1. Se acabó
Título: Mi vida sin ti
Autor: Nancy Rdz
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Código de registro: 2108269041449
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Era la víspera de año nuevo mi madre había organizado una enorme cena familiar, estaba nuestra familia más cercana y amigos, la familia de Ernesto el novio de mi hermana, incluso la familia de Marisol la amiga de mi hermana que es novia del primo de Ernesto.
Mi madre estaba como loca buscando a Sara, al parecer salieron de casa sin avisar a donde iban y ya casi nos sentábamos a la mesa para cenar.
No era del tipo de persona que se considerará muy sociable, me sentía muy incómodo en medio de tanta gente y más cuando la mayoría eran invitados de mi hermana con los cuáles no tenía algún tema de conversación, me senté en uno de los sofás de la sala de estar cerré mis ojos lentamente dejando que mi memoria divagará proyectando imágenes de las vísperas de año nuevo pasadas, el primer recuerdo que vino a mi mente fue cuando le pedí a Marion que fuera mi novia hace ya ocho años, éramos casi unos niños, yo tenía 15 años y ella 14, recuerdo que los nervios se apoderaron de mí cuando me anime a besarla por primera vez, sin embargo ella siempre fue muy comprensiva conmigo a pesar de que era extrovertida y le gustaba asistir a fiestas sin importar si fueran familiares o no, siempre me hacía sentir cómodo a su lado. Recuerdo aquella niña con la que crecí jugando a lado de mi hermana y de su hermano, era tierna, tenía unos grandes ojos color miel que brillaban con intensidad, su sonrisa era la más linda que había visto jamás y su cabello entre castaño y pelirrojo hacía juego con lo intenso de su personalidad. Desde entonces siempre estuvimos juntos en las buenas y en las malas, siempre pensé que nuestra relación era fuerte y estable, hasta hace unos meses que me mudé con ella y todo comenzó a cambiar para después empeorar, a veces llegaba irritada de su residencia en el hospital ya que estaba a punto de graduarse como médico general, teníamos planes de casarnos a futuro cuando ella obtuviera su título, yo tenía poco que me había graduado y ya estaba trabajando. Con el tiempo vinieron más problemas cuando Diego su hermano comenzó a buscar a Sara de nuevo, ellos eran ex novios, Marion amaba de más a su hermano y siempre lo justificaba por todos sus actos cosa que él para nada era un angelito, varias veces le pedí que no se metiera en problemas ajenos, que dejara que las cosas tomarán su propio curso, pero no me hizo caso. Nuestra relación se quebró tanto que terminó por pedirme que me fuera del departamento. Habíamos terminado una relación de ocho años.
Sentí como mi corazón se apretó de dolor, la extrañaba demasiado, habían pasado casi cinco meses desde la última vez que la vi, a pesar de que manteníamos contacto por mensajes de texto siempre evitaba tocar el tema de un posible regreso. Sabía que Marion estaba en Montenegro porque había venido a visitar a su familia para las vacaciones decembrinas, pero no la había visto desde que regresó, no sabía si se quedaría aquí a trabajar en la clínica de su padre ahora que ya había terminado su residencia, antes ese era su plan, que los dos regresáramos para continuar nuestra vida en la ciudad que nos vio nacer, pero ahora todo era confuso ya no sabía nada de ella.
- Hola, ¿puedo sentarme? - escuché una vocecilla que me hizo despegar la mirada de la pantalla de mi celular. Hace unos segundos acababa de enviar un mensaje de texto a mi ex novia Marion, “ex” resonaba en mi cabeza.
- Claro – dije al ver que se trataba de la hermana de mi cuñado Ernesto. Ya había visitado dos veces Montenegro, aunque por uno o dos días, no había tenido la oportunidad de cruzar palabra con ella, pero por lo general las personas no solían desagradarme. En ese aspecto era muy sencillo.
Sabía que se llamaba Karla porque mi hermana lo había comentado durante un día en que todos estábamos reunidos para la comida. Era una joven muy atractiva, llevaba su melena castaña clara un poco más larga de la altura de los hombros, sus ojos eran marrones, sus facciones afiladas y delgadas, al igual que su silueta. A simple vista Karla era una chica alegre y divertida, las veces que la he visto siempre está bromeando con Ernesto aunque al parecer a él no le agradan mucho sus bromas, tal vez sea por eso que casi siempre me ha tocado verla con Erik su primo.
Al momento de sentarse a mi lado en aquel enorme sofá pude oler el aroma de su perfume, era una combinación entre flores y vainilla, pude identificar el jazmín ya que mi madre tenía arboles de jazmín en nuestra casa. Era un aroma agradable.
