SARA Eran como las dos de la mañana cuando me levante alarmada de mi cama; ya que escuche un aullido fuera de mi casa, ese sonido hizo que mi mente volara hacia el bosque recordando a las bestias que mataron a esa pobre chica. Otra vez un aullido traspaso mis cortinas, volteé hacia mi ventana, no sabiendo si ir corriendo a cerrar mi ventana o ir al cuarto de mi padre como una niña chiquita asustada por una pesadilla o una tormenta. Un tercer aullido hizo que tuviera un escalofrío por todo mi cuerpo y mi piel se erizaba. Trague saliva en silencio dirigiéndome hacia la ventana para cerrarla, la verdad es que tal vez soy muy estúpida por intentar ser valiente y no correr hacia mi cama de nuevo o hacia la habitación de mi padre. Cuando llegué a la ventana me mordí mi labio involuntaria me