No fue nada fácil que Galimatías brincara hacia el puente levadizo hecho pedazos. Además, no podía mostrarle más cosas secretas a Damián.
Llegamos hacia el interior del castillo sin ser detectados por todos los soldados del Alba. Gracias a Galimatías, pudimos ingresar al castillo, sin que nadie nos viera.
En el salón capitular se oían cantos, pero horribles, parecía llamar entre lamentos y música a alguien o algo.
Damián aún seguía boquiabierto, horrorizado viendo alrededor.
—Damián, ya sabes, estarás detrás de esta puerta, mientras estés con el caballo nadie podrá detectarte— Expliqué quitándome la armadura. —Te quedará pequeño, pero póntelo, es para tu protección, encantarás a los soldados del Alba, cuando escuches esta señal, diré: LEVANTATE EJÉRCITO DEL REY DEL ALBA. Entonces tú
