Capítulo 55

1389 Words
Maeve Desperté sintiéndome especialmente incómoda esa mañana, consciente de que en pocas horas tendría que enfrentarme a una clase con el profesor Rogers. La idea no me agradaba para nada. Con un suspiro pesado, me arrastré fuera de la cama y fui directo al baño. El agua caliente me ayudó a despertar y a disipar un poco la ansiedad por la clase y el encuentro. Me vestí de manera automática, optando por algo cómodo pero presentable, y mientras me cepillaba los dientes, escuché la puerta de mi habitación abrirse. —Te juro por dios Luca... —comencé a decir, saliendo del baño con la boca llena de pasta dental, esperando ver a Luca con alguna de sus entradas sorpresa. Pero me callé de golpe al ver a Clau parada en la puerta, una mano en sus caderas, mostrando una expresión de fingida molestia. —Pasas mucho tiempo con ese chico, —me acusó con una sonrisa juguetona en los labios. —Nos sentimos abandonadas... Su tono melodramático y la falsa tristeza en sus ojos me robaron una sonrisa, haciéndome ver cuánto extrañaba a mis amigas. —Ustedes son mis más mejores amigas del mundo mundial, —repliqué con una frase que solíamos decir de niñas. Justo entonces, Sarah apareció detrás de Clau, su sonrisa indicando que había escuchado mis palabras. —¿Noche de chicas hoy? —propuso, su voz llena de emoción. —Sí, me encanta la idea, —respondí, sintiendo cómo el día empezaba a mejorar solo con pensar en pasar tiempo con ellas. —Yo me sumo, —anunció una voz familiar detrás de ellas. Luca se materializó en el umbral, con su típica sonrisa traviesa. —Es noche de chicas, tonto, —rió Clau, golpeándolo en el brazo. —Sí, solas nosotras tres... —afirmó Sarah, uniéndose al gesto y golpeando a Luca del otro lado. —¡Son agresivas, eh! —exclamó Luca, levantando las manos en un gesto de rendición. —Ayúdame, Eve. Me reí ante el espectáculo, agradecida por la normalidad que mis amigos le estaban dando a mi vida. —Podrían empezar por salir de mi habitación, —les dije, fingiendo exasperación pero sin poder ocultar mi sonrisa. Cuando llegamos a la universidad, el ambiente estaba cargado con esa energía típica de una mañana normal. Luca y yo nos despedimos de Clau y Sarah, que se dirigían a otro edificio para su primera clase, mientras nosotros caminábamos a la nuestra. Al acercarnos al salón de clase, miré mi reloj. Habíamos llegado temprano, lo que era bueno para nuestro plan pero eso solo incrementaba mi nerviosismo. A través de la ventana de la puerta del salón, pudimos ver que el profesor Rogers estaba solo, organizando sus cosas en el escritorio. Luca y yo intercambiamos una mirada. Sabíamos que era ahora o nunca. —Bien, ve, —le dije a Luca, dándole un suave golpe en el brazo para animarlo. —¡Ay ya! Soy de carne y hueso y tus golpes duelen, —se quejó con una sonrisa, pero la tensión en su voz era evidente. Con un suspiro resuelto, abrió la puerta y entró al salón. Desde la puerta, observé cómo Luca se acercaba al profesor con una sonrisa. Comenzó a hablarle con su habitual carisma, pero la reacción del profesor fue todo menos la esperada. De golpe, Rogers se levantó y, con una rapidez alarmante, agarró a Luca por el cuello y lo levantó del suelo. Mi corazón se detuvo. Me sobresalté y, sin pensar, entré corriendo al salón. —¿¡Qué hace!? —grité, intentando aferrarme a los brazos del profesor para soltar a Luca. Él me apartó de un manotazo, golpeádome con fuerza, la piel de mi mejilla picando por el golpe y caí al suelo con un golpe sordo. —No vuelvas a intentar ese jueguito conmigo, murciélago, —gruñó, soltando finalmente a Luca, que cayó a mi lado con un golpe sordo. El profesor se movió hasta quedar de pie frente a mí, apuntándome con un dedo amenazador. —¡Y tú! —dijo entre dientes, su rostro desfigurado por la rabia, —si le dices esto a alguien, a tu noviecito o a cualquiera, la que sufrirá será tu madre, después