Recorrieron un buen tramo en silencio. Thelma repasaba en su mente lo que llevaba consigo, preguntándose si no había dejado algo importante. No había olvidado la carta de los abogados; la abrió antes de empezar a empacar su ropa, más al darse cuenta de que era muy larga, consideró no contar con tiempo para leerla. Tiempo era lo único que ella no tenía. Debía encontrarse muy lejos de su casa cuando sir Richard regresara de Canterbury. Así que guardó la carta entre su ropa y añadió varias hojas de papel con el escudo de su padre y varios sobres. Sabía que tenía que pensar con mucho cuidado la respuesta. Abrigaba el temor de que, con alguna artimaña, su madrastra se apoderara de su fortuna. Esto la hizo decidir que sería conveniente informar a su padre de su partida. Escribió: