CAPÍTULO III-1

2012 Words

Instintivamente, ya que su corazón latía apresurado, Thelma se llevó una mano al pecho. Al verla, la expresión del Conde se alteró. —Disculpe, no era mi intención asustarla. Ella no respondió y él continuó diciendo: —No tengo excusa, pero tal vez sea lo bastante generosa para intentar comprender. —Me... me gustaría hacerlo— susurró Thelma con voz débil y titubeante—, sin embargo, no... era mi... intención... indignarlo. —Le juro que lo lamento mucho— se disculpó el Conde—, por favor, siéntese y trataré de explicarle. Como sentía que sus piernas ya no podían sostenerla, Thelma se sentó en el sofá más cercano. El Conde se mantuvo de pie frente a la chimenea. Thelma observó que, igual que en el vestíbulo, las cenizas del fuego no se habían limpiado y los implementos estaban sin pulir

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