EL EJERCITO DEL ALBA

3208 Words
La luz desapareció de pronto, y frente a mí estaba Nigromante observándonos como si no creyera lo que veía ante él. Nos encontrábamos en la habitación donde Esteban y yo habíamos convivido como esposos.  — ¿Jon, ese es Esteban? — Preguntó Nigromante yendo a su encuentro. —No tenemos mucho tiempo, Nigromante. Esteban no está muerto, está en trance. ¿Crees que puede salvarse? Jon acomodó a Esteban sobre la cama, sin quitarle las cadenas, Esteban parecía dormido, Jon se inclinó hasta quedar muy cerca de él. Su torso estaba descubierto dándonos a conocer la mitad de su pecho ennegrecida, el olor a quemado seguía siendo muy fuerte. Mis custodios lo observaban detenidamente con el rostro endurecido. —Jon esto es muy grave. Quizá podré aplazarlo un poco pero no sé si podré salvarlo, se necesita detener a quien lo controla. —Entonces tendré que volver, bien sabes, que él no puede morir. No de esta forma. —No, Jon. Me temo que no hay tiempo. Debes detener al Ejército del Alba. Yo intentaré evitar la muerte de Esteban, aunque no te prometo nada. Jon parecía muy preocupado, me pareció sorprendente que intermediara por la vida de Esteban. Estaba tan sorprendida por lo que pasaba que olvidé a mi padre. Me aparté de ellos, sin verlo al alcance de mi vista. Me horroricé al darme cuenta que yacía tendido en el suelo a una distancia prudente de donde estábamos. — ¡Dios mío! Padre— Exclamé. Acumulé mucha energía para salir a su encuentro, pero cuando di un salto para ir hacia él Nigromante me sujetó con fuerza de un brazo, impidiendo salir a toda prisa. —No, Alexia, no lo toques. Él está en trance. Él no fue raptado en vano, todo esto es un plan muy bien elaborado. No subestimes lo que ves. Me quedé petrificada sintiéndome muy afectada. —Jon, vete. Debes velar porque el castillo no sea invadido totalmente, si lo logran no podremos salvar a nadie. Debes llevarte a Alexia, ella no puede estar presente. Daté prisa yo me encargo de ambos, sabes que lucharé para que ninguno fallezca. Jon le clavó la vista sin decir nada más. Se apartó de Esteban dejando la espada sobre la cama y me extendió su mano. Yo se la di. Nos marchamos dejando a Nigromante con dos posesos en la misma habitación. Para mí, eso se traducía en peligro, pero no había otra opción. —Jon puede ser una trampa, me refiero a dejar solo a Nigromante con ellos— Objeté con preocupación. —No se preocupe Princesa, Nigromante sabe muy bien lo que hace. A pesar de conocer a Nigromante, temía por él. —Es demasiado siniestro, no entiendo cuál es el objetivo. Jon, creí que Esteban ya estaba muerto, o al menos lo estaría por el filo de su espada, jamás pensé que seguiría vivo. Íbamos tomados de la mano yendo a toda prisa. —Él sabía lo que tenía que pasar, pero aun así intento corroborarlo, se cercioraba de qué clase de ser soy. Ahora lo sabe, no puedo matarlo. — ¿Qué? —Princesa, no debo matarlo, aunque en verdad sentí la necesidad. Esteban, tenía la misión de encontrarme. No entiende porque lo permití. Él creyó que sería yo quien la desposaría. Traté saliva, un poco aturdida. — Entonces, no es posible su muerte. Comprendo que es porque comparten el mismo linaje. —Bueno existe la posibilidad, pero mis razones sinceramente son otras. Fruncí el ceño sin comprender. —Él no debe morir, no lo permitiré. — Agregó. No quise añadir nada más, pero rondaba por mi mente la duda, qué otras razones podían tener Jon para mantenerlo con vida a pesar de la amenaza que presentaba para mí y para el Reino entero. Sin embargo, preferí dejar de lado mis dudas y disfrutar su compañía. No podía creer del modo en que íbamos sujetados, nuestras manos entrelazadas, él me tomaba con fuerza, yo apretaba su mano.  