CAPÍTULO 3

1469 Words
CLOE HALL Humillada, es así como puedo describir esta situación. El café gotea por mi blusa blanca que lave ayer en la noche, y de la que estoy muy segura será difícil quitar la mancha. La mujer que vino a reclamarme alega que fue estafada por un empleado de la empresa que huyó con su dinero, me reclama a mí por todo. El dolor en mi mejilla aún está latente, imagino que tengo una gran mancha roja, mi piel tiende a enrojecerse con facilidad. Gracias a Dios el señor Harrison llego para salvarme de la situación. No perdí de vista su mirada de desaprobación, no quiero ser despedida, es solo mi segundo día de trabajo. No puedo perder este empleo que tanto me costó conseguir. Las lágrimas luchan por escapar de mis ojos. Tengo que respirar fuerte para no avergonzarme más. Un pañuelo es extendido frente a mí. Con la mano temblorosa lo tomo al sentir la primera lagrima rodar por mi rostro. Empiezo a sollozar, no por lo que pasó hoy, sino por toda la mierda que ha tenido que aguantar de la vida. Esta es la mejor excusa para llorar y no me importa pasar más vergüenza. -podrías dejar de llorar y peor por una loca histérica- una voz profunda me hace levantar la cabeza. Mi mirada recorre a un hombre muy alto y de una belleza sinigual, sus ojos oscuros me observan con detenimiento. Miro el pañuelo en mis manos. -¿es suyo?- se cruza de brazos, lo que logra que sus músculos se aprecien más. Este hombre podría pasar como un modelo de revista o un actor. -ves a alguien más por aquí- su barba le dan un toque muy varonil. Muevo mi cabeza para concentrarme de una vez. Lo que tiene de atractivo se pierde por su actitud agria. -bueno yo…- no se que decir, faltan 15 minutos para que Blanca llegue y sea hora de almorzar. No deja de verme, su mirada produce un ardor en mi estómago y el nerviosismo lo siento en todo el rostro. -es mejor que te cambies esa blusa Valient, desde aquí puedo ver la forma de tu brasier- su mirada se dirige a mi pecho. Que hombre más descarado. Cubro mis pechos con los brazos para que el pervertido no vea nada. ¿se está riendo? -eres un pervertido sinvergüenza- se lleva las manos a los bolsillos, pero mira mi rostro esta vez. -¿le dices eso a la persona que te dio su ayuda?- se burla mostrando una sonrisa sexi en el rostro. ¿estás loca Cloe? Ese hombre no es nada sexi. Bueno si un poco. -no pedí su ayuda, puedo haber pasado de largo- empuño la tela en mi mano, sé que de seguro es caro, pero no me importa. -no habría podido ignorarte- abro mis ojos de golpe, no le da vergüenza decir eso. -preferiría que si- respondo enseguida desafiante. -de nada Valient, el gracias es gratis- recalca, no veo a nadie por aquí, necesito fijarme en otra cosa que, en este hombre alto, atractivo, pero con una personalidad de mujeriego a kilómetros. -cuando lo sienta lo diré- levanto mi mentón. -me encantaría escuchar tu voz cuando la sientas- frunzo el ceño. -bueno ya, puede irse Señor mi compañera no tarda en venir- vuelve a mirar mi pecho donde la tela transparenta. Dios dame la paciencia para no hacer yo esta vez un escándalo. Hasta las ganas de llorar se me quitaron. -¿tienes ropa para cambiarte?- esta vez lo dice serio. Muevo mi cabeza dando una señal negativa. Lo mejor que podría hacer seria lavar mi blusa en el baño y secarla allí, no cuento con el dinero suficiente para comprarme otra, ayer entregue todo mi dinero a los hombres a quien debo. -eso es malo- se lleva la mano a su barbilla. Parece pensativo, a lo lejos veo a Blanca marcar su ingreso. -bueno, mi hora de comer ha llegado- enseño su pañuelo cubierto con mis lágrimas. -lo lavaré y se lo entregare si lo vuelvo a ver- no dejo que responda porque salgo directo al baño, Blanca mira la gran mancha, pero con las manos le digo que luego hablo con ella. Una vez encerrada me quito la blusa y lavo rápidamente, el jabón de baño ayuda un poco. Dejo de restregar