Le sonreí por instinto al notar que no me dejaba de observar.
- ¿Qué clase de nombre es Ciro? - preguntó entrecerrando los ojos. Su pregunta me tomó por sorpresa, mi nombre era poco común, pero por lo regular no estaba acostumbrado a que me preguntarán sobre él.
Me encogí de hombros.
- No lo sé, creo que una vez mi madre lo escuchó en algún lugar al que asistió por ello es que me puso así - le respondí con sinceridad y era verdad no había un tras fondo en la elección de mi nombre.
Sacó su celular de uno de los bolsillos de su falda negra con lentejuelas doradas, no me había percatado de lo corta que era hasta que cruzó sus piernas frente a mí.
Mientras tecleaba algo en su celular traté de desviar la mirada de sus piernas para no parecer grosero, aunque la vista era muy natural y no podía negar el hecho de que me atrajeran las chicas lindas, estaba en mi naturaleza de hombre.
- El nombre masculino Ciro significa joven y sol, aunque su sentido sería el iluminado o el que lo ilumina todo. El origen del nombre Ciro es persa y proviene del griego Kýros. Por tanto, Ciro es un nombre muy antiguo y con historia. La personalidad de Ciro es inconfundible. Destaca por valentía e impulsividad. Ciro es un hombre ambicioso y luchador. Por eso este nombre se asocia al liderazgo y la fortaleza. Ciro es de ideas fijas, sabe lo que quiere y va a por ello.
Con la familia, Ciro es protector y bondadoso, sin embargo, tiende a ser independiente e individualista.
En cuanto al ámbito laboral, dado su interés por el ejercicio de poder, Ciro se decantará por la policía, el ejercito o la justicia. - no podía creer todo lo que leyó sobre mi nombre, ni yo lo había buscado antes – mmm... ¡interesante! ¿Tu personalidad es así?
Sus ojos avellana estaban abiertos completamente y me veían sin pestañear.
- Algunas cosas tal vez se parece en mi manera de ser - dije sólo por obligación, ya que era la visita de mi hermana.
- ¿Cómo cuáles? - replicó apoyando su mano en la mejilla como si se preparará para escuchar una historia que le agradaba. Tarde noté que estaba muy cerca de mí, sentía como nuestra ropa rozaba entre sí.
- Soy muy independiente e individualista - dije con voz tajante. Encendí nuevamente la pantalla de mi celular para saber si Marion ya había contestado el mensaje, pero nada.
- ¿Cuántos años tienes Ciro? - soltó la pregunta.
- Veintitrés - contesté.
- ¡Tenemos la misma edad! - Exclamó en un tono extraño de alegría.
¿Qué? Cuando esta conversación se volvió un interrogatorio, comenzaba a desesperarme, no estaba acostumbrado a que me hicieran tantas preguntas, más aún, no estaba de humor por el hecho de que Marion me estuviera ignorando.
Abrí la boca para decir algo cuando sentí como mi celular comenzó a vibrar, era un mensaje de texto, “te veo en el kiosko de la plaza principal” los latidos de mi corazón se aceleraron al instante ¡Quería verme!
- Karla, tengo que irme, disculpa – le dije sin esperar una respuesta de su parte, me puse de pie tan de prisa como pude y salí de casa.
Tenía inmensas ganas de ver a Marion, ella era el amor de mi vida, la persona con la que un día soñaba casarme. Mientras conducía pensaba en que si ella decidía intentarlo de nuevo yo estaba dispuesto a olvidar los últimos meses que estuvimos separados, lo que más deseaba era abrazarla y besarla.
Aparqué frente a la plaza sin ningún problema, era la víspera del año nuevo las calles estaban vacías, todas las personas estarían en casa con sus familias, la noche se sentía fría y húmeda, podía ver como salía un hilo de humo por mi boca cuando exhalaba, mi respiración se volvía más agitada a cada paso que daba, no sabía si ya estaba en el kiosko o tendría que esperarla, según mis cálculos su casa estaba más cerca que la mía.
Caminé con prisa aquel camino de adoquín donde a los extremos había bancas de herraje donde las personas solían sentarse los domingos a disfrutar del día soleado de Montenegro, este sendero me conducía directo al kiosko, cuando estuve frente a él, respiré profundo y subí las escaleras hasta la plataforma superior, ahí estaba de pie recargada al barandal mirando fijamente hacia la iglesia del pueblo, al parecer no se percató de mi presencia. De espaldas se veía hermosa como siempre llevaba puesto un abrigo color rojo que le llegaba hasta las rodillas, zapatos altos negros, lo que más me llamo la atención fue que su cabellera castaña ya no estaba, se había teñido el cabello de rubio claro.
