¿Triunfal?

1507 Words
(Jon narración) La oscuridad no es más que distancia, no es vacío, ni aniquilación es simplemente ausencia. Cuando la mente no está en silencio puede proyectar los peores horrores, casi se satisface de darle forma y vida a las peores pesadillas o miedos. De niño solía decirme mi padre que quienes le temen la oscuridad son aquellos que pueden ver a través de las sombras y de sí mismos. Mis pensamientos seguían alzándose dentro de mí casi como una marea en tormenta. Por una parte, bien sé que en algún momento acepté que un fragmento muy básico y elemental tomara posición en un lugar de mí que pedía a cambio dar un trozo de mi propia alma. En mis brazos ella siempre estaría segura, o al menos de eso estuve convencido hasta que me atreví a cambiar mi protección por un amor pasional. No creí que cedería, pero ahora el silencio me muestra que simplemente las causas son justas y el destino un camino ancho que grita clamando aquello que se teme. Aunque es una completa burla o ironía del mismo destino, he aceptado que, si bien Nigromante es incluso más que un ser sobrenatural, tiene mayores de posibilidades; si de asuntos pasionales hablamos que en mi caso. Él no juró mantener el pacto de sangre entre descendientes y el deber. Tampoco escupe a lo alto de su mismo honor si decide amar a una mujer con gran poder en su interior, menos aún profanar el propio suelo que pisa si decide entregar y mancillar a su manera el amor entre ambos. Juré protegerla y en ese sentido siempre he dicho y sostengo que es mía. Pero en algún momento mi pasión de hombre se volvió contra mí. Y de no ser por la temeridad y la astucia de Asídemes jamás habría visto la enorme venda que fui capaz de ponerle a mis ojos, incluso me espanta darme cuenta que estuve a punto de atacarla, casi destruirla por consentir una pasión. ¿En qué momento dejé de ver la verdad para fijarme en mis caprichos? Tal cual una bestia dejé de lado mi razón, y mi manera paternal de verla para confiarme a un amor un juvenil. ¡Carajo! De haberme apartado cuando pude seguramente las circunstancias serían otras, pero heme aquí en una celda fría una vez más. No tengo idea de qué acontecerá, pero nadie le pondrá una mano encima y eso me incluye. Claramente escuché pasos y la luz de una antorcha asomarse. Pronto ante mí quedó Asídemes mirándome fijamente. —Me tenía muy preocupada Príncipe. Lleva horas en profundo sueño. Respiré hondo, sin contestar, pero no aparté mis ojos de los suyos. De pronto poder entender lo que mis descuidos atraían se volvió incontenible, también reconocer la frialdad y las penumbras del verdadero mal en su mirada. —Seguramente ha de estar muy incómodo aquí. ¿Quiere solicitarme algo? Me aproximé lo más que pude, sostuve las barras hasta doblarlas luego quebrarlas. Con la ira moviéndose dentro de mí al poder ver tan claramente no sólo mi destino sino sus intenciones, pude aproximarme tanto como quise. —Me cansé de tanta jodida palabrería tanto suya como mía. ¡Vamos al punto de una maldita vez por todas! No aceptaré más juegos, ni enredos, ni artimañas. No soy un niño, usted tampoco. Ella me pertenece y prefiero que me sacrifique antes de entregarla. ¿Lo entiende? —Solicité en un baladro sin apartar la mirada de sus ojos. Ella respiró hondo, pero sin mostrar temor, ni enfado solamente me observaba con cautela. —¿Qué le ha concedido tanto furor? —No es furor. Estoy harto, hastiado, cansado de sus artimañas. Sé lo que intentó conmigo, también del asedio que siguió en contra de mi pueblo, la manera tan cruel en la que apresaron a aldeanos y campesinos, que nada saben ni tienen que ver con la guerra que usted y yo inventamos. También sé lo mucho que ansía la muerte de mi Reina. Pero ya basta. Quiere a un hombre, un hombre que doblegue sus pasiones… Alcé una de mis manos de modo que no pude impedir que cualquiera que la acompañará saliera despedido por la fuerza de la energía que se movía dentro de mí. Apreté sus hombros pegándola contra un paredón. —¿Quiere una bestia? ¿A un hombre que se siente acorralado? ¿Uno que no tenga piedad? Respiró hondo, pero aferrándose a mis brazos. —Sé quién es. ¿Cree que el hechizo que lo poseyó