Zoran había estado paseándose de un lado al otro del porche de la pequeña cabaña desde hacía una hora. Estaba empezando a caer la noche, y Abby todavía no había regresado. Había intentado ponerse en contacto con ella, pero su simbiótico se negaba a responder a su llamada. Gruñó, asustando a Bo, que había estado jugando con su pelota de tenis en el jardín; este se tumbó al instante y enseñó la barriga para que lo acariciara.
¿Dónde estaba? ¿Qué estaba llevando tanto tiempo? ¿Le habría pasado algo? Sabía que debería haber ido con ella. Debería haber insistido en que se llevase su arma. ¿Y si estaba herida? Zoran palideció. ¿Y si la habían tomado prisionera, o peor, y si estaba muerta? Se estremeció al pensarlo, llamando de nuevo a su simbiótico casi con desesperación.
Sintió un súbito mare
