Matías.
-Esta bien, gracias. Mañana lo guardo con sus documentos.
-¿Puedo hablarte un momento?- me dice.
-¿De que, tío?- Noemí lo mira atenta.
-De negocios. No lo voy a golpear. Tranquila- se ríe mientras lo dice, pero no le creo.
Salimos rumbo a mi auto, cerrando la puerta en el transcurso.
-De verdad quiero saber si no estás jugando con ella. Es muy importante para mi- me dice serio.
-No estoy jugando con ella. Me importa más de lo que imagina. - aclaro.
-Se te nota en los ojos. Ahora- hace una pausa mientras piensa en sus próximas palabras.-¿Tu sabes que cuando mi amigo se entere va a romperte todo?
-No creo que este muy feliz y soy consciente de ellos- miró mis manos seguro de lo que hablo- Soy un don nadie para ellos y van a esperar algo mejor para su hija. Pero voy a luchar para estar con Noemí si ella así lo desea.
-¿A ti te preocupa que seas poca cosa para Noemí?- parece que no lo entiende.
-Ya lo dijo, asique no tengo dudas de que lo soy.- hablo recordando sus palabras después de la última cena.
-No, Matías. Yo me refiero a que él te dio la confianza de cuidar de su niña y tu te acuestas con ella- lo último salió más como queja que como comentario.
-Yo espero poder hacer más que eso con ella. No es un juego para mi.
-¿Mi sobrina lo sabe? - realmente parece curioso al respecto, por lo que junto mis cejas. Tal vez el notó desinteres de su parte y yo no- No me mal entiendas. Se nota que le pasan cosas, pero es importante hablar las cosas para que no terminen como sus padres.
-Lo hablaré con claridad, señor Mauricio.
-Muy bien. Mañana tenemos mucho trabajo. Anda a descansar, muchacho.
-Lo puedo acompañar si gusta- me ofrezco.
-No. Gracias. Se hacer lo mio- zanja con un guiño.
Dejo dinero en sus manos para los gastos y parto a casa para intentar descansar. Todo lo que a pasado durante el día me da vueltas en la cabeza. La resistencia de Noemí a confirmar algo tan obvio como que estamos juntos, me parte al medio. No pensé que dolería, pero lo hace.
En realidad no debería de molestarme porque así lo habíamos acordado. Solo que me pareció absurdo negar lo que era evidente para su tío. Creo que el puede lograr sacarnos a ese tipo de encima.
Llego a casa, pero mi cuerpo no está cansado, solo mi mente.
Entro al gimnasio para ejercitarme hasta caer rendido. Nuestros últimos encuentros con Noemí vienen a mi mente y me sacan sonrisas. Sus ojos miel son hermosos y puedo perderme hora en ellos.
Entro a la ducha para quitarme todo el sudor y me tiro en la cama. Huele a ella, pero siento el frío de su ausencia. Las últimas noches, solíamos dormirnos juntos. Puedo acostumbrarme a hacerlo para siempre sin dudar.
Caigo rendido y envuelto en mis pensamientos hasta que mi timbre suena. Es domingo. La única que puede venir es Noemí y corro higienizarme muy rápido y luego a abrir la puerta.
Sus brazos se extienden y nos fundimos en un beso que me sabe exquisito.
Nos movemos a mi cuarto quitando nuestras ropas en el camino. Necesito sentirla. Todo yo necesita sentirla.
La tomo en brazos como una princesa robándole una sonrisa que se escucha como la maldita gloria.
Mis labios recorren su cuerpo de arriba a abajo con delicadeza. Sus uñas largas eriza mi piel cada vez que me toca y sus gemidos son mi maldita perdición.
-Quiero duro Matías, por favor- y quien soy para negarme a ella.
-Oh ¿si? Ya veras.
Tomo sus piernas y las pongo en uno solo de mis hombros para entrar y salir muy lento y duro. Mantengo su cuerpo apoyando en la cama hasta que sus piernas comienzan a temblar y se que esta muy cerca.
De golpe las bajo y suspira frustrada. Doy vuelta su cuerpo con mis manos en sus caderas y echo su pecho hacia adelante antes de meterme en su cuerpo todo lo profundo que mi propio cuerpo es capaz. No le permito llegar que la cambio de posición. Su humedad es increíble y voy a hacer que goce este orgasmo como ninguno. Tomo su pierna derecha y la giro para dejar la izquierda entre las mías y la derecha sobre uno de mis hombros a la vez que me vuelvo a hundir en ella. Sus gemidos de placer me vuelan la cabeza. Su pelvis y la mia rozando constantemente me tiene al limite. No sé cuánto más puedo aguantar, asique decido bajar la intensidad de mis movimientos y cierro los ojos tratando de pensar en cualquier otra cosa.
Su movimiento me sorprende cuando enrosca su pierna y me tira hacia atrás.
Una risa se escapa de ella.
-¿Estas tratando de aguantarte y no darme lo que quiero?- niega mientras se sube sobre mi cuerpo. - Estas equivocado, cariño.
Tiro con la intensión se robarle un beso por llamarme cariño, pero quita mi mano mordiendo sus labios y se posiciona donde se le da la gana. Un solo movimiento y nuestros cuerpos son uno solo. Sus ochos me vuelven loco. Apoya sus manos en mi pecho y araña todos mis pectorales cuando sube para dejarse caer de golpe.
Ya no puedo pensar y me entrego a lo que quiere. Quiere todo de mi, pues que lo tome.
Sus movimientos se sincronizan y la siento temblar sobre mi y aprisionar la parte de mi cuerpo que tiene dentro suyo. Tiro de sus pezones con mis dedos índice y pulgar a la vez que me dejó ir. Sus espasmos causan fuego en mi y la guió con una mano en la cadera hasta que desaparecen.
Ya satisfecha, se tira a mi costado tratando de regular su respiración.
-Te extrañé- confiesa con una sonrisa. - No puedo creer que te extrañé.
-Yo te extrañé más, cariño. - y vuelvo a besarla.
Sus palabras me alivian. Al menos parece que estamos en la misma página.