13 Elliot La veía entre divertido y curioso, no entendía porque me decía estas cosas. Fue su hermano el que la mandó a espiarme. —Vamos, así me espías de cerca y no andas subiéndote en lugares peligrosos, no me lo perdonaría —puse dramáticamente mi mano en el corazón. —¿Ves? Ya me agradas más. Solo falta que te gusten las motos —me dijo en tono de burla. —No, gracias me gusta mi vida como está. —¿Cómo está? —indaga curiosa. —Vivo, respirando —le expliqué. Me quité mis lentes y tomé mi chaqueta del respaldo de la silla para poder irnos a comer, puse mi mano en su espalda y la guíe fuera del lugar. La escuché reír todo el camino fuera del hospital lo que me sacó a mí una sonrisa. —¿Dónde quieres comer? —le pregunté cuando nos subimos en mi auto. —Donde quieras, no soy exigente —se e