Fuego Eterno

Sospecha

El señor Baal se manifestó casi al instante tomando forma ante mí. Sin embargo, sus pies no tocaban el suelo, sino que todo su cuerpo podía levitar mientras la arena seguía arremolinándose a su alrededor. No se aproximó mucho a mí, pero noté la oscuridad también rodearlo.

—Señor Baal, tal como usted dijo debo asumir el poder que ellos me han otorgado. Casi siempre Nigromante suele ser mi aliado, pero en esta ocasión creo que no puedo tomarlo en cuenta.

Él asintió sin dejar de verme fijamente.

—Sé que usted tiene el poder para auxiliar mi cometido. Verá siempre tengo ciertas visiones y la mayoría de veces no las pude comprender, tanto Nigromante como Jon solían ayudarme a entender. Pero, eso ha cambiado estoy convencida que alguien que fue enviado al abismo de los condenados podrá volver, aunque eso suene muy absurdo. ¿Usted sabe de lo que ha ocurrido con el Regente del Abismo?

Hasta entonces esa energía oscura a su alrededor cedió y sus pies tocaron el suelo. Contemplé su gran altura y su cuerpo de hombre perfectamente esculpido.

—No puedo revelarte lo que deseas saber. —Aseveró con su tono de voz solemne y grave.

Suspiré, mirándolo afligida.

—Pero, tus sospechas van en la dirección correcta… —Agregó mostrando un gesto divertido en su semblante.

—Estoy convencida que Jon tomó el lugar de Daeven. Pero… ¿Cómo fue posible?

—En ambos Regentes de las esferas de su categoría puede haber medios y predisposiciones afines. Deberías saberlo.

Lo observé con asombro.

—Entonces, si Jon está en Halvard, Daeven está en…

Asintió.

—Señor Baal, ¿usted sabe realmente quien es Jirel?

—Es un guardián también, pero diferente categoría a los que son de tu conocimiento. El reino oculto del sabio Jirel es un lugar que ha sobrevivido a inimaginables acontecimientos para ti.

—¿Cree que puede ayudarme a llegar ahí?

—Lamento decirte que no sería difícil que alcanzarás la entrada a ese reino, sin embargo, al estar bajo la protección de dos guardianes con el deber de Regentes es imposible que pueda violentar el pacto tanto entre nosotros como el que mantienen ellos contigo. Debes tener al menos el consentimiento de uno.

Solté una bocanada de aire, comprendiendo que interferir no sería tan sencillo.

—No, no cuento con ello. Sería más sencillo escapar que alguno de ambos admitiera poder ir a su lado hasta ese lugar.

Elevó un brazo y apareció en sus manos el báculo que había visto antes acompañarlo.

—Señor Baal, ¿usted también es un Regente?

Sonrió, mientras notaba que sus ojos cambiaban de color. Pronto tomaron un tono dorado.

—Lo soy criatura.

—Pero, se ve…

—No todas las fuerzas y potestades para el orden tienen forma humana, pequeña. Pero sé te gustaría ver algo más a fin, ¿no es así?

Me sentí muy apenada, apreté los labios.

—Por supuesto que no señor Baal. Perdone que sea curiosa tendré más cuidado con lo que digo.

—No me incómodas, Princesa. Pero en el momento que sea debido podría explicarte más al respecto. ¿Para qué quieres ir al reino oculto de lo que antes se conocía como Akram?

—En realidad deseo ir a ver el Rey Jirel. Sé que su hija pretende algo terrible y me gustaría impedirlo.

Pero antes que me respondiera percibí que uno de los Briares me sujetó con fuerza elevándome en el aire. En él también relucieron un par de alas gigantescas, tal cual una vez noté en Jon.

Se movieron a toda prisa sobrevolando hacia el castillo. Todos los soldados del ejército dorado del Alba se mantuvieron alargando las espadas en alto y en algunos se transformó en un arco, pero en cuanto quien los dirigía me observó dio orden de no atacar, lo comprendí cuando noté que bajaban sus armas y volvían adoptar una posición de descanso. Llegamos al frente y me di cuenta que al apartar lo que cubría el rostro a ese mismo, se trataba de Esteban.

—¿Alexia?

Los Briares pisaron el suelo dejándome de pie. El señor Baal cambió de apariencia estaba completamente oculto en una armadura dorada.

—Sí. Hola, Esteban. No tenía idea que estabas en Halvard.

Intentó apartar de sus ojos el asombro.

—No hace mucho que vine apoyar. Ya sabes, luego del cambio de lugar del castillo…

—¡Espera! ¿Cambio de lugar del castillo? ¿De qué hablas?

—¿No lo sabes?

Lo negué con la cabeza.

—El castillo del Alba tiene cosas increíbles, Nigromante permitió el traslado del castillo a un lugar seguro ya que fuimos invadidos y asediados hasta que no hubo alternativa. No comprendo porqué Nigromante impidió que respondiéramos en ataque… ¿Quiénes son tus amigos?

—Ah… Prometo explicártelo luego.

—De acuerdo. —Dijo posando su mirada en Baal, luego en los Briares que silenciosamente seguían custodiándome. —Por ahora, espero orden de Nigromante para avanzar en ofensiva. Seguro que sabes lo que está ocurriendo, ¿no es así?

—Lamento decirte que por vez primera no tengo muy claro hacia donde ir y ni cómo, pero lo seguro es que debemos estar alertas.

Él asintió, pero notamos un destello en el cielo.

—Ese es el aviso. Sería mejor que ingresaras Alexia, nosotros debemos avanzar.

No me dio tiempo de decirle adiós, volvió a cubrirse avanzando al darle la orden al ejército. Marchando a grandes pasos se movilizaban al frente.

Me volví al señor Baal, pensativa. Habían atacado el Alba.

—Señor Baal, supongo que el reino del Alba fue atacado también por…

Asintió, alzando su espada al cielo. Una vez más se veía tempestad formarse agrupándose en la negrura breves destellos mientras claramente se escuchaban los truenos.

—¿Otra tormenta?

—Sí la he convocado a petición de Nigromante. Ya saben que estoy contigo.

Sostuve el talismán pensando en Nigromante.

“Por favor sé que Jon ocupa el lugar de Daeven. Tengo que ir con Jirel para impedir lo que sospecho, y sé que tu también. Concédelo te lo ruego. El señor Baal puede llevarme”

Pronto escuché su voz responder.

“¿Qué es eso que supones?”

“Lamento decirte que lo ratifico con total confianza. Se trata de Asídemes, trama algo espantoso. Ella quiere atraer a Farga. Pero no consigo comprender cómo lo hará posible….

Justo en ese instante me di cuenta que las arenas se alzaban con fuerza, encerrándome. Por lo que no pude escuchar la respuesta de Nigromante.