—Odio los hospitales— dijo Luna. Ella había estado tratando de irse por más de una semana. El médico había pedido mantenerla en observación. La bala no causó ningún daño duradero y él creía que ella se recuperaría por completo. Todo estuvo bien. Sí, le dolía y tenía una cicatriz nueva en el estómago, que estaba vendada, y el vendaje se cambiaba a diario, pero incluso la enfermera estaba impresionada con su rápida recuperación.Su madre y hermana habían regresado de viaje y la habían visitado. —Todo el mundo odia los hospitales— dijo Adán, trayendo la silla de ruedas.Todos se habían sorprendido de que ella siguiera las órdenes de descansar. De lo que no se dieron cuenta fue que ella sabía que la clave para salir de este lugar era descansar. Cuanto más descansaba, más rápido se curaba y po