CAPÍTULO III CAPÍTULO IIIEl camino era recto y tenía espesos bosques a ambos lados. Entonces en forma inesperada, comenzaron a aparecer algunos claros y Vesta vio surgir ante ella un edificio. ENo era una vista muy alentadora, pues era de madera, muy rústico, y su techo se sostenía en su lugar por medio de grandes piedras. A primera vista parecía una construcción abandonada, ya que la mayor parte de las ventanas no tenían vidrios y algunas estaban cubiertas con harapos. La expresión de Vesta debió revelar su sorpresa y el Conde le explicó: —Es una posada a donde sólo llegan los leñadores y algún cazador ocasional que ande persiguiendo osos o alces. Es el único lugar para descansar en todos los alrededores, pero no creo que prefiera seguir cabalgando de noche hasta Djilas. —No, por su