—¡Eso no es cierto! —Protestó Emely con severidad—. Ian me quiere, me toma con mucha seriedad. —Pero qué ingenua eres —gruñó la mujer entre dientes—. Ya sabía yo que eso de estar dándote trabajo era mucha maravilla, solo quería aprovecharse de ti. —¡Ian no se está aprovechando de mí! —¡Cállate ya! —¡Si se estuviera aprovechando, no me estaría pagando la universidad! Las atrapó un silencio y el semblante de la mujer se volvió confuso. —Ian me ama —dijo Emely con los ojos llenos de lágrimas—, quiere lo mejor para mí. Yo no pasé a la universidad y él accedió a pagarme la matrícula en una privada. —¡¿No pasaste a la universidad?! —la señora abrió la boca con impresión. —No, no pasé el examen de admisión, pero sí voy a estudiar en la universidad, solo que no en esa —Emely subía