No habrá cambios

1497 Words
(Nigromante narración) «Para un residente eterno, los días no son más que otra constancia de que el sol puede volver actuar con la misma vida y fuerza que ayer. Y que el patrón de suma inteligencia se establece magistralmente en la naturaleza y en el universo cuyas leyes se mantienen vigorosamente, valiéndose siempre de un principio vital que la nutre, porque es un ser vivo que ejecuta como cualquier otro su manera de existir. No hay mayor cambio, a excepción de quien observa lo que se da. La tierra es quien gira, la atracción genera movimiento, y es el humano quien necesita de tal movimiento para comprender y así establecer su razón para luego saber que existe. Pero, no siempre fue así. La mecánica de la ejecución de la vida celosamente respeta los ciclos, fases de evolución e involución, y el carácter vital de cambios para mantener un bello renacer; otros a esto le llaman caos. Por ello la vida, por ello la muerte son uno en una inteligencia tan profunda, cuyo significado no es más que un presente constante. Pero si existe quien la revelase similarmente terminaría siendo indescifrable porque cada cual es un pequeño universo, y tiene el derecho de considerar a su razón lo que mejor pueda comprender y con ello existir plenamente. Porque todo no es todo, y lo único tampoco. ¿Quién ha visto fijamente al sol sin terminar herido o ciego? ¿Quién sería justo totalmente en su saber si no conoce el error? ¿Quién proclamaría algo con verdad sin someterlo a juicio? Por lo que la verdad inefable no es total en una existencia de cambios, a excepción de aquella que es inmutable y constante… ¿Pero hay en la vida algo de tal categoría? A mi escaso saber creo que podría ser la naturaleza. Reflejo vivo que inspira a la verdad, una que no puede esconderse por más que así se requiera o se intente, pero que no tiene del todo una explicación justa o exacta, sin embargo, sigue siendo tal cual, imperando en toda su belleza, saber y perfección. La razón pide algo lógico, la vida causas y existir inevitables efectos, así como el cuerpo pide todo el tiempo satisfacer necesidades. Algo inexplicable y superior dentro de lo que no se puede definir entre todo eso detallado pide más, algo que la experiencia y el tiempo no se satisface tan rotundamente: Plenitud y felicidad. Reflejo de algo más que razón, existir, y necesidad. ¿Qué vida humana se ha conformado con el hecho simple de existir si ello no conlleva la búsqueda interminable de la sabiduría y la felicidad? Sólo aquella vida humana que posiblemente vive la etapa de la niñez. Lo digo porque son los únicos humanos que, a pesar de cuestionarse grandes cosas, no dejan de lado la belleza de simplemente ser. El saber es grande, pero vivir resulta espontaneo hasta que un adulto irrumpe y los acondiciona para existir. ¿Así que es posible ser un humano sabio, vivo, espiritual y con ello pleno y feliz? Desde luego, pero no será fácil vivir en un estado presente, donde los pensamientos no irrumpan para acosar ni herir, sino para hacer valer la función debida de la razón, tampoco lo será aceptar la espiritualidad que conlleva necesariamente el saber, y así entender que el ser humano desde su nacimiento es feliz, y ya conoce de la plenitud. El reto es mantenerse debidamente así sin importar lo que ocurra, lo que se experimente, y lo que inevitablemente tenga que cambiar. Y luego de asimilarlo una y otra vez ser capaz de ver a su alrededor la belleza y el bien común. Algo natural que pide tal plenitud y felicidad. Sí, puede que suene raro y de locos, pero la verdad no puede ser tan sencilla. Ojalá lo fuera, y si lo fuera el humano dejaría su complejidad y con ello su bella razón de ser. Así que la complejidad no es mala, ni buena es una cualidad que resulta innata en la existencia de un ser que razona, siente, piensa y desea. Uno en quien la experiencia lo ayuda a crecer, el amor a saborear la vida, y la muerte a renacer». Fue inevitable recordar ese momento cuando por vez primera tuve que instruirlo y lo acepté en la sabiduría que mi padre solía llamar misterios. ¿Qué es un monstruo? Seguramente aquello que produce horror y un pavor tan terrible que no se puede saber hasta qué punto la vida podría peligrar. Un ser