Agravio

1542 Words
(Jon narración) No pude obviar la determinación de sus ojos, menos un par de preguntas que sólo me corroboraron lo que ya me temía. Sin embargo, no cedí a confirmarle lo que sabía que sospechaba. Escasamente contesté lo debido para volver al frente con Nigromante. Aún no podía creer que por primera vez Jehiel no fuera impertinente y terminará siendo inesperadamente discreto. “Tu predilección por ser todo un fastidioso va mejorando. Sé que lo sospecha, dada nuestra situación es mejor no aseverar ni negar nada todavía” Claramente escuché una risa. No había cedido a pelear, pero en las circunstancias tengo que aceptarlo como si fuera un destino, ese que inesperadamente me pide una y otra vez ser tan sólo un guerrero. En mi condición bien sé que la causa más justa es defender la vida a toda costa, por lo que una vez más antes de entregarme a mi deber de defender, vociferé: —Soy el Guardián del Reino, convocado para proteger. Alzo la voz para conceder una última oportunidad, regresen y desistan. El ejército ante mí avanzaba formándose en escuadrones y luego en filas. Distinguí el emblema en la armadura sobre las cotas de cuero en los diferentes soldados; un dragón de fuego. Las armaduras les concedían protección ante el calor, y de ahí que tuviera sentido que los basiliscos de fuego les auxiliaran. Uno entre todos alzó la voz, aproximándose sin que el fuego vivo como las brazas le dañaran en mínima porción las botas. —La única forma de regresar Guardián es que se nos entregue a la Reina de Halvard. Fue todo lo que necesité para entender que mi compromiso debía ser retomado. No me complacía, pero eso me obligaba a tener que responder. —Primero se derramaría nuestra sangre y entregaríamos a la muerte nuestras vidas antes que cederte a nuestra Reina. No conocerás ni su sombra. Mi voz resonó en el cielo, en el valle y en el mismo suelo en conjunto con la de Nigromante, al pronunciarla adjudicaban la autoridad debida. Clamé mi espada, casi al instante escuché la voz de Nigromante. “Me gustaría creer que no es necesario” Susurró, pero sosteniendo también su lanza, poniéndose de pie a mi lado. “Los líderes no saben de otra cosa más que estar de un lado o del otro. Y con sus deliberaciones nos obligan también a elegir.” Los soldados comandados por su líder, avanzaron sin temor, totalmente dichosos en morir en batalla para cumplir con su deber. Del mismo modo nosotros respondiendo al asedio. Como suele ocurrir, tuve que entregarme al deber de ser mi espada y yo uno sólo. No pasó mucho para que pudiéramos ir avanzando. Fueron pocos a los que debimos ultimar necesariamente, la gran mayoría eran heridos gravemente con intención de que ya no se involucraran y con ello no volver a levantarse para luchar. “No te preocupes, los sobrevivientes serán apresados” Sugirió Nigromante. “Me parece bien por ahora” La batalla se mantuvo y tal como solía ocurrir pronto eran diezmados, muchos de ellos así mismos se quitaban la vida al quedar heridos. Por lo que en nuestro avance quedaban a nuestros pies muchos c*******s, mientras las armaduras se volvía un chispazo que luego se consumía hasta desaparecer. Escuché el rumor de tierra y me di cuenta que el bosque aparecía recubriéndolo todo mientras las tropas del ejército del Alba y de Halvard se aproximaban. Sabía que Nigromante en todo momento mantenía conversación con Alexia. Y enviaba ordenes al capitán y también a Esteban, quien ahorma comandaba el Ejército Dorado del Alba. No me quedó duda que Alexia intercedía en favor de apoyarnos. «La princesa ha solicitado mi intervención» Escuché claramente la voz de Baal resonar en mi mente. Seguramente Nigromante también lo atendió. Sugirió de prisa a Baal que no se apartara de ella ni consintiera ninguna petición, aunque ella lo suplicara, luego pidió que se asomara una tormenta. Mientras tanto seguía batallando con los que me salían al paso. Nuestra intención o táctica era obligarlos a retroceder antes que exterminarlos. Al caer la lluvia en torrentes noté que el resto, tal vez más de la mitad, retrocedían mientras otros de armadura azulada movían las banderas en señal de no querer seguir luchando. —¡Jon! Me volví a él de inmediato. Si voz detalló angustia, casi horror. Algo muy raro de distinguir en él. Frente a mí desacomodó lo que cubría su rostro. —Jon algo ocurre. Daeven no parece seguir unido en visión en mí. ¿Ocurre lo