Miró las hermosas flores que acababan de llegar para ella y las olió, sintiendo un agradable cosquilleo en el estómago. ¿Qué era esa emoción que la visitaba? ¿Qué era esa repentina alegría por unas flores que acababan de llegar? “Hay una nota.” Observó Berenice. “¡Léela!” Le gustaba la expresión que tenía Ariel desde que llegaron las flores, era una combinación de asombro y alegría. “¿Quieres ir…esta noche…al cine…conmigo?” Leyó ella. “¿Es…una…cita? ¡Me está invitando a una cita, Berenice! ¡¿Esto cuenta como cita?!” “Creo que sí, claro, ¿por qué no? Claramente es una invitación, eso lo convierte en una cita. Tu celular está sonando, contesta, puede ser él.” Ariel tomó su móvil de la repisa, aún no estaba acostumbrada al sonido o a hablar por él. “¿Hola?” “¿Te llegaron las flores?”