Antes que pudiera emitir palabra para contestar, noté el fuego absorbiéndose en la palma de su mano que lo atrajo casi inevitablemente al elevar su brazo. Brevemente sus ojos revelaron el mismo tono ígneo con todo cuanto ahí se evidenciaba. Fue inevitable comprender que algo estaba dentro de las llamas, lo supe al darme cuenta que en ese breve flamear de sus ojos, había siluetas y un rostro; el mismo de la criatura que se manifestó cuando lo invoqué al llegar.
—¿Gabriel que has hecho? — Cuestionó Daeven con su voz grave y autoritaria.
—Estando los cuatro pudimos sacar al devorador y el flagelo del fuego. ¿Ahora te lo tragas de nuevo? —Agregó el señor Baal.
Jon sonrió.
—No hay quien pueda contenerlo. Al tenerlo conmigo sé lo que intentara es mejor que siga donde estaba. Además, no e