para ver mi rostro en el espejo. Mi mejilla aún sigue roja por el golpe y mi cuello y pecho están enrojecidos por el líquido. -cuanto más tienes que aguantar Cloe Hall. Cuanto más- paso la hora de almuerzo secando mi blusa, no pierdo de vista la mirada de algunas mujeres que me observan como si fuera un animal de circo. Cuando la tela esta más seca la coloco en mi cuerpo. Me miro en el espejo, la tela está arrugada, no me importa. La mancha es visible aun, pero no puedo dejar de trabajar y menos por esta pequeñez para la empresa. Salgo del lugar, Blanca me da una mirada triste. Me acerco a mi lugar de trabajo, ella me da un fuerte abrazo. -tendría que haber estado aquí contigo cuando la mujer te agredió- le devuelvo el abrazo porque después de tanto años es la segunda persona que me ha dado un abrazo y muestra de afecto. -estoy bien- -¡cómo vas a estarlo si una loca cabeza de chorlito se atrevió a ponerte una mano encima!- me mira de arriba abajo. -es que si hubiera estado aquí le habría devuelto la bofetada sin importar que me despidieran- levanta la voz, me rio un poco por su expresión. -ya estoy mejor, el Señor Harrison se llevó a la mujer- Blanca se sorprende un poco. -¿el sexi cara de piedra te ayudó?- me burlo por el apodo al señor Harrison. -si, se acercó a la mujer, pero me miró de reojo cuando se fue- -ya me imaginaba, su ayuda vendrá con un fuerte regaño- pasan unos minutos hasta que veo al Señor Harrison. En sus manos lleva una bolsa, contesta una llamada y me imagino que lo que le dice la otra persona no le agrada. Sube la bolsa al mostrador. -el señor de la compañía te envía esto- observo la marca y no soy tonta para no darme cuenta de que es una marca cara. -El jefe- asiente- pero como supo que…- -la noticia llegó a su oficina y sabrás que no está contenta por todo esto, cámbiate y vuelve a tu trabajo- deja la bolsa y se va dejándome con la palabra en la boca. -pero que hombre tan encantador- se burla Blanca. Tomo la bolsa y saco la blusa. Es de color blanco y no voy a mentir que esta preciosa. -al menos tiene buen gusto, ve a cambiarte amiga- corro al baño y cambio enseguida. Se me ve muy bien, sonrío al espejo, al menos algo bueno de todo. Veo el pañuelo en mi mano, aunque fue un tonto le agradezco su ayuda. Trabajo tranquilamente hasta que salgo a las 7 de la noche. Tuve que hacer un reporte sobre lo que paso hoy, según el señor Harrison tengo que llenar mi ficha con algunos datos de mí. No sé porque lo pide, pero de igual forma lo hago. Camino rápido hasta llegar a mi parada, las calles están vacías. Tomo mi bolso y camino mas de prisa, siento que alguien me está siguiendo por lo que empiezo a correr. Alguien tira de mi mano y me lleva a un callejón. -¡suéltame por favor!- un hombre que no conozco me toma del cuello y manda mi cuerpo a la pared. -porqué corres preciosa- no logro distinguirlo por la oscuridad. -¡déjame!- lucho por soltarme. -E irme sin darte un mensaje del jefe- presiona más mi cuello. Su mano recorre mi hombro y estruja uno de ms senos. Su toque me causa repulsión. -por favor- ruego, pero este hombre no me suelta. su asquerosa boca toca mi mejilla, presa de la adrenalina pateo su entrepierna y empiezo a correr. Te tambalea. -¡maldita perra!- me agarra del cabello y tira fuerte. Caigo al piso, pero soy levantada por el extraño. -el jefe necesita que su dinero sea entregado de prisa, ahora necesita dos cuotas al mes- ¡esta loco! De milagro solo puedo llegar a una, pero dos. Dios, eso es imposible. -¡yo no tengo el dinero!- -¡crees que nos importa! Estas advertida sirenita, es el dinero o te conviertes en la puta del jefe- me suelta y corro como puedo, veo detrás para ver si viene. Los tacones resuenan en la acera. Me limpio las lágrimas al ver como se me empaña la vista. Unas luces ciegan mi vista, el sonido de un motor me paralizan.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD