Capítulo 3

2013 Words
Capítulo 3 - ¿Que demonios estas haciendo aquí? - dije y la oficial de policía me fulminó con la mirada. Estábamos uno frente al otro frente al ascensor. La maldita policía era exasperantemente hermosa, lo que me cabreó incluso más que su presencia, su cabello estaba suelto, ondulado y brillante, cayendo sobre su hombro, llevaba una camiseta blanca, sin mangas ajustadas y con un bonito escote en pico, con una chaqueta de cuero negra, jeans y botas marrones con un tacón corto, tenía poco maquillaje en la cara, solo lápiz labial rosa y un poco de rímel en sus largas pestañas. Entiendo completamente por qué existe el karma ahora... - ¡No es de tu incumbencia! - Ella exclamo. - Ah ... entonces, ¿no viniste a arrestarme? ¿O apuntarme con una maldita pistola? – dije solo para provocarla. - ¡Vete al infierno! Maldita sea. – Me gritó ella con bastante rabia - ¡Deja de gritar! Estamos en un hospital, no estamos en un maldito bar, por si no lo has notado - Pues no, lamentablemente no vine a arrestarlo. Sr. Álvarez, El mundo no gira a su alrededor, espero que lo sepas. - Sus palabras estaban cargadas de ira, lo que hizo que sus mejillas y cuello se enrojecieran. - Bueno, para mí gira en torno a mí, sí, pero ya dime, ¿Por qué viniste aquí? – volví a preguntar - ¿Por qué te importa? ¿Por qué te importa lo que hago? – Me preguntó ella aún arisca con sus preguntas y respuestas - No me importa - respondí levantando una ceja. - Que bien. Porque no tengo la obligación de responderte. - Ella se burló de mí y apreté mis manos en puños. - Eres tan molesta… - murmuré. - ¡Y tú eres un bastardo! Espero que no hayas olvidado que puedo acusarlo y arrestarlo por acoso y desprecio. - No puedo estar en desacuerdo contigo, realmente soy un bastardo. – le doy una sonrisa. - Pero no te acosé, fue un accidente menor. -¡Ah claro! Entonces, ¿tu boca tocó la mía por accidente? – Bueno, creo que olvidé mencionarles aquel día que quizá, solo quizá, la besé para empezar con la emoción, es por eso por lo que ella esta tan molesta conmigo - ¡Si claro! ¿Crees que lo hice a propósito? ¡Que lo creas es más que indignante! - respondí haciendo drama y ella puso los ojos en blanco. - La gente solo creerá esto cuando a las serpientes les crezcan las patas y empiecen a caminar. - Creo que ya empezaron, ¿no? Estás caminando y tienes piernas… ¡Y qué piernas…! - Miré sus piernas y luego su rostro, que estaba aún más sonrojado y rojo de ira. Sonreí con picardía. ¡Maldita sea! Soy un bastardo, y creo que me van a arrestar. -Si me vuelves a mirar así, o me insultas ... lo haré ... - ¿Qué vas a hacer? ¿Eh? ¿Me vas a matar en medio de un hospital abarrotado? - le pregunté. - Tienes razón, hay demasiada gente aquí - su sonrisa se volvió traviesa, pero no en el buen sentido, sino de una forma aterradora. ¡Estaba jodido! -Qué...? - Me tomó con fuerza y ambos nos subimos al ascensor. – Oh, ya conozco tus tácticas, vas a atacarme en el ascensor, ¿no? Lo siento, pero no soy el tipo de bastardo al que engañes de esa forma solo para cogerlo en un ascensor, Incluso podría ser un bastardo completo, pero tengo... honor, puedes buscar a otro, yo no puedo, sé que soy hermoso y atractivo... - Es usted molesto. Arrogante, idiota y sobre todo, eres un hijo de puta. - Ella gritó. -Realmente soy un hijo de puta. - dije y ella resopló de rabia. -¡Quiero matarte! no vine a buscarte, no quise encontrarte, ¿Me entiendes? Te arrojé en ese ascensor para dejar en claro que los bastardos de tu especie deben mantenerse