—Mamá, sabes que si dejo de trabajar volveremos a llenarnos de deudas —informó Emely, sin dejar de ver su plato de comida—. Ian ha sido muy bueno conmigo. —Lo sé, y le agradezco muchísimo —aceptó la mujer—. Pero sabes que no me gusta para nada que estés trabajando, quiero un mejor futuro para ti. Mírame, ¿qué tal que no hubiera buscado otro empleo? ¿Qué tal que me hubiera quedado limpiando baños en aquella empresa? Cuando yo había hecho mi técnico, sólo porque una vez no encontré trabajo y me resigné a quedarme en ese lugar… Por eso te digo, hija, necesitas algo mejor. A Emely le gustaba que su madre estuviera tan positiva gracias a su nuevo trabajo, pero sabía que aquella mujer era impulsiva. Ella no podía arriesgar su trabajo, no jugaría con la economía de su casa. Gracias a esa esta