Noemí.
-Llamemos y pidamos que venga- le apuro.
Ella va a buscar su celular.
-Hola, papa- espera atenta y sonrie- eso eres ¿o no?
Ella escucha atenta mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Supongo que el tío notó de inmediato que le dijo papá. Me hace muy feliz por ellos.
-Si, en verdad lo siento. Tu me has cuidado desde siempre. Mejor dicho desde que estás con mamá- se escucha la risa de mi tío a la par de la de Alfon- yo también te amo mucho, pero en realidad te llamaba por otra cosa.
Se acerca a mi para poner la llamada en alta voz.
-Dime, hija que no estás metida en un lío. -La preocupación del tío traspasa el auricular.
-En realidad soy yo, pero mis padres no pueden saber, tio- intercedo.
-¿Qué hiciste, Noemí?- resopla al otro lado.- habla tranquila que estoy solo en los establos.
-En verdad necesito decirte esto personalmente. Esperaba que pudieras viajar para que lo hablemos- suplico.
-Es importante en verdad, papa- Alfon trata de ayudarme.
-Años de vida me da que me digas papa- murmura con voz rota y lo imagino llorando- voy a hacer lo posible para viajar, pero si es muy grabe hay que hablar con tu padre, Noemí.
-Esta bien, tío. Gracias. Te quiero.
-Estás chicas piensan que un te quiero compran todo. Un maldito blandito, eso soy- habla y nosotras largamos la risa.
Los dejo hablando y me voy a la cama tranquila de que esto tiene solución, parcial pero solución al fin.
Al otro día, luego de la oficina, me voy directo a casa con Matías. No sabía cuanto peso quita de encima que mi amiga sepa que estamos saliendo, hasta que me incentiva a ir tras él.
-Anda a darte un gusto tranquila Noemí. Se nota que necesitas descargarte.
Nos reímos por su comentario pero no lo niego.
Golpeó su puerta y me abre al instante. El mensaje que le envié antes lo hizo estar ahí esperando por mi.
-Mi tío vendrá a ayudarnos- es lo primero que le digo con una sonrisa.
-¿Enserio? ¿Con qué? - pregunta
-Con la denuncia contra Dublin.
-¿Lo del divorcio?- vuelve a interrogar.
Niego con mi cabeza, la sonrisa aún tatuada en mi rostro.
Toma mis manos y me acerca a él para tomarme en un beso. Sus besos son únicos, pero este lo es aún más. Es lento, suave, delicado. Me trata como si fuera una rosa vulnerable y mi piel se eriza al instante.
Posiciona sus manos en mis glúteos y en dos movimientos mis piernas se enroscar en sus caderas.
Nos mueve hasta el dormitorio donde se encarga de besarme suavemente. Los roces de nuestros cuerpos me tienen en una nube de la que no quiero bajar.
Quita prenda por prenda, con una lentitud agonizante mientras busca mis ojos. Yo solo suspiró. Nunca creí que podría sentir más que deseo, pero esto es diferente. Siento cariño y no puedo ocultar que yo también le tengo mucho cariño.
Sus labios vuelven a mi boca con suavidad. Un brazo se extiende y se pone protección para volver encima de mi cuerpo con la misma tranquilidad con la que me ha tratado.
Sus manos toman mis costados y viajan hasta mis brazos donde sus dedos rodean los míos y en solo movimiento entra en mi.
Su piel me sigue rozando en cada movimiento mientras somos solo suspiros. Cada poco tiempo realiza un recorrido por toda la parte superior de mi cuerpo. Mis labios, el lugar justo debajo de mi oído, todo mi cuello, mis hombros y mis manos unidas a las de el.
Mis piernas lo rodean para que no se aleje de mí intimidad completamente húmeda.
-Oh, mierda Noemí- jadea.
-Más rápido, Matias- suplico.
-No cariño. Solo disfruta y siente- me dice en un susurró antes de volver a besarme intenso y lento.
Sus movimientos son un baile lento, entrando y saliendo de mi cuerpo acercándose y alejándose una y otra vez. La fina capa de transpiración entre ambos se siente suave, tiene olor a nuestros perfumes y mi mente graba cada detalle.
Me dejó guiar mientras toda mi piel se encrespa. El calor comienza a formarse en mi cuello, donde sus labios se aprovechan del acceso al echar mi rostro hacia atras. Tiemblo mientras me dejó ir junto con el en un órgano único.
Permanecemos abrazados mientras siento su hombría palpitar en mi interior y mi cuerpo se tensiona y se relaja a su alrrededor.
Nuestras respiraciones comienzan a volver a la normalidad. Sus labios siguen recorriendome y suelta una de sus manos para acomodar mi cabello mientras me observa con una media sonrisa de esas matadoras. El momento en si es único.
-Eso fue increíble. Nunca me había sentido así. Gracias- pronuncia.
Sus palabras Dan vueltas en mi cabeza. ¿Nunca lo sintió? ¿Qué significa eso?
-Gracias ¿porque? - es lo único que le digo.
- Por hacer este momento especial. ¿Fue especial para ti?- sus dudas están ahí y puedo verlas.
-Fue increíble Matias- mi mano pasa por su rostro en una caricia. Sus ojos están cerrados y los beso.
Esos ojos celestes me miran intenso. Sus labios me regalan otra sonrisa y vuelve a besarme para seguir metidos en el cuerpo del otro por lo que resta de la noche.
En algún momento nos levantamos a alimentarnos, por mientras solo nos miramos en silencio hasta que uno decide acercarse para unir nuestros labios y luego sonreír. Al finalizar, se levanta, tira nuestros platos al lavabo de la cocina y toma mi mano para guiarnos a la habitación nuevamente.
Los besos van y vienen. Las manos no dejan lugar para recorrer. No hay palabras, solo nuestros cuerpos expresando lo que las palabras no pueden lograr.
Es una persona única en el mundo. Su atención me tiene cautivada y el calor que recorre mi cuerpo cuando se prende a mis labios o sus manos me presionan con cariño, me hacen replantearme todo lo que se viene por delante, a la vez que preguntarme lo que pasa por su mente.
Esta noche solo quiero esto. Ya mañana habrá tiempo para pensar.