Con disimulo le echaba todo el tiempo la vista a nuestras manos, y al igual que yo, todos los soldados. No puedo negar cuanto disfruté de ir así y de su mano. Rápidamente llegamos al patio de armas. Jon silbó a como acostumbraba. Al instante venía a toda prisa Bruno. Jon me soltó cuidadosamente y se trepó él primero y luego me ayudó a subir. Bruno llegó hasta la barbacana rápidamente, alcé mí vista hacia el frente al ver tanto humo, fue imposible no asustarme, intentaban quemar la entrada del castillo. La humareda nublaba la vista. Jon animó a Bruno para que fuera más lento. —Jon, ¿quiénes nos atacan? — Pregunté aterrada, mientras tosía por el olor tan fuerte ha chamuscado. —Es el Ejército del Alba. Tengo conmigo la llave para evitarlo—. Dijo desenvainando su espada. Abrí los ojos a más no poder. Ya en una ocasión me habían explicado que la espada de Jon era un medio único por el cual el ejército del Alba había sido comandado, ganando así la invasión para que nos devolvieran el castillo y nuestras tierras. Bruno continuó avanzando hasta llegar al muro principal. Se detuvo justo allí, ambos nos desmontamos. Me pareció sorprendente, nuestros soldados luchaban con gran valentía por impedirle el paso al ejército del Alba. Unos estaban sobre todo el muro, en la parte alta defendiendo el frente del castillo, (Torre de flanqueo) otros lanzaban flechas desde la otra parte alta más alejada (Desde la barbacana) y otros defendían la entrada. Todos y cada uno de ellos, llevaban una cruz como la que Jon me había entregado. —Princesa, por favor inclínese, siga detrás de mí—. Ordenó Jon al subir el graderío para llegar a la parte alta de la torre de flanqueo, soltando mi mano con sagacidad. Alguien nos impidió seguir avanzando. — ¡Necesitamos ideas General, será imposible evitar que invadan el castillo! Tenemos muchos heridos, y las tropas no pueden salir, estamos rodeados. Pude reconocer al valiente guardia, Talión, que hasta donde sabía él era el General. Pero Jon se veía sereno sin ningún tipo de mortificación o angustia. —No te preocupes esto acabará más pronto de lo que imaginas, ¿confías? —Sí, General—. Respondió. —Bien siendo así custódianos y cúbrannos hasta la parte alta de la torre de flanqueo.  Talión ni siquiera dudó, llamó a otros guardias que tenían puestos sus yelmos, no permitieron que nada nos lastimara hasta llegar a la torre de flanqueo. Mis ojos parecían no creer lo que observaba; aunque aún permanecía inclinada, desde una se las sucesiones de las aberturas sobre el muro pude verlo, un ejército inmenso, imposible contarlos de uno en uno. Todos estaban vestidos muy parecidos a Nigromante y a Jon, tal como los había encontrado en aquel hermoso lugar donde Jon se encontraba cautivo, un traje que les permitía tan solo mostrar los ojos. Los trajes resplandecían, dorados, brillaban como el oro desde la distancia, con armaduras del mismo color todos coordinados, parecían cientos y cientos de hormigas queriendo ingresar por la fuerza al castillo.  