SALVATORE KING
Rompo la nariz del tipo que tengo enfrente. Ver su cara bañada en sangre me da una satisfacción infinita. Sus manos atadas a la silla me dan la inmovilidad que necesito para seguir sacando de su cuerpo el líquido más hermoso del ser humano.
-debes de tener lo huevos mas grande de esta ciudad para vender droga en mis territorios- Stefano que está detrás de mí se soba las muñecas.
Ser el jefe de la mafia me da el poder absoluto de dominar esta ciudad. Mi padre y mi abuelo dominaron y se enfrentaron a millones de imbéciles que creían que podían quitar el poder de la Familia KING, están equivocados. Yo Salvatore King tengo en mis manos hacer respetar el apellido. Y el imbécil que estoy aniquilando con mis manos no solo se atrevió a vender sustancias en mis territorios, sino que traficaba con jóvenes que eran obligadas a trabajar en burdeles de mala muerte.
-me dijeron que te gustan las jovencitas- le enseño la navaja. Mi camisa blanca manchada con su sangre le da un aspecto más terrorífico.
-mujeres que tuvieron que ser v/oladas por viejos asquerosos, se tiene que tener huevos para eso- mi navaja hace un perfecto recorrido desde su oreja hasta su mejilla, el grito de dolor alimenta mi sed de poder.
-yo..no.. yo no hice nada- las lágrimas escapan de su rostro. Me encanta ver la desesperación en el rostro de mis víctimas, Dios, oírlos suplicar es un deleite a mis oídos.
Me volteo observando a Stefano que ríe al ver al idiota.
-él no lo hizo- sonrío.
-tal vez nos equivocamos Tore- Stefano me sigue la corriente.
-entonces debemos dejarlo libre y darle una recompensa- me burlo, el hombre empieza a moverse cuando ve el arma en mi mano.
-si, debemos darle un premio- se cruza de brazos mi mano derecha y amigo de años Stefano Harrison.
-¡no! ¡no!...- grita el hombre.
-tranquilo, le entregaremos las cenizas a tus padres- disparo su cabeza, su sangre baña mi rostro. Stefano me pasa una toalla.
-son 2 de 3 de los que tienes que cazar, el siguiente aún sigue oculto, pero lo encontraremos- paso la toalla llena de sangre. Dejo mi arma encima de la mesa, salimos del sótano de mi edificio, en la puerta me encuentro con Renzo, uno de mis hombres de combate.
-deja todo limpio, no quiero dejar ninguna huella- es un hombre de pocas palabras, pero muy leal. Sus brazos llenos de tatuajes le dan ese aire sádico y cruel que se necesita en este negocio.
Camino a mi oficina, subo el ascensor hasta llegar a la suite en donde vivo, por ahora.
-entrégame las coordenadas del próximo envío-
Me dirijo al baño, tiro mi ropa al cesto de basura. Dejo que el agua limpia hasta la última mancha de sangre. Enjabono mi cuerpo hasta que por mi cabeza pasan esos ojos azul cielo que vi esta tarde.
Un día como cualquier otro. A la misma hora de siempre saco a Pit a dar un paseo, comúnmente lo hago cerca del medio día para no tener que toparme con mocosos en el parque. Hoy como cualquier otro solté su correo para dejarlo dar un paseo, lo que menos creí fue ver a una mujer sentada en una banca lanzando su celular al piso. Su cabellera rojiza parecía fuego y tragué grueso cuando vi la forma de su cuerpo a lo lejos.
La muy altanera me trató como un puto niño, me regañó por no saber cuidar a mi perro que no sé porque no la atacó. Pit es un animal salvaje que no empatiza con ninguna persona, incluyendo a Stefano que lo conoce desde que era un cachorro. Volviendo a mi princesa Velient, mi cuerpo reacciona solo de imaginar su cuerpo retorciéndose en mi cama.
El olor de su perfume lo tengo impregnado aun en mi memoria. Necesito saber quien es ella.
Cierro la llave, seco mi cuerpo hasta envolver mi cintura con una toalla. Pit está acostado a un lado de la cama.
