Cuando Alessia vio a su hermano acercarse de la mano de aquella mujer, no podía creer lo que veía. Sus hermosos ojos azules observaron a Ariel y no dudó en acercarse a ella, era tal como su pequeña hermana Annie había dicho, su hermano se había vuelto loco y llevó a casa a una mujer de la calle.
“¡Explícate ahora mismo!” Exigió con brusquedad la hermana mayor mientras su esposo dejaba sus manos sobre sus hombros para que se calmara.
Marco Albini estaba gozando con aquella escena, era como ver a Alejandro minimizado a nada, no hubo un escándalo tan grande desde que se supo que él terminó la relación con Abigail Clinton.
Contempló a detalle a la mujer junto a su cuñado, si es que se le podía llamar mujer, pues su rostro era muy joven, su cabello largo y húmedo cayendo sobre su pecho, más aquella camiseta que claramente era de Alejandro, sumándole sus pies descalzos y lo inocente que se sujetaba a ese hombre mientras sus ojos evitaban mirar a los presentes, se detuvo otra vez en su rostro, era una joven delgada, pequeña y se veía tímida, cada cosa que Marco vio de Ariel solo creó una imagen morbosa para él, preguntándose si luego del baño, que claramente ella recientemente había tomado, Ariel había colocado algo debajo de esa camiseta para cubrir sus partes íntimas, no podía ver si llevaba sostén, ya que sobre sus pechos yacía su cabello; se detuvo en sus delgadas y muy blancas piernas, parecían muy tiernas para él.
Aquel hombre sintió que se podía acercar a Ariel, basándose en lo inocente de su mirada, su forma tímida de estar frente a ellos y porque no conocía a nadie allí. Él podía ser su “amigo”, conocía a Alejandro, ese no era el tipo de mujer en la que él se fijaba, era obvio que todo eso lo hacía para fastidiar.
«¿Cuánto tiempo podrá sostener esto?» Se preguntó Marco, dándole un máximo de un mes a Alejandro para que abandonara la fachada y se deshiciera de esa mujer.
Marco Albini no solo era ambicioso y sumamente controlador con su esposa, sino que tenía tintes de depravado. A sus treinta y seis años, con una “perfecta” familia, dos hijos, una millonaria esposa y muchos sueños que alcanzar, había algo que se interponía entre él y las riquezas de los Fendi y ese era Alejandro Fendi.
No se casó con Alessia por amor, al contrario, la consideraba una mujer aburrida, muy vieja a sus cuarenta años y con falta de carácter, se casó con ella porque siempre creyó que ella iba a ser la que tomaría el control de los bienes de aquella gran familia por ser la mayor, más no fue así.
En quien primero Marco se fijó fue en Annie, la joven Annie quien ahora tenía veinticinco años, pero era menor de edad cuando conoció a Marco, enamorándose de él y manteniendo una relación en secreto, de lo cual Alejandro se dio cuenta y de inmediato se opuso, logrando separarlos.
Poco tiempo después, Marco apareció, guardando mucho rencor hacia Alejandro y logrando conquistar a Alessia, la mayor de los Fendi, pudiendo casarse con ella a pesar de que abiertamente Alejando se oponía a esa boda, no solo porque él ya había tenido una relación secreta con Annie, sino porque sabía la clase de persona que era Marco Albini y el único interés que él tenía en su hermana, creyendo que ella en algún momento sería quien dirigiera las empresas Fendi, pero eso solo sería sobre el cadáver de Alejandro.
“Como ya sabrán, antes dije que me voy a casar, su nombre es Ariel Sánchez y dentro de muy poco pondremos fecha a la boda. Ella será mi esposa.”
“¡¿Pero de dónde la sacaste?!” Preguntó con angustia Alessia.
“De un basurero, eso es obvio. Hasta trajo una pequeña mochila llena de basuras que llama tesoros. Pero tranquilos, al menos ahora parece una persona, antes parecía una rata de alcantarilla, llena de mugre y con una peste que no se soportaba.” Cuando Annie quiso ir hacia Ariel, Alejandro la miró de tal modo que la hizo detenerse. Él no permitirá que ella se acercara de nuevo a Ariel. “Solo digo que es muy obvio que Alejandro se quiere burlar de nosotros, o de mamá. Porque solo se le pidió una cosa, una sola cosa, casarse y trae a esta mujer como su futura esposa.”