- Hola – dije tragando saliva de la emoción que sentía de estar nuevamente frente a ella.
Se giró lentamente, cruzamos nuestras miradas, di dos pasos hacía ella para estar más cerca. Pude observar que por el interior de su abrigo abierto llevaba puesto un vestido brilloso color dorado que hacía juego perfectamente con su piel clara.
Sonrió tímidamente emitiendo un dulce “hola” de su boca. Sus mejillas se volvieron rosas al instante. Este sentimiento era parecido a la primera vez que nos dimos un beso.
- Marion te ves hermosa – dije conteniendo todas mis ganas de abrazarla.
- Gracias, tú también estás igual de apuesto como siempre – desvió su mirada – Ciro yo... estoy saliendo con alguien - sentí como si cien camiones pasaran sobre mí el dolor de sus últimas palabras taladro con fuerza mi cerebro.
- ¿Qué? - grité con furia, no podía creer que estos últimos ocho años los hubiera olvidado tan fácil saliendo con alguien más, la imaginé besando a otro, mientras que por mi cabeza nunca cruzó la idea de olvidarla, cada día que pasaba pensaba en ella porque la amaba.
- Ciro... - musitó avergonzada – yo no lo paneé, salgo con Demian hace unas semanas apenas, yo aún te amo, pero pasamos nuestros años de adolescencia y juventud en una relación que desde un principio siempre fue muy formal, tenía catorce años, fuiste mi primer novio y nunca pude experimentar estar con alguien más, no conozco otra relación más que la que tuve contigo. Me da miedo casarme contigo y que con los años todo se vuelva monótono y aburrido.
Aprieto fuerte mis puños, siento como mi mandíbula se tensa a pesar de lo enojado que estoy con Marion al haber roto así mi corazón no puedo odiarla, la amo.
- Qué bueno que no lo hicimos - suelto con irá refiriéndome a los planes que teníamos de casarnos.
Doy un paso atrás girándome con rapidez para después salir de la plaza rápidamente, mi corazón estaba hecho trizas, Ella tenía el poder de hacerme feliz o destruirme por completo. Nunca pensé que se sintiera así respecto a nuestra relación, en mi cabeza resonaba lo de aburrido y monótono, dudas comenzaron a brotar de mi interior, tal vez yo era el aburrido y ella se había cansado de mí, porque le encantaba socializar, las fiestas, estar con amigos incluso beber y yo era todo lo contrario era más del estilo hogareño, no me gustaba salir a fiestas ni desvelarme.
***
Se me hizo muy extraño que al momento de recibir un mensaje de texto Ciro salió apresurado, pensé que no tenía novia puesto que una vez escuché a Sara comentarlo. ¿Estaría saliendo con alguien?
Pero que pretendía, desde la primera vez que lo vi me llamo la atención, era un chico rubio, alto y muy guapo, mi corazón se derretía tan sólo de verlo, además tenía una personalidad tan enigmática y atrayente, era serio, amable, respetuoso, todo lo que una chica quisiera tener. No perdía nada acercándome a él.
Aunque no sabía mucha información sobre él más que lo que escuchaba entre las pláticas de Sara y mi hermano. Sabía quién era la persona perfecta que podría proporcionarme la información que necesitaba saber sobre él.
- ¡Hola primitos! - exclamé con una sonrisita divertida, me senté justo al lado de Marisol donde estaba platicando muy cómodamente con mi primo Erik, ella era su novia desde hace algunos meses y también era de aquí de Montenegro, conocía muy bien a la familia de Sara.
- Conozco ese tono de voz Karla – dijo Erik frunciendo el ceño, pero sus facciones denotaban algo de interés en mi alegre actitud - ¿Qué es lo que quieres?
Marisol era una chica muy tímida, Erik en cambio era totalmente diferente, él y yo nos llevábamos muy bien porque nuestros caracteres eran muy parecidos nos gustaba divertirnos, salir a fiestas, antrear, por eso se me hizo muy raro que terminara con una chica tan tierna como Marisol, pero bueno dicen que polos opuestos se atraen, tal vez era por eso que ahora estaba tras los huesitos de Ciro Cortés.
- ¿Qué no puedo venir a conversar un poco con mis primos favoritos? - puse mi mejor sonrisa.
Marisol rio tímidamente.
- Claro que sí - dijo ella en tono amable.
Sonreí complacida mientras que Erik puso los ojos en blanco, él me conocía perfectamente, pero Marisol no.