-no se si debería castigarte o darte un premio por lo de hoy- muevo la cabeza.
-según Renzo el cargamento pasará en Tres meses de México a Estados Unidos en la madrugada, Los Rivas enviaran un regalo por la tardanza- esa familia es la peor escoria que conozco, y más la cabeza principal de esa familia. Arturo Rivas quien ascendió al poder luego de la muerte de su abuelo y padre, no me extrañaría que fuera él mismo quien los matara. Ser el hijo bastardo de Rivas le dio el poder que se necesitaba para gobernar.
-lo que sea que te vaya a dar el bastardo de Riva quémalo y destrúyelo-
-informaré a Renzo- Stefano sale de la habitación dejándome solo. Reviso mi celular, los mensajes de mi nueva secretaria llenan mi buzón. Cierro mis ojos y solo puedo ver esa tonalidad azulada perfecta y provocativa. Duermo con la forma de sus labios en mi boca.
A la mañana siguiente me encuentro en mi oficina revisando unos papeles referentes a la empresa, revisar los balances y estado de cuentas, no es misterio para mi gente que esta empresa funciona para lavar dinero. Recibo una llamada de mi secretaria.
-señor los señores Mendoza desean verlo- no entiende el significado de No estoy para nadie, no comprende esta mujer.
Cuelgo la llamada sin responder, odio la ineptitud de esta mujer. no la he visto pero sé quien es. Megan Thompson, mujer de 25 años, graduada de la mejor universidad del país, hija de un bastardo que vende autos. El celular vuelve a sonar y tengo ganas de lanzarlo como la princesa Valient al suelo.
Harto de estar aquí salgo de mi oficina para encontrar vacío el puesto de mi secretaria, es hora de almorzar, el mejor momento para dar un recorrido por mi empresa. tomo el ascensor del personal para escabullirme. El primer piso está vacío, llevo las manos a los bolsillos, mi celular vuelve a sonar, decido ignorarlo. La única persona que puede llamarme es Violeta. La muy tonta no entiende que no quiero tener nada con ella ¿las mujeres realmente saben escuchar? Si no fuera hija de uno de mis mayores proveedores la mataría sin piedad alguna. Un par de cogidas y ya piensa que estamos en una especie de relación.
Puedo admitir que la chupa muy bien, pero eso es todo. Es igual que todas las mujeres que he conocido y cogido, simples, insípidas y aburridas.
-¡me vas a decir que es mi culpa no saber que me iban a estafar!- una mujer con unas piernas largas le grita a no sé quién.
-señorita, ya le expliqué que como empresa no se contratas a terceros a…-
-¡¡me importa una mierda lo que digas mojigata!! Me devuelves mi dinero o te juro que haré que te despidan inútil- La mujer levanta el café que tiene en sus manos y se lo avienta a la recepcionista.
Una cabellera pelirroja capta mi atención y tengo que avanzar más cerca para verla bien. En otra situación me daría media vuelta y me iría, no me importa el sufrimiento de los demás. Pero esta vez avanzo para encontrarme a la misma mujer de ayer. Ella no se percata de mi presencia porque toda su atención está en la loca histérica.
El líquido se esparce por su barbilla y cuellos. La veo hacer una mueca de dolor.
-necesito hablar con tu jefe ahora mismo-
-señorita, lo lamento pero..- la loca levanta la mano y voltea el rostro de mi empleada. Una ira crece en mi pecho al ver cómo la mejilla de Valient se torna rojiza. Tenso la mandíbula y camino.
-¡cómo te atreves a responderme inútil! Voy hacer que te despidan- veo el terror en los ojos de mi empleada por las palabras de la loca.
-lo lamento señorita...- baja su cabeza apenada pidiendo perdón cuando fue a ella a quien aventaron café caliente que enrojeció su delicada piel, pide perdón aun cuando fue a ella a quien abofetearon.
-al menos ten la decencia de ponerse ropa más llamativa, pareces una moribunda- Stefano mi mira prestando atención a la situación, muevo mi cabeza para que actúe porque sabe que si yo intervengo soy capaz de abrirle la mandíbula a la mujer que acaba de agredir a mi princesa.