Ve por él II

1541 Words
Con profunda atención veía esa sonrisa que se mostraba en sus labios. Parecía totalmente complacido al notar ese espanto que en mi pecho tan sólo iba acrecentándose. No pude proferir palabra, tan sólo percibí ambos brazos rodear mi cintura atrincherándome contra lo férreo de su abdomen y de su amplio pecho. Sopló y la oscuridad se disipó. Me pareció notar que al desdibujarse se distinguía que estábamos sobre una amplia terraza. Pero en cuanto se abrió el cielo pude observar mejor. Veía el suelo relucir como el vidrio más cristalino, y los altos muros, aunque a una gran distancia ser tan altos hasta como la vista lo permitía. En lugar del techo se distinguía la más hermosa de las noches. La vela seguía siendo sostenida en mis manos y no se comparaba el brillo que emanaba de las luces naturales como estrellas sobre nuestras cabezas. Era como si el hermoso lugar tuviera dentro de sí la amplitud del cielo nocturno. Vi estrellas fugaces cruzar la amplitud del firmamento al igual que una nube esparcida de manchas coloridas sonrosadas y azuladas que contenían más estrellas que el resto del cielo justo al centro. No puedo negar que estar en sus brazos me hizo sentir segura, de ahí que fuera tan sencillo poder contemplar el lugar. Por un breve instante me perdí de lo que en verdad me había hecho llegar ahí, deseé quedarme. Pero al recordar mi cometido posé mis ojos en él, cuya atención seguía fija; contemplándome sin parpadear. Ya me había soltado. —¿En dónde estamos? —En un lugar seguro. Nadie podría llegar aquí a excepción de usted evidentemente. —Pero… No lo entiendo. Hace un momento esto era como una… —¿Pesadilla? Asentí. —Sí eso parece, pero es uno de los bloques que deben ser pasados para poder llegar aquí. De pronto noté que un extremo en lo alto del cielo se movían grandes criaturas como el Dragón de Daeven pero parecían ser como el cristal, volaban majestuosamente hasta quedar fijos en inmensos parales o torres cilíndricas blancas como el yeso. —¿Son Dragones? —Espíritus de ellos. Toman esa forma aquí, pero afuera pueden verse como cualquier ser. Esa es la verdadera forma de algunos Regentes que moran en la tierra. En las primeras razas los hombres solían decirles serpientes. Son seres de gran inteligencia que por lo general conceden sabiduría. Me asombró notar que algunos tenían dentro de sí una esfera de luz muy parecida a la de las estrellas. Mientras que otros en su interior se notaban signos geométricos con algunos caracteres imposibles de entender. —Es maravilloso ver esto. ¿Qué hay del otro lado? —Pregunté al notar que el suelo parecía interminable en la parte Este, mientras que los demás puntos eran encerrados por fuertes torres de la misma composición del suelo. Pero en lo alto de sus muros no se notaba más que oscuridad, como si se fundiera con el cielo. —Incluso para quienes están aquí es desconocido. La mente humana no tiene permitido traspasar el umbral ya que hay un vacío insondable que repele lo que sea que se asome hasta ahí. Son los límites de lo que nuestra inteligencia y capacidad puede llegar a comprender. —¿Cómo llegó hasta aquí? Susurró algo que no pude comprender y la llama de la vela que sostenía se alzó en lo alto sobre nosotros y todo alrededor volvió a la oscuridad. —Es lo que me gustaría preguntarle. Nadie se asoma hasta aquí sin pasar por lo debido. Sin embargo, usted llega, pero de pronto pierde el camino. Me sentí atormentada al comprender que hablaba explicando, pero sin reconocerme. —¿Usted sabe quién soy? —Cuestioné, sin dejar de notar la extraña apariencia de su rostro. Lo negó con la cabeza. —Creo que debería, pero no. Tan sólo vi los signos sobre su frente, como también sobre su cabeza. Es una buena hechicera. Sin embargo, debe saber que no será permitido que vuelva a venir. Soy uno de los guardianes que no permiten pasar a cualquiera. Fruncí el ceño, mientras mis ojos se cubrían de lágrimas. Incluso escuchando su voz no podía creer que no supiera quien estaba junto a él. Me preparé mentalmente para aceptar lo que sea que tuviera que decirme, pero al fijarme en sus ojos eso parecía incoherente. —Justo ahora me parece que de donde sea que haya venido no es lo importante. Cuanto más estoy aquí, menos puedo entender