- Ya Karla, dime que es lo que pasa – dijo Erik en tono travieso.
Respiré profundo.
- Prométanme que nadie sabrá sobre esta conversación.
- Lo prometemos – dijo Erik.
- Con el dedo meñique - ordene mientras levantaba mi dedo, Marisol lo levantó después de mi parecía estarse divirtiendo conmigo, Erik también lo levantó, pero de mala gana.
Respire profundo.
- Marisol – dije posando mi mirada sobre ella – me gusta Ciro pero no sé si él tenga pareja – me encogí de hombros haciendo un puchero de niña pequeña.
- ¡Es el hermano de tu cuñada! - me regaño Erik.
- Lo sé, pero es que está buenísimo.
- Creo que estas jugando con fuego, aparte él vive aquí no en la Capital como nosotros y en unos días regresaremos y pasaran meses para que lo vuelvas a ver.
Las palabras de Erik eran ciertas, bueno necesitaría un plan para poder acercarme a él.
- Marisol podrías responder lo que te pedí por favor – le dije juntando mis manos en posición de súplica.
- Bueno... él no tiene novia hace poco terminaron, pero fue una relación de ocho años muy larga hasta tenían planes de casarse. Creo que deberías hacerle caso a Erik ya que es muy difícil olvidar en tan poco tiempo una relación tan duradera. Es peligroso y puedes salir lastimada.
Sentí como se formaba un nudo en la garganta, “ocho años tenía con su ex novia”.
- ¿Y quién dijo que no? Yo soy irresistible – les guiñé un ojo - además una aventura siempre es más divertida si huele a peligro - solté una carcajada ante las palabras que acababa de decir. Erik y Marisol también se unieron a mí con carcajadas.
- Eres bien intensa Karla, que Dios te bendiga entonces señorita irresistible – dijo mofándose de risa.
***
Entré a la casa hecho una furia, apenas di unos cuántos pasos y no había nadie a mi vista, todo el ruido se concentraba en el comedor, me acerqué un poco sin que me vieran para saber el porqué del escándalo, alcancé a escuchar que mi hermana Sara y Ernesto su novio se acababan de comprometer, pude haber entrado a felicitarlos, pero no estaba de humor, necesitaba tomar aire y desahogar el dolor que sentía en este momento. Tal vez más tarde los felicitaría.
El único lugar donde sabía que no habría gente era en el jardín trasero, la noche era demasiado fría como para que alguien estuviera ahí además todos estaban concentrados en el comedor para recibir el año nuevo.
Salí de la casa, sentí como el viento helado chocaba contra mis mejillas, caminé algunos metros hasta recargarme con la mano de una fuente decorativa sin agua. Aspiré aire al mismo tiempo que cerré los ojos dejando caer todas las lágrimas que tenía contenidas hasta ahora.
Había perdido a Marion, el amor de mi vida.
Sentí unos pasos a mi espalda, con el puño de mi abrigo me limpié rápidamente las lágrimas. Me giré para ver quién era.
- ¿Karla? ¿Qué haces aquí? - pregunté confundido.
- Te vi pasar por el comedor sin si quiera saludar ¿estás bien?
Negué con la cabeza. No tenía ánimos de explicar la razón del por qué me sentía tan mal.
Sus ojos brillaron al compás de la luz que reflejaba la luna sobre nosotros, se acercó a mi hasta estar a centímetros el uno con el otro, extendió su mano para acariciar mi mejilla, mantenía sus ojos en los míos, al tacto de su mano caliente sobre mi piel cerré los ojos disfrutando de su caricia sin saber el por qué, nunca antes había permitido que otra mujer que no fuera Marion me acariciara de esa manera.
Abrí los ojos cuando pude sentir su aliento demasiado cerca de mi rostro. La detuve de los brazos antes de que pudiera besarme.
- Yo no puedo – le dije con voz seca.
Pareció no haberle importado mi rechazo puesto que en lugar de enfadarse me sonrío traviesa.
- Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido... - su voz se tornó a una extremadamente sensual que me erizó la piel al escuchar sus palabras – y quiero comprobarlo contigo.
Las manos que impedían que se acercará más a mi dejaron de emitir fuerza lo que ella aprovecho para aferrarse con sus brazos a mi cuello, depositando sus labios en los míos, sabía que no era correcto, pero el sabor de sus labios, su aliento cálido y la textura suave y carnosa de ellos, me hipnotizó al instante, cediendo ante los placeres carnales, con un brazo rodeé su espalda mientras que con el otro la tomé de la cintura atrayéndola más a mí, mientras nuestras bocas se comían una a la otra.