Los trajes idénticos a la espada de Jon, los mismos detalles. Talión subió y llegó hasta nosotros, y hasta él se quedó paralizado al ver el inmenso ejército luchando por ingresar. Tal como lo había pensado la puerta del castillo estaba siendo quemada. —Talión debes ir a la entrada y en cuanto te de la señal la abrirás. Una vez más obedeció fielmente a Jon. Jon me vio fijamente y desenvainó su espada. Posteriormente se arrodilló, colocando la espada de punta hacia el suelo para reclinarse luego en la empuñadura, cerrando los ojos. Parecía decir un recital o como oraciones. Al terminar, inmediatamente una luz lo envolvió, y cuando la luz se extinguió tenía un traje como los del ejército, brillaba hermosamente del mismo color, la armadura del pecho tenía dibujada una corona. Aún tenía descubierto su rostro, se lo cubrió él mismo dejando solo a mi vista sus hermosos ojos azules. Me clavó la vista y luego se paró al filo del muro y elevó la espada, la cual brilló como el sol. Dio una orden en un idioma raro con una voz fuerte. Inmediatamente el ejército se quedó paralizado. Todos de uno en uno se iban volviendo a Jon. Todos quedaron en dirección hacia donde él estaba y con pleitesía todos mostraron una solemne reverencia. Estaba boquiabierta sin creer lo que veía. Jon maniobró su espada para luego apuntar al lugar donde se encontraba Talión.  El puente levadizo descendió inmediatamente a pesar de estar medio encendido. Jon envainó su espada y rápidamente usó una soga que yacía a sus pies, la ató a una de las almenas, y luego a su cintura. Me extendió la mano sin dudar le di las dos, pero él me apretó con fuerza, y nos quedamos en la orilla del muro, con gran facilidad hizo que brincáramos desde esa enorme altura. Se me escapó un leve quejido en cuanto sentí la fuerza de nuestros cuerpos caer, y aunque ya antes lo habíamos hecho me causó el mismo miedo y pánico de la primera vez. No caímos al foso, aunque este era muy ancho y grande. Dimos del otro lado, Jon se las arregló muy bien para que nuestra caída fuera exitosa. Todo el ejército continuaba en reverencia. Dio otra orden en ese extraño idioma y varios soldados que se encontraba frente a nosotros se pusieron de pie, custodiándonos. Los demás abrieron paso dejándonos ir hacia el frente sin ningún problema. Justo a una distancia prudente se encontraba Damián aprisionado por un solo soldado. — ¿Alexia? Aún sigues con vida— Mencionó sumamente deslumbrado al verme. —Sí, Damián. Pero no entiendo, ¿Tú hiciste esto? ¿Por qué? Mi padre siempre te ha querido como a un hermano, siempre han estado unidos apoyándose uno al otro, ¿no comprendo con qué objetivo? ¿Querías matarnos? Olvidaste que eres mi suegro y como un segundo padre. Jon se encontraba a mi lado, sin ser descubierto por Damián. Pero Damián me veía con un gran aborrecimiento. —Nada de eso te importó ni te importa. Jamás pensé que podrías controlar al Ejército de mis dominios. ¿Eres una bruja también? Dime, ¿cómo lograste persuadirlos? Ellos no siguen órdenes de nadie, tan sólo mías— Reclamó totalmente enfadado. —Lo siento Damián, pero esto no es obra mía, aunque así lo parezca. No entiendo por qué has hecho esto, pero que tendré que aprisionarte por tu propio bien. — ¿Qué? ¿Serías capaz de hacerlo? Si todo esto es culpa tuya. Los únicos traidores aquí son ustedes, tú, tu padre y ese hechicero. — ¿De qué hablas? Yo no te he hecho nada, jamás he conspirado en tu contra, ni ellos. Nunca. —Mientes, mi hijo, por ti mi hijo, ya no está. No tienes idea de cuánto mal has causado. Ya olvidaste todo el tiempo que compartieron de niños, ustedes crecieron juntos. ¿Qué pasó contigo? Hoy estabas a punto de casarte, parece como si no tuvieras sentimientos ni corazón. No te reconozco. Alexia, te quería como una hija, pero tú me diste la espalda y traicionaste a tu propia familia, nunca pensaste en las consecuencias. Cada una de sus palabras fue como cuchillos ensartados directamente a mi corazón. —No, Damián, tú no te diste cuenta, pero tu hijo se las arregló para acabar contigo y conmigo. Estas equivocado, aquí nosotros somos piezas únicamente para el camino de alguien más. Esteban me fue infiel y hay un fruto de esto, hay un hijo ilegítimo que es inocente. Dime, ¿quién traicionó a quién? Tú no puedes apoyar una causa tan falsa y vana como acabar sin motivos con mi padre y conmigo, éramos tu familia, pero casi lo logras y lo peor Damián, tu hijo está vivo, tú hijo vive.  