Andrea.
Solo de mirarlo la rabia me consume, no entiendo como puede haber tanta belleza en una persona que esta tan jodidamente podrida por dentro, es algo ilógico, pero ya más que visible en este mundo.
Cierro mis ojos, necesitando algo de fuerzas para soportar estar en un lugar encerrado junto a él, a la misma vez que despeinó mis cabellos frustrada.
Desvío mi atención a su rostro, encontrando sus ojos azules fijos en mi, tanto que pudiera sentir como me atraviesan el alma de esa forma que me atemoriza dejar ver que otros conozcan esa versión de mi.
—Nadie comerá en mi auto —se molesta con su voz cruda impidiendo que el pequeño entre con uno de los conos de helado a su auto.
Los ojos del pequeño se vuelven comprensivos y odio la forma tan rápida que tiene para comprender las cos
