Miseria desesperada. Lúgubre tristeza. Abyecto abatimiento.
Se quitó la ropa y entró en la ducha. El agua corriente a menudo le aliviaba el ánimo.
Primero se limpió el maquillaje en el espejo y buscó donde él había leído las palabras
"PROSTITUTA". ¡Debía estar estampado en alguna parte de su frente! Esa era solo la primera vez que le pasaba algo así, pero se preguntaba si siempre sería así a partir de ahora.
¿Podrían los hombres adivinar qué las mujeres se habían prostituido? ¿Iba a ser para siempre una marginada entre la "gente decente"?
Se metió bajo la ducha y se quedó al í mucho tiempo. Hasta que razonó que tenía que
salir de allí y apresurarse a ir al trabajo. "TRABAJO", ¿sería esa palabra la perdición de su vida a partir de ahor