Creo que él ha logrado hacer esta guerra, no sé en qué momento Esteban se convirtió en alguien irreconocible, pero tú culpas a las personas equivocadas. Damián quedó estupefacto con su mirada fija en mí, denotando mucho desconcierto.  —Tengo varios días buscando a Jon, es la primera vez desde que le conozco que no ha asistido. ¿Sabes algo de él? Sé que él también tiene que ver en esto. —La verdad, no puedo responderte— Respondí tratando de ser lo más convincente posible. —Sin embargo, Damián, esto ha sido algo grave. Muchos de nuestros soldados están heridos, se perdieron algunas vidas. Eso es algo irremediable. —Tú padre, él lo inició y tú lo seguiste. Sé que Esteban falló y entiendo que jamás podrá ser Rey de Halvard, pero en mis dominios es un Rey auténtico, y aunque te haya sido infiel, ese niño es inocente, es mi nieto, la sangre de mi hijo corre por sus venas. ¿No te das cuenta? Ya es un príncipe con el simple hecho de ser mi nieto. Yo esperé con toda alegría que fueras tú quien me diera esa inmensa dicha, pero no, jamás amaste a mi hijo, ni trataste de mantener tu acuerdo y tu deber. Mi hijo está muerto, y lo sé, no me engañes más. Ten más respeto por mi dolor, además sé que tu padre tiene a mi nieto, y se negó a entregármelo. — ¿Entonces, pretendías destruirnos por el niño? — Pregunté aún asombrada. —Más que eso necesitaba hacerte reflexionar por tu poca dignidad, no esperaste ni el luto debido. Imagino quien es el maldito que logró convencer a tu padre de que te casaras tan pronto, aunque intuyo que fue de tu propio gusto y a tu conveniencia. Además, a ti no te importó que Jon asesinara a mi hijo con tal de salvarte. — ¡Ya basta! Fue suficiente de reclamos— Dijo con voz fuerte Jon, descubriéndose el rostro. —¿Qué? ¿Tú aquí? —Sí, Damián, había un pacto que no respetaste y por tus acciones y acusaciones serás apresado hasta que logremos consensuar algún tipo de acuerdo contigo, además tu hijo no está muerto, y si muere no será por el filo de mi espada. Por lo pronto por favor— Ordenó haciendo señas al custodio de que se lo llevará. Jon nuevamente dio órdenes en otro idioma al maravilloso soldado que tenía sujeto a Damián. —Ya veo, tenía razón, tú eres la razón de todo. Sabía que tenías que ver con todo esto— Profirió totalmente afectado viéndolo de pies a cabeza de modo desdeñoso. Sin embargo, Jon no le respondió absolutamente nada. El mismo soldado lo tomó con fuerza empujándolo hacia la dirección del castillo. Nosotros los seguimos, al ingresar todos nuestros soldados daban voces de júbilo. Se escuchaba la alegría hasta donde estábamos. Atravesamos el puente levadizo o lo que quedaba de él, pero cuando se dieron cuenta de que se trataba del Rey Damián, todo quedó en silencio. Talión salió a nuestro encuentro, y se evidenciaba en su mirada cuan contrariado estaba. —Por favor, aprésenlo y déjenlo en los calabozos, hasta nueva orden y custódienlo. —Sí General— Respondió con el ceño fruncido. Damián oponía resistencia, pero aun así no logró impedir que Talión lo apresara y lo llevaran al calabozo. El soldado del Alba permanecía de pie ante nosotros erguido y quieto como un adorno de piedra, mucho más alto que Jon. —Aún no puedo creerlo, estaba convencida que se trataba de alguien