Había tomado ya mi tercer mojito mientras Isabela ya se había tomado ya el quinto después de comer, habíamos hecho una lista donde primero ella quería ir el museo del sexo, un museo famoso en New York pero lo que menos pensé era que la señora le gustaría ver aquel lugar, también quería ir al museo de tatuaje y hacerse uno pues en su juventud nunca se pudo hacer uno. Después quería teñirse el cabello de rubio y al final ir a un bar clandestino que era famoso por sus tragos y sus….regalos sorpresa por no decir que eran stripers. -Isa usted es una mujer muy salvaje. -Niña siempre he sido salvaje, mi esposo también lo es pero se tuvo que controlar para parecer un buen hombre de negocio. -Bien es temprano, así que debemos ir al museo de los tatuajes. -¡Vamos! Aquella señora parecía una ad