En el último día, tuvieron que hacer el doble de pastelillos que los dos días anteriores y ya Alejandro estaba cansado. Pasar un domingo de ese modo no era decir que estaba en su mejor domingo. Aquella mañana Ariel había despertado con un sangrado leve y pensaba que ya iniciaba su periodo menstrual, pero a lo largo del día el sangrado no continuó, lo que resultó realmente extraño para ella. “Mi espalda me está matando.” Se quejó en el almuerzo. También las piernas, los brazos, dolores de cabeza y en definitiva, todo el cuerpo le dolía. “Trabajaste mucho, Ariel. Hoy nos llevaremos el premio.” Miró la forma en la que Alejandro tomaba los cubiertos, quería hacer lo mismo, siempre que lo veía ella lo quería hacer, pero…ni siquiera tomaba dos, su uso solo era del tenedor. Aún no se anima