más, no de Damián— Mencioné entristecida. —Todo esto es plan de alguien más. Pero gracias a Dios ya no es una amenaza. Me volví a él para verlo fijamente. Pero al contemplarlo con toda su atención en mí, sonreí. Su mirada denotaba mucha conmoción y devolvió una sonrisa. Nuevamente ordenó al ejército algo que no pude comprender y toda la legión se quedó firme haciendo una reverencia, quedando como estatuas, los pude ver detrás del puente levadizo perfectamente formados. — ¡Es increíble! — Exclamé maravillada. —Es su Ejército Princesa— Mencionó con gesto amable. —Creo que Damián ya lo comprendió. Pero de pronto su semblante se trastornó frunció la mirada con la vista perdida en la nada. — ¿Jon ocurre algo? — Pregunté muy alarmada. —Princesa, debemos volver, Nigromante me necesita. Asentí con la cabeza, totalmente consternada. —Por favor, cierren la entrada—. Ordenó antes de que diera grandes pasos con dirección a la barbacana. Lo seguí a toda prisa. Bruno lo esperaba relinchando amistosamente. Nuevamente nos trepamos en él, rápidamente estábamos de nuevo en el patio de armas. Ingresamos a la torre de homenaje dejando a Bruno en los jardines. Volvimos a la habitación donde se había quedado Nigromante junto a Esteban y mi padre. Jon ingresó antes que yo. Nigromante tenía a Esteban sujetado a unos grilletes que podía reconocer se parecían mucho a los que Jon había tenido colocados el día que Nigromante lo tenía cautivo en su estancia, pero mi padre no estaba a la vista. — ¡Lo lograste! — Mencionó Nigromante denotando mucho alivió en su semblante. —Sí, todo en orden. Dime, ¿cómo está? —Tuve que hacer mucho, Jon. Pero no pude liberar a Esteban. Aún está en trance, pero al menos está inconsciente. — ¿Crees que es inmortal? — Pregunté interfiriendo. Nigromante me clavó la mirada. —Eso parece— Respondió aún no muy seguro de sí mismo. —¿Y Alejandro? —Él se encuentra cautivo en su propia habitación no podía dejarlos en el mismo lugar. Él se encuentra más estable, pero tenía al parecer, el mismo embrujo que te hicieron con el Talismán, logré romperlo, pero está muy débil. —Te lo agradezco mucho— Contesté muy apenada. Pero él me sonrió dulcemente. —Esto es una encrucijada Jon. No puedo entender cómo Esteban ha tolerado la transformación, es imposible. Pero Jon se acercó al cuerpo de Esteban y alzó su mano con la palma extendida, cerrando sus ojos. Él cuerpo de Esteban estaba sujetado por cadenas de sus manos y tobillos, las cadenas provenían de las paredes muy bien ancladas. Me recordó a Jon, cuando lo visité en su alcoba luego de que lo azotaran por culpa mía. Se volvió a Esteban con el rostro inexpresivo. —No me gusta hacer esto, pero protege a Alexia. Tendré que averiguar qué pasa. Nigromante sagazmente me rodeo con sus brazos, y una luz tenue me envolvió. Ante mi vista, Jon se transformó, se convirtió en una sombra oscura, su aspecto se tornó radical, con los ojos chispeantes, parecía una entidad maléfica sin forma real, y se consumió hasta desaparecer y con él su espada. No podía emitir alguna palabra. Observaba todo a mi alrededor aún desconcertada. —No te preocupes, volverá pronto. Tan sólo apreté la mano de Nigromante en señal de mi respuesta. Esteban despertó de pronto fijando su vista a donde estábamos. — ¡Traidor! — Mencionó sumamente consternado. Pero Nigromante no dijo nada, observaba como yo. Frente a nosotros Jon tomó forma, pero esta vez tenía un aspecto demoniaco con su cuerpo torturado. —¡Dijiste que me matarías! Pero Nigromante le apuntó con su cetro a Jon y volvió a desaparecer.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD