y su orgul o herido tan fácilmente. Un día, encontraría un buen hombre que quisiera cuidarla y amarla y… que no estuviera casado, sonrió.
El a se quedó al í, preguntándose si él la había magul ado o si incluso la había hecho sangrar. ¡Oh, esperaba que no! ¡Pero ella le haría pagar, si lo había hecho! Sin embargo, ella no era del tipo vengativo y pronto se aburrió planeando actos huecos de venganza que sabía que era muy poco probable que l evara a cabo.
Pasó la hora del día, bueno, la noche, y pronto se durmió de nuevo por enésima vez esa noche.
Ali podía sentir a alguien a su lado cuando se despertó, pero no podía recordar quién era ni siquiera de qué sexo. Se había despertado de cara a la persona, pero aún no había abierto los ojos. Decidió darse la vuelta, dándole la espalda a su acompañante, mientras echaba un vistazo furtivo. Por favor, que sea una mujer, pensó. Realmente no quería que sus colegas de la plataforma petrolera lo atraparan con un muchacho. Los había visto de camino a casa anoche, ¿no es así?
Oh, por favor que sea una mujer, se repitió a sí mismo mientras rodaba. ¡Oh, gracias a Dios por eso! ¡El a también era muy guapa! De hecho, era muy guapa y estaba en el mejor momento de su vida, a finales de los veinte, juzgó. Oh, podría caminar alto frente a sus compañeros más tarde y presumir de sus habilidades. No recordaba muy bien lo que habían hecho y, por el momento, no le importaba. Sentía la boca tan seca como la arena del desierto. Tenía que conseguir un poco de agua y un par de aspirinas muy pronto.
Levantarse seguramente la despertaría, pero ¿cómo se l amaba? ¡Oh, mierda! Aun así, podía presumir a esa, ¡al menos no era un hombre o un muchacho!
"Lak, Lek, Lik", reflexionó. Sonaba familiar. Se decidió por el del medio, ya que era el hijo del medio de tres. ¡Por Alá! Decidió hacerlo y saltó de la cama, recogiendo una toal a mientras se dirigía al baño. A salvo dentro, se bebió un vaso de agua, tomó las aspirinas y se sentó en el inodoro para recuperarse. Se había movido demasiado rápido y le daba vueltas la cabeza. ¡Qué noche debe haber sido!
No es de extrañar que el profeta Mahoma desaconsejara el alcohol, que en sí mismo era una palabra árabe, si no una invención árabe. Sería un buen musulmán de ahora en adelante, se dijo y no volvería a beber nunca más. Sus padres y las Escrituras tenían razón.
Abrió la ducha y se quedó allí sentado mirándola correr durante unos minutos, mientras trataba de reconstruir sus movimientos de la noche anterior.
Le había gustado uno de los bailarines katoy en un pub l amado "Night Fever" en Boys Town e iba al í siempre que podía alejarse de sus amigos. Había estado allí anoche, pero seguramente, ¿no le había hablado? No, sabía que era demasiado tímido para "salir del armario" en esta etapa de su vida. Entonces, había vagado por un tiempo y entró a un bar tranquilo y vacío en su camino de regreso para encontrarse con sus amigos.
Al í es donde debe haber conocido a Lak, Lek, Lik, razonó. Oh sí. Había tenido una botella de whisky encima de lo que ya había bebido. Estaba empezando a volver a él cuando se metió bajo la ducha y el agua fría comenzó a quitar algo de la niebla y algo del dolor.
Luego fue a encontrarse con sus amigos, aunque con un par de horas de retraso, y compró otra botella de whisky a modo de disculpa. Todos habían tenido una buena noche y se habían ido por caminos separados. Eso fue todo, ¡no hubo daño! Saldría ahora, sonreiría a Lak, Lek, Lik; le daría lo que pidiera, dentro de lo razonable y todos serían felices. Se secó bruscamente y abrió la puerta.
El a estaba sentada en la cama con las sábanas apretadas alrededor de ella hasta el cuello, mirándolo directamente a los ojos. Tenía la mirada asustada de un conejo atrapado en un reflector. Le ponía nervioso, pero no sabía por qué.
"Buenos días, Luaek", murmuró, tan audazmente como se atrevió. "¿Dormiste bien?"
“Mi nombre es Lek,” hizo un puchero, “y no. No dormí bien. Quisiste fol arme en el culo y no me gusta. ¡Me pegaste demasiado! No estoy feliz. Tal vez vaya a la policía y les diga sobre ti. La policía te l eva a Monkey House y los hombre te fol an en el culo y no te gustará, lo mismo que yo”.