[ANAHÍ]
(Al día siguiente)
Anoche ha sido una montaña rusa de emociones, nervios, enfado, ese cosquilleo por dentro que tanto miedo me da, y después, por si fuera poco, el interrogatorio de Giulio… Apenas llegue a mi departamento, me quite la ropa rápidamente y me acosté a dormir, realmente quería que terminara el día, pero lamentablemente uno nuevo ha llegado y con este, nuevos retos.
Tal y como cada día, entro a la empresa saludando a todos en el camino mientras que bebo mi café de a poquito hasta que llego al taller y una vez allí, apoyo el vaso sobre la mesa, saco mi celular del bolso, y luego acomodo este a un costado de mi escritorio. Vuelvo a tomar mi vaso para seguir bebiendo mi café, y mientras tanto reviso los bocetos que están pinchados sobre la pared de corcho para ver que debo mejorar. Observo los colores, la elección de tela, la simetría de las prendas, y hasta la elección de cremalleras, botones, y demás cosas que corresponden a cada una.
Estoy muy concentrada en mi tarea, cuando de repente alguien me toma de la cintura haciendo que derrame un poco de café sobre mi ropa —¡j***r! — Exclamo al sentir que me quemo e intento separar un poco la blusa de mi piel.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! No creí que te asustaría— Escucho su voz y al darme la vuelta, allí veo a Amadeo con su pantalón de vestir color n***o y camisa blanca parado frente a mi.
—No pasa nada, me iré a cambiar— Sentencio apenas mirándolo y dejo el vaso sobre la mesa para ir hacia el perchero que esta a un lado de mi escritorio donde siempre dejo algo de ropa por si debo ir a algún sitio después del trabajo.
—An, de verdad, perdóname, no fue mi intención— Continúa diciendo mientras que se acerca a mi.
—Ya te dije que no pasa nada, la mancha saldrá fácilmente— Repito y descuelgo uno de los vestidos para rápidamente ir al vestidor que hay en el taller.
—Oye, me han dicho que te has convertido en una de las mejores diseñadoras del país— Lo escucho decir del otro lado.
—No sé si es tan así, pero me ha ido bien— Le respondo mientras me quito la ropa.
—No tienes porque ser modesta… si eres buena debes admitirlo— Dice.
—No es ser modesta, es la verdad, te aseguro que hay muchos diseñadores mejor que yo— Expongo.
—Tal vez… sabes, anoche me han dicho que yo iré contigo a Mónaco—Explica y no puedo creer lo que acabo de escuchar… me quedo inmóvil mirándome al espejo y no sé que decir —¿Me has escuchado? — Insiste.
—Si, te he escuchado— Respondo reaccionando y me comienzo a colocar el vestido color n***o.
—¿Tu novio no se enojará? — Indaga y decido no responderle. Simplemente termino de colocarme el vestido y una vez que ya estoy lista, salgo del vestidor encontrándomelo a él frente a mi a los pocos pasos de salir. Su mirada gris me observa de pies a cabeza y yo me quedo sin reacción ante lo nerviosa que estoy —Impecable— Murmura.
—¿Qué? — Cuestiono algo sorprendida.
—Eh… el vestido— Dice y me hace sonreír.
—Gracias— Me limito a responder y continúo caminando.
—No me has respondido, ¿Giulio no se enfadará porque vaya yo a Mónaco? — Insiste.
—No creo, en realidad ya ni sé que somos con él, pero eso no es algo que te tenga que importar— Expongo mientras que voy sacando las muestras de tela del cajón.
—¿Cómo que no sabes que son? Tenía entendido que eran novios, ¿no? — Insiste.
Un poco enfadada por su actitud, me giro apoyando mis caderas sobre la mesa de trabajo y lo miro de frente —Amadeo, ¿Qué tanto te importa mi vida? Hace años que no hablamos, y ya ni siquiera somos aquellos dos amigos que eran cómplices— Le pregunto bastante molesta por su actitud.
Inesperadamente él acorta la distancia entre los dos llevando sus manos a cada lado de mi cuerpo apoyándolas sobre la mesa de trabajo y me mira fijamente —No dejo de pensar en lo que paso ayer, ¿no te pasa igual? — Me pregunta sin rodeos.
《¡Oh no¡ Amadeo Mancini, yo no seré tu juguete》Pienso e intento mantener la calma.
—¿Qué quieres? Yo no sé a que estarás acostumbrado, pero yo no soy la típica mujer que caerá rendida a tus pies por quien eres— Respondo firme y se sonríe.
—Que mal concepto que tienes de mi— Susurra.
—¿Acaso debería pensar algo diferente? No se si sepas, pero estas comprometido y así todo estas aquí haciéndome todo este numerito de hombre seductor que no te queda para nada bien— Refuto y odio que dibuje esa media sonrisa en estos momentos.
—Vaya… ¿Quién lo diría? Mi dulce Anahí hecha toda una fiera— Bromea y se acerca a mi oído —Ahora entiendo porque Giulio está loco por ti, de seguro has de ser increíblemente buena en todos los aspectos…— Me dice al oído y estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para no flaquear.
—Si me sigues hablando de esa manera, levantare mi rodilla y dejare a tus padres sin la opción de que el apellido Mancini continúe gracias a tus hijos— Le digo con seguridad y de inmediato él da dos pasos hacia atrás.
—Entendí el mensaje— Expresa entre risas y levanta sus manos.
—Que bueno— Respondo sarcásticamente.
—Creo que tú y yo hemos empezado mal… ¿no? —
—Tú has sido quien se ha tomado libertades que no le correspondían— Arremeto.
—Esta bien, lo admito, ha sido mi culpa… ¿Qué te parece si para limar asperezas, te invito a almorzar hoy? — Propone.
—¿Sin besos? —
—Sin besos— Afirma.
—¿Sin arrinconarme? — Presiono.
—Sin arrinconarte… solo dos viejos amigos y compañeros de trabajo, ¿sí? — Propone.
—De acuerdo— Respondo finalmente y se sonríe.
—Vengo por ti a las doce, ¿sí? —
—Esta bien, ahora vete que debo trabajar— Le dejo saber echándolo de aquí y tan solo asiente para después salirse de mi taller dejándome respirar con normalidad.