[ANAHÍ]
Es difícil sobrellevar este nudo que siento en el estomago desde hace días, pero es que los rumores de la llegada de Amadeo no me dan tranquilidad en absoluto. Intento concentrarme en mi boceto, pero la intensa mirada de Giulio sobre mi no me permite continuar con mi tarea —¿Me dirás porque me miras tanto cariño? — Le pregunto observando de más esos ojos miel que tanto tiempo me han mirado con amor.
—¿Estás pensando en que hoy llega él? — Se atreve a cuestionar, y es que en realidad entre mi novio y yo no hay secretos; él supo desde un principio que estuve mucho tiempo enamorada de quien era uno de nuestros mejores amigos cuando éramos unos adolescentes.
Dejo mis lápices sobre la mesa de diseño, me levanto del taburete donde estaba sentada, y camino hacia él. —Te prometí algo hace dos años atrás y pienso cumplirlo— Le recuerdo y me siento encima suyo en este sofá donde él está sentado, y llevo mis manos por encima de sus hombros.
Su rostro lo dice todo, o, mejor dicho, todo lo que no se atreve a decirle —Lo sé, me prometiste que pondrías un poco más de distancia, que no hablarías con él para olvidarlo completamente, pero… aún así, entre tú y yo… — Trata de decir y resopla un tanto frustrado.
—Ya lo hemos hablado, yo… es que… es una promesa conmigo misma, ¿entiendes? — Le intento explicar.
—¿Es porque quieres esperar a estar casada? Si es así… casémonos, yo no tengo duda de que eres la mujer de mi vida, pero esto de desearte así y no poder tenerte aun teniéndote, es una tortura mi amor— Expone y puedo entender perfectamente como se siente. No voy a negar que yo también siento ganas de experimentar todo aquello tan increíble que siempre dicen que es el sexo, pero no quiero que ocurra solo por el puro deseo de la carne, quiero que todo mi ser esté en sincronía con lo que significa realmente hacer el amor.
—Amor… no es porque quiera que nos casemos, es porque…—
—No me amas lo suficiente, ¿acaso no me deseas? — Intercede.
—Giulio, no intentes ir por ahí por favor— Le suplico y me levanto de encima suyo para así alejarme de él.
Busco mis lápices, los guardo dentro del estuche, ordeno los bocetos, los coloco dentro de la carpeta y me dispongo a salir del taller, cuando siento sus pasos detrás de mi y al abrir la puerta, él lleva su mano sobre esta y la cierra —Mi amor, por favor, dime que puedo hacer para que me aceptes completamente en tu vida… me haces demasiada falta, no tienes idea de cuantas ganas tengo por estar contigo— Me dice clavando sus ojos miel en los míos.
—Yo te lo advertí cuando comenzamos esta relación— Le recuerdo.
—Anahí, llevo más de dos años esperándote, entiéndeme por favor— Me pide.
Claro que lo entiendo, él no tiene idea de cuanto… pero simplemente no puedo, hay algo que es más fuerte que yo —Lo hemos intentado y simplemente no funciono—
—Es que tú no dejas que funcione, sales corriendo cuando comienzo a querer ir un poco más allá— Me reclama.
Lo miro fijamente y no puedo más con toda está situación… —Terminemos entonces, te dejo libre para que puedas hacer lo que quieras con quien quieras— Le digo firme y a pesar de su intento por evitarlo, abro la puerta del taller con todas mis fuerzas y salgo chocándome con alguien en este pasillo de la empresa. Veo como todos mis bocetos han caído al suelo al salirse de la carpeta y me agacho a recogerlos.
—Scusa non ti ho visto— (Disculpa, no te he visto) Me dice una voz masculina grave que se me hace familiar, y al levantar mi mirada, veo esos ojos grises clavados en mi.
—¿An? — Me pregunta y no entiendo, 《 ¿Qué hace aquí? ¿Hace cuanto tiempo llego?》
No soy capaz de pronunciar ni una sola palabra, simplemente recojo todo lo más rápido que puedo, me pongo de pie, y prácticamente huyo como toda una cobarde de la cercanía del hombre a quien me anime a robarle un beso cuando apenas tenía 14 años.
—¡Anahí, hablemos! — Escucho la voz de Giulio a lo lejos, pero él también calla, y supongo que es porque se ha encontrado con él, con Amadeo Mancini; el hijo del dueño de la empresa para la que trabajo, el mejor amigo de mis padres…