de quien no se tiene más idea que el deseo superior de sobrevivir. No todo aquello que es diferente a lo que se conoce es verdaderamente peligroso, pero el instinto primitivo no se equivocará si de pronto se decide emprender huida ante algo desconocido. Jon es muy considerado con toda criatura y se ha propuesto en esa lista de seres monstruosos; y desde luego en esa nomenclatura de seres innombrables yo ocupo también un lugar. Pero en realidad a mi saber es menos complejo, un monstruo es simplemente una criatura desconocida y peligrosa capaz de obrar con violencia para destruir o matar. Algo que a veces sin duda no puede deducirse con lo que aparentemente se ve en algo o alguien. La apariencia sin duda es lo de menos, no todo monstruo lo parece, ni todo ser divino es bellamente humano. Jon siempre tuvo en cuenta que él no podría significar algo diferente, especialmente para Alexia. Él sabía que entre ambos sólo estaba él la distancia de un cabello de cometer una imprudencia, y ella a un simple gesto suyo para condenarse. Sin embargo, tal como él suele decir; nada puede ser tan sencillo como indicar bueno o malo. Todo tiene su razón de ser, su modo a ejecutar, su carácter personal e impersonal, un motivo y una historia; y con ello todo un complejo significado. Muy poco se pesa por el mérito de ser bueno o malo, sino que en gran parte por acción y consecuencia. Algo que había tenido que ver en el rapto que intentó Asídemes y por ende, el enlace en ambos dejó de ser tal cual como cuando supe que había perecido. Antes de tal abrupto arrebato con su consentimiento, habíamos logrado ponernos de acuerdo y había cedido la nombradía de su deber en cierto modo a Alexia y con ello bajo mi protección ya que no contaba todavía con mucha experiencia. Algo sin duda, inesperado, pero que ya teníamos previsto ambos. Jon lo había permitido no sólo con la intención de cumplir con su palabra sino también con la idea que la guerra se detendría, pero incluso no estando, la amenaza para Halvard seguía siendo un hecho ineludible. Alexia acababa de enterarse por un enlace natural de conexión en pensamientos de lo decretado por Jon. Para mi sorpresa lo asimiló bastante bien. Daeven traducía el portal que Asídemes había hecho surgir, con la intención de absorber tal energía y sellar cualquier manera en la que ella quisiera volver y usar a su favor el poder de tal elemento al conjurarlo y forzarlo a obedecerle. —¿Qué hace Daeven? —Preguntó volviéndose a mí. —Traduce la energía. Siempre quedan rastros de ella. No es complicado si se conoce lo que se usó, quien pueda leerlo sabe cómo volver a ejecutarlo. Respiró hondo, pero su atención volvió a fijarse al frente. Daeven al ser un Regente de oscuridad sin problema alguno consiguió traducir los signos y los obligó a manifestarse en el suelo absorbiendo la energía que de allí emanaba. Asídemes no podría usar tal efecto a menos que Jon intercediera. “Nigromante tengo el acceso. Ella no podrá usar nada que implique al elemento fuego en nuestra contra. Esta energía concederá un portal, cuyo vórtice surgirá hacia donde ella lo haya abierto. Ir por Jon no será tan complicado” “Te lo agradezco mucho Daeven. No lo conjures todavía para que nadie pueda hacer lo que tú y volverlo en nuestra contra.” “De acuerdo” Las grandes formaciones mostraban a otra clase de guerreros, preparados para todo tipo de combate, tal cual el ejército de Halvard. Y parecían sonar trompetas en evidente signo de avisarles que la batalla estaba por iniciar. Escuché la voz de Baal dirigirse a mí. —Nigromante, comprende que esto es inevitable. —Jon creyó que su rapto cambiaría esto… —No. No se detendrán hasta derrocarte. Y destruir piedra por piedra. Daeven al notar que se aproximaban usó parte del elemento fuego, y calentó la tierra justo por debajo de sus pies hacia el frente. Las arenas que Baal hacía surgir evitaban que el calor del suelo nos provocara daño. El ejército que se movilizaba comenzó a detener su avance. Pero el hombre que los comandaba mostró un gesto al resto y la lluvia surgió con fuerza. El ejército volvió avanzar. Alexia veía con espanto al frente, y notaba gran pesar en sus ojos empañados de lágrimas.
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