— Pareces feliz— le dijo Albert en el momento en que Adán se fue. —Lo estoy padre. Puso sus manos en su cintura. —Hay un rumor de que podrías estar embarazada. Adán pidió específicamente agua para ti. Ella se rio. — Vaya, los chismes viajan rápido—le dijo ella—. Pero no hay bebé. —¿Cómo puedes estar segura? — Papá, vamos, si estuviera embarazada, e incluso sospechara, te lo diría, ¿de acuerdo? —Bueno. Estaba empezando a preocuparme de no ser tu persona favorita y esperaba tener algunos nietos. —Es posible que tengas... quince de ellos lo suficientemente pronto—dijo. —Luna…Sé lo que Adán está tratando de hacer, y espero que Maximiliano lo detenga—dijo refiriéndose al abuelo de Adán. —¿Por qué? — preguntó Luna. —¿Por qué estás en contra de esos niños? —No son tuyos. No son tu