alejados de mí, debes mantenerte alejado de mí, ¿Me entiendes? - Maldita sea. -Disculpé, no entendí. - ¿Qué es lo que no has entendido? – Preguntó rodando los ojos con mucho fastidio - Me quieres lejos de ti, ¿verdad? Entonces, me arrojas en un elevador diminuto ... ¿contigo? Eso es para decirme que no quieres estar cerca de mí, ¡Ya que estás bastante cerca! - Me llevo la mano a la barbilla con aire pensativo. - Vaya ... Eso es ... Curioso. ¿No crees, poli? -Qué estás insinuando...? - La mujer policía prácticamente gruñó. - ¿Qué opinas, eh? - dije y la bajita policía gruñó de rabia y se me acercó, tuve que sujetar sus muñecas para evitar que me abofetearan, ella me devolvió el toque, zafó sus manos de las mías y me presionó contra la pared sosteniendo mis muñecas – no, nada de eso linda, no me vas a pegar hoy, ¿me oyes? Ya he donado sangre, estoy cansado y me estás haciendo perder el tiempo. Trató de aflojar mi agarre y vuelvo a tomar el control, pero esta vez, no se lo puse fácil, La mujer policía apretó los dientes con rabia y yo respiré hondo, su piel era suave y el olor a helado había invadido completamente mi nariz, por un segundo, la miré profundamente a los ojos y tuve un flashback de mi sueño, la sentí besando mi mejilla y luego besando mi cuello, sentí sus manos ... ¡Joder! Negué con la cabeza mientras me maldecía tratando de liberarme. - Eres un bastardo, ¡Suéltame! ¡Déjame ir ahora! - gritó con furia. - ¿Me vas a pegar? - cuestioné ya sabiendo la respuesta. - ¡Si no me sueltas, te mataré! – gritó con furia pura, respiré hondo y cerré los ojos, asimilando su aroma. No pude controlar mis instintos, así que la empujé hacia adelante y la arrinconé contra la pared del ascensor, ella me miró aún más furiosa y confundida, su olor era muy bueno, sus labios temblaban de ira y sus manos estaban calientes, entonces, una vez más no pude contenerme y me acerqué a ella, quise tocar mi nariz con la de ella por unos segundos, solo unos segundos, yo necesitaba eso. Mi nariz tocó la de ella por unos segundos, negué con la cabeza sintiéndome completamente mareada por la dulce fragancia que tenía su piel, quería devorarla, la quería allí mismo, en ese maldito ascensor, la mujer policía suspiró y se quedó callada, por lo que bajé mis muros y justo allí, ella me golpeo con todas sus fuerzas que... ¡Sentí que me iba a morir! - ¡Ay ... Ay ...! ¡Ay Dios mío! ¡Tu diabla! ¡Pendeja del infierno! - Hablé y casi me caigo al suelo, porque la maldita cosa, me dio un lindo rodillazo en las partes bajas, y mi pene, maldita sea, maldita sea. - ¿Quieres dejarme sin hijos? ¡Maldita sea! necesito hielos ¡Mierda! ¿Podré tener hijos alguna vez? ¡La policía quiere dejarme sin mi polla! ¡Esa hija de puta! - ¡Bastardo! ¡Me besaste de nuevo a la fuerza, Podría arrestarte ahora! ¡Bastardo! ¡Eres un gilipollas! - No, pero es tu culpa también, se notaba que también querías que te besaras, de verdad querías... - Mentí. - ¿Y por qué no me arrestas? Sería mucho mejor que esto que estoy sintiendo ahora Perra ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! Fui a mi casa totalmente enojado y con partes de mí, mi pene, por ejemplo, doliendo como el infierno, ¿Cómo puede alguien ser tan brutal? ¿Tan estúpida? ¿Tan deshonrada? ¿Tan linda? No puedo creer que me atrapó en un maldito ascensor y me golpeó, Maldita sea, esa perra del infierno, maldita poli, ¡Quería matarla!, pero era tan hermosa, además fue mi culpa, yo no pude contenerme y la besé, era un estúpido, había sido un completo estúpido Cuando