a qué vine. No busco sabidurías ni grandes poderes. Sino que… —Mostré una tímida sonrisa teniendo menos convicción de dar explicaciones. Al inclinar la mirada mis ojos se fijaron en la vela que flotaba por sí misma, muy cerca de una de mis manos. De pronto me fijé en uno de mis dedos, observando el anillo. De golpe volvieron a mí las reminiscencias y comprendí que vagaban en un sueño o en la apariencia de uno y que era peligroso estar ahí sin fallecer, pues corría con el riesgo de perderme sin el talismán. Sin saber muy cómo pisaba orbes que son un misterio incluso para muchos sabios y hechiceros. Pero sin importar la forma lo había encontrado. Tal vez tenía razón y podía haber una hechicera inconsciente durmiendo en mi interior que de vez en vez podía asomar la cabeza. Aparté el anillo de mis manos para mostrárselo. —Tuve el honor de conocerlo, quizá en el orbe más caótico pero el más bello de todos. Mi terquedad me lleva a conocer siempre mis límites. Lamento tener que venir aquí. Ahora sé que en su interior hay un espíritu sabio, que es muy antiguo y que deberá volver en algún punto de nuevo a donde pertenece. Pero lo necesito, Jonah de Halvard y no para que reasuma un compromiso con una humana imprudente, sino para que evite que alguien tome lo que no le corresponde. Pues lejos de aquí tiene un cuerpo que fue arrebatado. Usted no está muerto allá o eso creo. Tomé una de sus manos mientras él mostraba aturdimiento en sus ojos. —Soy Alexia de Halvard y comparto el deber de guardiana en el reino de sus padres. El estrado que fue una vez del guardián de la roca. El juramento sí nos distancia lo sé y ya no interferiré, pero nos une en el deber. No estuve tan lejos Jon, y creo que nunca lo estaremos. Le coloqué el anillo. Al tenerlo colocado fijó su atención en él, brotaban de sí como pequeñas nubes azuladas destellando, rodeándolo y escuchaba susurros. “No te pierdas, Jon. La causa de ir tan lejos ha sido perder la luz que creías extinguida. Vela ante ti tan fija en inconmovible como tu voluntad” Sonrió ampliamente y entonces pude ver la otra parte de su rostro que se ocultaba. Pero sentía al mismo tiempo que la oscuridad me tragaba y el horror que brotaba en mi alma por ser dividida me hizo sentir que estaba al borde de un abismo para nunca más retornar. Pero él se asomó atrayéndome con una de sus manos. —Ya decía yo. Esa mirada es más bella que cualquier otra luz que haya conocido. Sabía que sus intenciones no eran más que encontrar un camino. De ahí que lo concediera no perderse. Tímidamente me aferré a su brazo. Incluso en ese lugar pude experimentar gozo. —¿Jon eso significa que ya me recuerda? —Por supuesto. Sólo temía que alguien una vez más se atreviera a engañarme. Tenía que estar seguro, por eso lo ideal era no recordar y permitir que la oscuridad en este lugar nublara lo necesario. Pero no cabe duda, esa terquedad es tan sólo suya. —Su voz dejó el tono grave amable por uno de evidente enfado. —¿Cómo se atreve? Al reconocer ese gesto malhumorado en él incliné la mirada. Pero sentí uno de sus dedos fríos tocar mi barbilla. —No le permito cruzar el umbral natural del descenso sin tomar mi mano. ¿Lo entiende? Asentí sin dejar de sentir mis ojos cristalizados. —¿Por qué vino a estar tan lejos? —Porque si la perdía lo justo era perderme para encontrarla. Tuvo sentido, la vuelvo a ver. Suspiré. ¡Cuánto más lejos imposible no desear la proximidad! —¡Sí, que triste! Soy necia por naturaleza… Pero él siguió observándome con ternura. —Justo lo que más amo en un su tierno y dulce corazón. No pude más me aferré a él, abrazándolo con fuerza. Él me sostuvo por largo rato. Hasta que sentí que tomó una de mis manos, colocó el anillo de nuevo. —Debe volver, sabré cómo seguirla. Bien ha dicho, no podemos estar lejos uno del otro. —Pero, Jon… Asídemes me arrebató el Talismán. No puedo atraerlo a mí. —¿No lo ha notado, ternura mía? No es necesario. “Ordeno a la luz atraer a quien aquí no pertenece. No concedo su ingreso.” Sentí ser absorbida por una luz que brotó sobre mí cabeza. Mientras que los rasgos en su rostro se transformaban para ser absorbidos por la misteriosa oscuridad. Lo último que noté fue el destello de sus ojos.
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