mismo contigo? Canalicé la energía de los anillos, en sus últimos pensamientos distinguí a Asídemes estar frente a él mientras solicitaba un favor. Pero, súbitamente había vuelto a la oscuridad y el profundo silencio absolutamente todo en él. —¡Daeven! Escúchame… Pero siguió inexistente su respuesta. Parpadeé mirando que Nigromante espantado veía la nada. Lo sostuve de un hombro. —¿Qué ocurre? Siguió en trance un instante antes de responderme. —Alexia sugiere algo. Estoy pensando en aprobarlo si en verdad Daeven no puede respondernos. —¡Tú no la expondrás a nada! Se fijó en mis ojos, luego que velozmente me apartara el yelmo para verlo. —No deseo exponerla, pero ella es parte de lo que somos ahora. Nuestros secretos también son los suyos. No pudimos evitar que fuera por mí, ¿crees que podremos forzarla a que no vaya por ti? Incliné la mirada concediendo el aviso. Sabía que en cuanto en el cielo notarán el chispazo el Ejército del Alba avanzaría y no habría piedad de parte de nadie al combatir y defender. —Sé cuán testaruda es, pero también sé de la bondad que se mueve dentro de ella. Pero se deja llevar con una docilidad que realmente me espanta. Mantuvo su atención en mí con profundo asombro. —Quise confesarle que estabas aquí, pero no lo hice porque voy entiendo las razones que desde siempre te obligaron a evitar que ella se inmiscuyera. Sé que no consentiste jamás el mal dentro de ti, aunque supieras que era. Sé que debe interferir, pero también entiendo que no es el momento todavía. —Mi cercanía le ha producido mal tras mal. No más dolor, Nigromante. Jirel solicita lo justo, quebranté el pacto y debo volver al silencio. Acéptalo, si yo he podido entenderlo porqué tu no. —Lo entiendo y ahora lo acepto. Pero las cosas de la vida no son asuntos menos complicados Jon, una determinación absoluta no puede ser en un universo de movimiento y de constantes. —Entonces solicita a Baal que Alexia no intente invocarme todavía. Asintió. Escuché cuando le pidió a Baal lo que solicité. —No será fácil que ella no lo note, Jon. Seguramente al estar así casi inexistente su presencia consciente esa fuerza en él comenzar a manifestarse. —¿Qué sugieres? —Usa los anillos y si hay fuego cerca podremos entre los dos que alguno pase al otro lado. Cuando estés allá, le daré estabilidad para que él pueda volver. —De acuerdo. Intenté convocar por medio de los anillos que Daeven fuera obligado abrir los ojos y me concediera observar lo que él. Pronto ante mi estaba claramente una celda. Él estaba solo, en lo alto del muro de un pasillo descansaba una antorcha que casi estaba a punto de apagarse. No dudé en atraer el portal para que cambiáramos de lugar. Antes de cruzarlo me volví a Nigromante. —No permitas que se cierre hasta Daeven vuelva. Cubrí mi rostro y atravesé la forma oscura que se movía dentro de un aro ovalado de fuego. Al alcanzar el otro lado, me di cuenta que Daeven estaba semi desvestido, tenía cortes en los brazos, y seguía inconsciente. Le toqué el rostro y le di un par de palmadas. —Daeven… ¡Despierta! Ya te divertiste lo suficiente. Hora de volver. Abrió los ojos y al verme fijamente respiró hondo. Luego tosió con fuerza, el disfraz se deshizo, pude verlo tal cual ante mí. —Lo que intentaba asediar Halvard ha retrocedido. Te lo agradezco. Asintió suspirando. Era tal la fuerza que emanaba de él que su oscura energía ya convertía todo en algo siniestro y oscuro. Intenté soltar las cadenas, pero sin la llave tuve que usar otros métodos. —Esa mujer ha perdido la razón, cometió más que un agravio. Se atrevió a echar en la bebida algo que me obligó a perderme de sí mismo. No sé cómo desperté aquí. —Tienes razón, al parecer quería dejarte congelado. —No te equivoques Gabriel, al parecer eso quería pero no conmigo sino contigo. En cuanto estuvo libre volvimos a intercambiar las prendas, pero en mi caso fue muy poco lo que me cubrió, tomé su lugar mientras él volvía a cruzar el portal. —Al irme esa conexión… —Sí, cesará. También con Nigromante. Pero veré la forma de volver al templo. Vete. Movió la cabeza en señal de aceptar mis palabras. —La profecía debe cumplirse Jon. Ya lo entenderás. —Alcanzó a decir Nigromante. Al llegar al otro lado el portal volvió a sellarse. Todo volvió a la oscuridad, pero no accedí a estar nuevamente apresado, simplemente esperaba a verla llegar.
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