llegué a casa, puse una lasaña congelada en el microondas, luego me di una ducha, hasta que la lasaña estuvo lista, en la ducha, frotándome con jabón y luego lavándome la cara, viajé de regreso al ascensor, su rostro, esa maldita policía, se me apareció, estaba loca. Estaba muy enojada, pero su olor era tan bueno, tan bueno, el mismo sabor de sus labios, ese aroma a helado y chocolate, sus ojos brillaban, su voz era mortalmente seductora, a pesar de que era una bestia, todo sobre esa maldita cosa me atrajo, vi la ira en sus ojos cuando la inmovilicé contra la pared y eso me gustó, Mi nariz hormigueó cuando tocó la de ella, luego la escuché jadear y gemir... luego mi polla estaba siendo golpeada. Negué con la cabeza enojado conmigo mismo porque no podía sacar a esa perra de mi cabeza y pasé mi mano por mi cara para conseguir un poco de agua, cerré la ducha, agarré una toalla y fui al dormitorio, solo me puse unos pantalones deportivos negros y me peiné, fui a la cocina y saqué la lasaña preparada del microondas, la lasaña no fue tan buena, pero estuvo bien porque no quería pedir comida, no tendría tiempo porque solo quería dormir un poco, Así que terminé de comer y lavé los platos a regañadientes. Necesitaba hablar con Juan, mi compañero de trabajo y amigo, ya que le acababa de decir que no podía ir a trabajar, y él había dicho que me cubriría en el trabajo, pero mi amigo es muy torpe, un tonto que ama la cola con falda, si sabes a lo que me refiero, ¿no?, Juan era alguien digno de confianza, pero muy predecible, y que se olvidaría de su propia cabeza, si no estuviera pegada a su cuerpo, nos conocemos desde hace más de 5 años, es un buen tipo, un poco idiota y raro, pero es un buen tipo. Caminé por la habitación, un poco impaciente, así que llamé a Juan. - ¡Oye hermano! Que bueno que me llamas... ¿Qué haces en casa un viernes por la noche, eh? Amigo, estás perdiendo el rumbo… - gritaba la irritante voz de Juan al otro lado de la línea, cargado con el sonido de música fuerte y voces cruzadas. El hijo de puta está en la "Taberna del placer", la discoteca más cool e ilegal de Nueva York, Maldita sea, no puedo creer que esté ahí ... sin mí, Maldito gilipollas. -¡Maldita sea! Mi hermana está en el hospital, ¿lo olvidaste? ¡Eres un animal! - Grité y escuché a una mujer reír. -Perra ... ¡es cierto! Ella no murió, ¿verdad? - La voz de Juan indicaba que él estaba totalmente loco y perdido, debe estar borracho, como una mofeta, no es de extrañar que este idiota necesite siempre de una niñera, en este caso, yo. - Estás bastante borracho, ¿verdad? - cuestioné, pero ya sabía la respuesta. - Ningún hombre, claro que no ¿Crees que estaría borracho sin ti? Ningún hombre, respeto nuestra ... amistad. -Ah ... ¡Vete a la mierda! – murmuré con diversión - Juan? ¿Si hiciste el reportaje? – Pregunté, pero él solo murmuró algo ¿Sí o no? - Sí, lo hice, y las fotos fueron tomadas ayer. - dijo y yo grité mentalmente de alivio. - Excelente. ¡Hasta el lunes! - Colgué el teléfono porque tenía mi información. ¡Juan, maldito gilipollas! ¡No puedo creer que estés bebiendo sin mí! Hijo de puta, al menos ese bastardo me encubrió, porque la bruja, de mi jefa pequeña, se comería mi hígado y daría mis sobras a los labradores que viven con ella. Me acosté en la cama, pero no tenía sueño, me sentía cansado pero no quería dormir, algo me estaba reteniendo, o mejor dicho, alguien me detuvo mientras se paseaba muy lentamente por mi mente ¡Maldita sea!
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