Noemí.
Volver de Las Vegas sabiendo que todos allí conocen nuestro secreto, me deja con un humor de perros. A demás de disimular frente a Alfonsina, debemos encargarnos de buscar a un abogado que se atreva a meterse con ese tipo y encima nos divorcie.
Mi padre moriría de decepción si se entera de esto.
Mi amiga sabe que algo pasa y no quiero contarle nada. Sin querer, puede irse de boca con los tíos y me metería en un buen problema.
Nuestras tardes-noches, se centran en dar con un maldito abogado, pero parece que al tipo lo conoce todo el mundo.
Nuestros encuentros se ven reducidos por esto mismo. Ya no tenemos en mente estar pegados todo el tiempo.
Algunas veces, mi cuerpo me pide una descarga y voy por ella, justo como ahora.
-Llegaste. Pensaba que tal.- no lo dejo terminar de hablar y me abalanzó sobre él.
Su cuerpo y el mío comienzan con este baile que nos tiene ardiendo a los dos por igual.
Empujo su cuerpo y lo dirijo a su dormitorio mientras quito toda la ropa que puedo. Mis manos son hábiles con el tiempo y desabrocho su cinto y el primer botón de su pantalón para empujarlo directo a la cama.
Mi rostro está serio, pero muerdo mis labios para que entienda que necesito esto, justo en este instante. No después.
Parada en la mitad de la cama quitó toda mi ropa bajo su mirada, que recorre todo mi cuerpo. Al instante noto lo que provocó en él. Toda su anatomía disponible para mí.
Cuando veo que quiere abrir su boca, me abalanzó sobre el y tiro de su cuello para prenderme de sus labios. No quiero hablar, quiero sentir, sentirlo.
Nos tiro a ambos hacia atrás y estiró mi mano para tomar la protección que rasgo con mis dientes y colocarla.
-Oh, mierda- habla exitado.
-No hables. - y de un solo movimiento bajo sobre toda su longitud.
Un gemido ahogado se nos escapa y nuestras manos vuelan al cuerpo del otro, tocando todo lo que podamos. Espaldas, glúteos, brazos, cuello, cabello.
Me muevo en ochos sobre Matías y se que esta a punto de llegar cuando comienza a temblar. Ver su rostro rojo, sus abdominales tapados en sudor y como una de sus manos toma mi rostro para besarme, me hace acompañarlo a ese lugar del que no querría salir nunca en mi vida.
Nos quedamos como estamos. El acostado y yo sobre su cuerpo. Matías besa mi coronilla una y otra vez y sus brazos se enredan en mi espalda para pasar la yema de sus dedos por todo el espacio.
-¿Qué fue eso?- pregunta.
Me encojo de hombros porque en realidad no lo se.
-Tenia ganas, supongo.
Se echa para atrás para reír y aprisionarme en sus brazos con más fuerza.
-Esta bien. Me encanta- dice con voz tranquila después de tranquilizarse.
-Ahora si puedes decirme.
-Mmm Es que hay una firma de abogados nueva y tal vez ellos quieran. - me cuenta.
De golpe me enderezo y lo miro a los ojos. Siento el brillo de la emoción en ellos.
-¿Enserio? ¿Dónde?- ya me salgo y me dirijo al baño.
Siento sus pasos detrás de mi.
-Por acá cerca. Nos esperan a las 8. Hicieron una excepción porque les dije que tú salías a esa hora del trabajo. - me cuenta.
Miro mi reloj y noto que faltan 10 minutos para eso.
-De prisa. Es hoy. Al mal hay que darle prisa. - lo apuro.
A las corridas nos arreglamos y salimos disparados. Su rostro se torna serio de pronto y me preguntó que esta pasando.
No me deja preguntar que ya me dice que estamos en el lugar.
La oficina es en una casa particular, pero mientras sean valientes, me importa poco.
-Buenas noches, tengo una cita con el abogado Ríos. -se presenta ante una secretaria.
-Los está esperando. Pasen por acá.
La señora, algo mayor, nos guía por un pasillo hasta un despacho.
-Señor Ríos, los señores Rivero. - anuncia.
Yo miro a Matías porque no puedo creer que nos agendó con su apellido, pero no digo nada.
-Buenas noches, gracias por cedernos un lugar tan tarde.- se presenta Matías. - Matías Rivero, Niemí Ferreira.
Le doy una mano y me siento.
-Un gusto conocerlos. He oído de sus inversiones, asique escucho atento.
-En realidad no venimos por eso. - El abogado nos mira con sus cejas juntas- Fuimos drogados en Las Vegas y eso nos llevó a un matrimonio que ninguno queria- le digo de inmediato.
-Debo suponer que tienen las pruebas que abala su acusacion, señora Ferreira.
-Tenemos las pruebas y sabemos quién fue- acota Matías.
-Adelante.
Comenzamos a contarle todo, el incidente, la mañana siguiente, nuestras sospechas respecto al tipo que me acosó a la noche y lo que descubrimos después. El parece abierto a todo, hasta que le decimos quien es el involucrado.
-Voy a ser lo más honesto que pueda, porque tengo una hija y no me gustaría que esté en su lugar- nos mira a los ojos en espera de aprobación. - Nadie les va a tomar su caso. Uno de sus socios por fuera del bufet contactó a todo el mundo. El primero que se atreva a interceder por ustedes, tanto en la denuncia contra Dublin o su divorcio, se verá en graves problemas. Les aconsejo que busquen muy por fuera, porque ni en México, Las Vegas o Estados Unidos van a encontrar a alguien dispuesto a interceder. Lo lamento.
Mi cuerpo se siente denso en este momento. Esto no puede estar pasando. No puede ser tan poderoso que nadie quiera ir en su contra.
En un momento, el aire frío golpea mi rostro y me doy cuenta de que me encuentro afuera.
-Vamos, cariño- Matías tira de mi mano mientras yo solo lo sigo, con mis ojos repletos de lágrimas. -Deberíamos buscar por fuera, Noemí. No hay de otra, a menos que quieras mantener el matrimonio.
Sus palabras me hacen girarme de inmediato.
-No hablas enserio, Matias- lo miró directo a los ojos.
Lo que veo en ellos no me gusta, para nada.