Al momento de huir, Tahiel les pidió a las hadas que camuflaran su olor y también el no ser sentido por su papá, pues, sabía que él tenía mayor oportunidad de encontrarlo. Las hadas cumplieron con su trabajo e hicieron a Tahiel difícil de rastrear. Este se alejó todo lo que pudo de su casa, llegando así al supuesto jardín blanco, nombre que el mismo Tahiel apodo al lugar por tener la densa nieve cubriéndolo. Sus pasos ahora eran calmados, la nieve caía con fuerza y el frio poco a poco se iba sintiendo cada vez más. Fue mala idea ir a la parte nevosa del bosque, pero era su lugar favorito, dónde no muy lejos había una pequeña cabaña en un árbol, cabaña construida por Nowan cuando Tahiel cumplió los tres años.
-¿Por qué tenía que nevar tan fuerte justamente hoy?- murmuró frotando sus brazos