iré por tus amigas y todos a los que quieres. El terror me recorrió mientras sus palabras salían de su boca, cada una como un golpe directo a mi corazón. La amenaza era clara y me dejó helada, incapaz de darle una respuesta. —Ahora los dos fuera de mi salón, —terminó con un tono que no admitía réplica. Luca y yo nos ayudamos a ponernos de pie y salimos del salón casi corriendo sin decir una palabra. Terminamos escondidos en la cafetería de la universidad, que a esta hora estaba vacía, dándonos un espacio privado para recuperarnos y planear nuestros siguientes pasos. Nos sentamos en una mesa alejada, Luca parecía especialmente pensativo, su frente fruncida en una mezcla de frustración y preocupación. De repente, extendió su mano y tomó mi barbilla, obligándome a mirarlo. Hizo un mohín con la boca, un gesto que habría encontrado cómico, pero que ahora solo servía para ponerme nerviosa. —Esto no le gustará a Kane, —susurró, haciendo un gesto de dolor cuando yo siseé. —Kane no puede enterarse, —respondí rápidamente, apartando su mano de mi rostro con un movimiento brusco. —Lo matará a él, después a ti por dejarte atrapar y meterme en este lío y después a mí por... Yo que sé. —Lo sé, lo sé. Fue estúpido de mi parte pensar que podría manejarlo tan fácilmente. No sabía que Rogers... Bueno, que reaccionaría así. —No es tu culpa, —dije llevando una mano a mi mejilla magullada. —Tenemos que ser más cuidadosos, —continué, mirando alrededor para asegurarme de que seguimos estando solos. —No podemos dejar que Kane se entere, al menos no hasta que sepamos cómo manejar esto sin que nadie salga herido. —Pero... —intentó discutir pero lo corté en seco. —¿Por qué crees que no funcionó la coerción? —pregunté, intentando entender qué había ido mal. —No lo sé, Maeve. Nunca me había pasado algo así antes, —admitió con un suspiro, su desconcierto evidente en su ceño fruncido. Un pensamiento alarmante cruzó mi mente, uno que me hizo vacilar antes de decirlo en voz alta, pero sabía que necesitaba sacralo. —¿Crees que tal vez él es... un cazador? —la palabra salió de mis labios con un peso que resonó entre nosotros. Luca se tensó al oír esa palabra. Su cuerpo se endureció, y por un momento, una sombra de miedo cruzó su rostro antes de ser rápidamente reemplazada por una expresión más neutral. —No, huele como humano, —habló después de un breve momento, sus palabras deliberadas, como si intentara asegurarse de su propia respuesta. —Pero he escuchado de algunos dispositivos que bloquean la manipulación de... nosotros. —¿Dispositivos? ¿Cómo es que alguien podría tener algo así? —mi voz llevaba un tono de incredulidad mezclada con un toque de miedo. —No estoy seguro, pero existen rumores. Algunos dicen que son desarrollados en secreto, quizás por los mismos cazadores, otros hablan de brujería y magia oscura, —explicó Luca, mirando alrededor nerviosamente, como si temiera que hablar de ello pudiera hacerlos aparecer. —Esto es serio. Si tiene acceso a ese tipo de... lo que sea, ¿quién sabe qué más podría estar planeando o a qué tipo de gente podría estar conectado? Luca giró su silla para enfrentarme, sus ojos, normalmente juguetones y llenos de calidez, ahora ardían con un fuego determinado que me tomó por sorpresa. —Estamos juntos en esto, Eve, —dijo con su voz teñida de un tono serio que rara vez usaba. —Averiguaremos qué se trae entre manos. —De acuerdo, entonces, ¿cuál es nuestro primer paso? —pregunté, dispuesta a pasar a la acción. Luca se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa. —Primero, necesitamos recopilar toda la información posible sobre estos dispositivos y cualquier conexión que Rogers pueda tener con grupos que puedan tener esos artefactos. Voy a contactar a algunos conocidos que podrían saber más sobre el tema y quién los está creando y distrayendo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD