Zoran le dio a Abby tanto espacio como le fue posible antes de que su necesidad de tocarla lo superase. Bajó por el sendero y, de repente, Bo echó a correr. Le había cogido cariño a la pequeña bola de pelo, y ahora le parecía divertida la manera en que se negaba a ir a ningún lado sin su extraña pelota verde en la boca. Zoran justo había llegado al principio del camino cuando el simbiótico que acompañaba a Abby le envió una fuerte señal de advertencia. Se quedó inmóvil, como si el aire hubiese desaparecido de repente a su alrededor. Extendió sus sentidos y pudo sentir el miedo de Abby, además de la presencia de otro hombre cerca de ella. Soltó un fuerte rugido, luchando para evitar que su cuerpo se transformase, pero el dragón presintió el peligro que sufría su compañera y se abrió paso a