Sentía el viento tocar mi rostro y el oscilante movimiento de donde estaba recostada. Al parpadear observé las alturas y manos grandes sostenerme respetuosamente de la cintura. Sin duda estaba sobre el pecho de algo sólido y tan rígido como un muro.
Moví la cabeza para notar de quien se trataba, pero con sólo notar la armadura ya tenía mis ideas al respecto. Al acomodarme me aparté y no hubo duda de lo que sospechaba, Daeven seguía tras de mí montando el enorme dragón de fuego.
—Conseguiste despertar. —Saludó.
Siempre que estaba completamente cubierto, su voz cambiaba parecía tan grave como la del señor Baal, pero al no tener la armadura en la parte del rostro su voz sonaba parecida a la de Jon.
—¿Dónde está Nigromante?
—Seguramente ya está con Baal. Trataran de atrapar a quien e
