Con una sonrisa y el corazón latiendo a prisa ingresé al interior del castillo. Pensando en qué hacía pocos instantes había estado tan bien acompañada, llegué prontamente al salón capitular sin que esa sonrisa se desvaneciera. Pero en el estrado miré a mi padre en compañía de otro caballero. No pude seguir de tan buen ánimo lo miré desconcertada. Al acercarme lo suficiente, pude mirar sus ropas extravagantes lo cual me evidenció que se trataba de alguien extranjero. De cabellos oscuros y tan alto como Jon o Nigromante, conversaba con mi padre. Al notar mi presencia mi padre, ambos se pusieron de pie, entonces miré el rostro bonito del caballero. —Hola, padre—Saludé mostrando una venia, sin poder evitar mi desconcierto. —Cariño, te estaba buscando. Ha venido el Príncipe Irvin desde