Estábamos en la cafetería del hospital comiendo algo, no había desayunado y empezaba a marearme, pero era normal al saber una noticia de tal magnitud. —Por dios Alessia, deberías de estar feliz… un bebé viene en camino —comentó Gabriella con alegría—. Seré tía. Dio varios aplausos como una niña y yo solo pude bufar. Amaría poder estar como ella, pero las circunstancias en las que se habían dado este embarazo eran muy diferentes. —¿Acaso no recuerdas todo lo que te dije? —cuestioné—. Es un matrimonio falso, firmamos un contrato y en el contrato no estaba estipulado el tener un bebé. Ella se encogió de hombros. —Hace mucho que dejaron ese contrato atrás —respondió simple—. Olvídate de ese contrato, olvídate porque la realidad es que a ninguno de los dos les importa, no les importó