“¿Realmente crees que ella será parte de nosotros? Ni con el hada madrina de cenicienta esa mujer tiene arreglo, ¡por Dios, Alejandro! ¡¿Qué hay con Abigail?! ¿Cómo puedes pasar de un mujerón con todas las capacidades de ser tu esposa y representarse en cualquiera de los ámbitos, a esa pequeña cucaracha que se esconde detrás de ti? ¿De qué se trata esto?” Alessia no entendía cómo era que Alejandro nunca quiso formalizar nada con Abigail, pero ahora traía a una extraña para casarse con él.
Él pasó en medio de todos y se sentó con ella frente a su madre.
“Me gustaría que muestren un poco de la educación que tiene frente a mi novia y futura esposa. Ustedes me pidieron que me casara para poder seguir con el control de las empresa. Mamá, tú misma me hiciste esa exigencia, ¿también me exigirán con quién debo de casarme? ¿Hasta ese punto hemos llegado aquí?”
Su madre observaba a Ariel, ella ni se movía, solo escuchando todo.
“Podría exigirte que tomaras a otra persona como tu esposa y rechazar a la que has traído.” Dijo su madre, pero aquello solo enfureció a Alejandro, cansado de que ella siempre estuviera de parte de sus hermanas.
Se puso de pie y Ariel lo hizo con él, parecía su sombra.
“¿Exigirme? ¿Estás realmente pensando en exigirme con quien casarme? ¿A qué se debe eso? ¿Qué no te gusta de la esposa que he elegido?” Alejandro hacía preguntas claves para poder arrinconar a su madre y llegar al punto de callar a su familia, sin que pudieran opinar en su decisión, aunque no fuera de su agrado.
“Es que…” Realmente la señora Fendi no quería ser ofensiva con Ariel, pero cualquier cosa que saliera de su boca iba a humillar de una manera u otra a Ariel. “Solo mírala, ¿escuchaste su apellido? Y saliéndonos de eso, esa niña tiene cara que no sabe ni comer en la mesa, literalmente la recogiste de la calle, eso no se lo podrás ocultar a nadie.”
“Bien.” Ahora iba su respuesta, no solo para alborotar al gallinero, sino también para dejarlos sin voz. Sus ojos buscaron a Annie, a quien parecía divertirle la situación. Annie era una joven muy caprichosa, mimada por su madre y hermana, carente de empatía hacia los demás, tenía gustos como cualquier joven de su edad, pero tenía un gran secreto. Era amante de Marco Albini. No importó que este se casara con su hermana, ellos dos siguieron viéndose como que nada pasaba y tras varios años de lo mismo, ella continuaba con su vida amorosa, tenía novios, iba a fiestas, era muy divertida, su mejor amiga era su hermana mayor, pero seguía teniendo sexo con Marco. Nadie sabía eso, eran muy buenos para disimularlo pero…todo era hasta un día. “¿Recuerdan cuando me opuse al matrimonio de Alessia y Marco porque este ya había tenido una relación con Annie? ¡Claro que todos lo recuerdan!” Enfocó a su madre y ella desvió la mirada. “Partiendo de eso, no pueden interponerse entre mi matrimonio con Ariel. ¿Alguien tiene una cosa más que decir o quieren que yo siga hablando?”
Y de aquel modo Alejandro cayó las bocas de su familia. Tomó a Ariel de la mano y salieron de allí.
Había que comprarle muchas cosas a su nueva novia y eso no podía tardar.
Andaba descalza, poniendo un poco histérico a Alejandro.
La reunión familiar había sido tensa, pero Alejandro sabía cómo calmarlos.
Apenas empezaba con su juego de casarse, pero ya le complacían las caras que había provocado entre su familia.
La familia Fendi no solo era complicada, también cargaba con muchos secretos familiares con los que podrían destruirse unos a otros, también tenían una lista de enemigos, tanto en el sector empresarial, como en el ámbito personal.
Annie y Alessia debían de unir fuerzas para hacerle la vida imposible a esa pequeña mujer, abiertamente no se opondrían, pero eso no significaba que se iban a quedar de brazos cruzados.
En esa guerra que ellas habían empezado, le darían pelea a Alejandro.