con tanto ardor por una Bruja-Nigromante tan oscuro hizo un efecto o sólo tomó la parte que reflejaba el poder que había en usted para efectuarse? Fruncí el ceño y aparté mis manos a toda prisa. Aunque se volvía incontrolable tanto la energía que absorbía en mí al dejarla esparcida Daeven, traté de retomar compostura y no dejarme llevar por nada que lamentara luego. No obstante, si una vez más pedía que fuera su verdugo, seguro que no estaría dispuesto a pensarlo tanto. —Estoy convencida que esa maldición no sólo fue provocada por un simple sacrificio. Ella ansiaba las sombras y un rey digno para el caos y la destrucción, eso fue lo que se reflejó en el corazón de un valiente Berserker, pero no contaba ella que había uno más perfecto. Y ese hechizo tomó al verdadero príncipe de la oscuridad. Usted siempre fue más que un ser maldito, que un heredero, que un guerrero. Había el suficiente coraje en su interior para volverse un guardián, un ser incorrupto, un Residente Eterno. Fijé mi mirada en ella sin poder dejar de sentir ese instinto de lucha en mi interior. Casi pidiendo sangre correr, algo que no me ocurría desde que portaba la maldición. —¿Cómo llegó a saber eso? Nadie en mi reino lo conoce todo tan bien, a excepción de tres personas con vida. Sentía mi pecho henchido por la ira, casi respiraba con dificultad. —¿Olvida que el deber sagrado de mi Rey es saber? —Sabe, me vale un comino lo que haya hecho para saberlo. Entienda que en el Reino que protejo no volverá a meter las narices nunca más. Quería ver de lo que soy capaz, se lo concedo. Siguió mirándome fijamente y con seriedad. —Su asedio no tiene más parte en Halvard menos aún en el Alba. Y no aceptaría un casamiento con usted, aunque tuviera el precio de volver a tener la maldición de nuevo… Rompió a reír. —Le confieso que también estoy cansada de la diplomacia. Y lo absurdo que resulta ese honor que tanto se realza en usted. Su ira tiene nombre y tal como lo pensaba no es un ser incorrupto sino digno de ser mancillado. Ya lo hizo una niña, ¿cree que dejaré pasar la oportunidad? Su oscuridad y su ira, sólo atestiguan lo que debe ser. Su destino no es en Halvard, sino pisando y destruyendo. Todo lo opuesto a Nigromante. ¿Y creo que ya lo ve con claridad? Clamé el fuego con intención de ir hacia Jirel, pero de pronto percibí que el mismo acero en cada barra se retorció hasta clavarse en mis tobillos y luego en mis manos para apresarme. Se elevó por encima de mi cabeza obligándome a quedar con los brazos en alto, mientras que sobre mis tobillos se retorcía para dejar su forma tal cual grilletes. Fue imposible no percibir el intenso dolor al traspasarme. Respiraba con dificultad sin poder seguir de pie, quedé de rodillas, sintiendo que cualquier capacidad de usar la energía oculta se volvía imposible. —Eso ha sido producto de violentar con su magia un lugar que exigió su palabra, ya sabe, para no expresarla. No he hecho nada, así que le aconsejo que no vuelva a jugar tampoco conmigo porque pisa un suelo que me respalda en todo momento. Ahora, ayúdeme a entender algo: ¿Qué le hizo al fuego para que no pueda escucharme? —Indicó inclinándose a mi lado. No le respondí, respiraba hondo. —Prefería verlo dormido antes que sufriendo así, por eso lo hice. Sabía que en cualquier momento algo podría cambiar en usted. Y en cuanto a saber tanto, ya averiguaré lo que intentó. Por su propio bien tendrá que apoyarme con el favor que le pedí… Traté de no hacer fuerza, para no permitir que el hierro siguiera desgarrando mis músculos y tendones. —Ya no hay más convenios…—Conseguí decir. Mostró en su mirada calidez para acariciar mi cabello, pero me moví en evidente intención de querer evadir. —Es muy divertido notar lo imposible que resulta incluso en un ser como usted intentar detener un destino. Si usted no va, seguramente lo que es vendrá… Hasta entonces estaré segura que ya no está dispuesto a que se hagan más convenios. —Dimitió. Los hombres que había salido despedidos, volvían en sí incorporándose. —Tráiganlo, no es justo dejarlo en oscuridad una vez más. Al parecer le afecta no la ha superado todavía.
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