Capítulo 54

1344 Words
Maeve Después de la cena, el regreso a mi apartamento se sintió excepcionalmente largo. Una vez dentro, dejé escapar un suspiro de alivio, sintiendo la familiaridad de mi espacio como un suave abrazo después de una noche llena de tensiones y preocupaciones. Apenas había abierto la puerta cuando mi mamá entró, siguiéndome con un paso ligero y animado que contrastaba con mi cansancio. —El nuevo profesor es guapo, ¿no crees? Tal vez podría pedirle a Jackie que me lo presentara, —comentó casualmente mientras colgaba su abrigo. Su tono era despreocupado, pero sus palabras hicieron que mi corazón se acelerara por todas las razones incorrectas. Luca, que había entrado de atrás y ya estaba cómodamente instalado en el sofá, levantó la vista y sonrió. —Eso suena excelente, —dijo con entusiasmo, siempre dispuesto a apoyar cualquier cosa que pareciera añadir algo de chispa a la vida social de alguien. Mi madre sonrió, complacida con la reacción, y se excusó para ir al baño. Aproveché la oportunidad para acercarme a Luca, que me observaba con una ceja levantada, percibiendo mi inquietud. —Luca, necesito que hagas algo por mí, —dije en voz baja, asegurándome de que mi madre estaba fuera de alcance auditivo. —¿Qué sucede, Maeve? —su expresión cambió a una de preocupación al ver la seriedad en mi rostro. —Necesito que uses coerción en mi mamá. Quiero que le hagas pensar que no quiere conocer al profesor, que lo olvide, —solté de golpe, la petición sintiéndose tanto desesperada como absurda en mi propia boca. Luca frunció el ceño, claramente sorprendido por lo que le estaba pidiendo. —¿Por qué haría eso? Ella parece encantada con la idea de conocerlo, —respondió, su voz llena de dudas. Tomé aire, sintiendo el peso de la verdad que aún no había compartido con nadie. —Él me chantajeó esta noche. Nos descubrió y me dijo que no diría nada sobre... sobre Kane y yo si me alejaba de Kane. Si mi mamá se acerca a él, no sé qué más podría hacer. No confío en él, Luca, y tengo miedo de lo que pueda pasar si él se involucra más en nuestras vidas, —expliqué, la preocupación tiñendo cada palabra. Luca me miró fijamente, procesando la información. Después de un momento, asintió lentamente, su expresión endureciéndose con determinación. —Lo haré, Maeve. Es por tí, y no dejaré que ese tipo cause más problemas, —dijo finalmente, su tono resuelto. Le agradecí con un abrazo rápido, sintiéndome un poco más aliviada. Mientras esperábamos que mi madre regresara del baño, no pude evitar sentirme agradecida por tener a Luca a mi lado, dispuesto a ayudar en las situaciones más extrañas y difíciles. Aunque una duda inesperada surgió en mi mente. Con una mezcla de curiosidad y temor, me volví hacia él mientras me sentaba en el sofá a su lado. —Oye, ¿qué consecuencias tiene usar la coerción en las personas? —pregunté, mi voz revelando mi ansiedad. Luca me miró fijamente por un momento, su expresión seria y pensativa. Luego, con una calma que me desconcertó, comenzó a hablar. —Bueno, podría causar una serie de trastornos, como enfermedades neurodegenerativas, pérdida de memoria a largo plazo, esquizofrenia... incluso podría derivar en la muerte, —enumeró con una naturalidad que me hizo palidecer instantáneamente. Mis ojos se abrieron de par en par, y sentí cómo el color se drenaba de mi rostro. ¿Cómo podía pedirle algo así sabiendo los riesgos? Justo cuando el pánico comenzaba a apoderarse de mí, Luca sostuvo mi mirada con seriedad por un momento más, antes de que su rostro se transformara con una carcajada profunda y resonante. —¡Estoy bromeando, Eve! —exclamó entre risas, mientras yo trataba de recuperarme del shock. —Lo siento, no pude resistirme. La verdad es que lo peor que podría pasar es que le dé una jaqueca después. Nada grave. —Luca, eso no ha tenido gracia, —le reproché, aunque una leve sonrisa traicionera comenzaba a formarse en mis labios. —Lo sé, lo siento, —dijo, aún sonriendo. —Pero tenías que ver tu cara. En serio, Maeve, coerción ligera como esta es bastante segura. No sabía por qué, pero confiaba en él y sabía que no haría algo que pudiera causar un daño real, mucho menos a mi mamá. —Está bien, confío en ti. Solo... intenta ser cuidadoso, por favor, —dije, dando por finalizado el tema, pero dejando en claro mi preocupación. —Siempre lo soy, —respondió él con una sonrisa tranquilizadora, sus ojos brillando con un entusiasmo que no entendía. Mamá finalmente regresó del baño, avisado que se iba a acostar. Sus palabras tenían un tono de cansancio que supuse que era una mezcla de la larga noche y el vino de la cena. Luca se levantó del sofá y se acercó a ella, tomando sus manos con un gesto suave que siempre había sido parte de su encanto natural. —Quiero que sepa que es muy especial para mí por el trato que me ha dado, aún así... —Luca hizo una pausa, suspirando con pesar antes de continuar. —A partir de ahora olvidará que conoció al profesor Rogers, —continuó, su voz baja pero firme. Observé cómo los ojos de mi mamá se nublaban ligeramente mientras escuchaba a Luca, su expresión suavizándose bajo la influencia de sus palabras. —Y si lo vuelve a ver, no le parecerá atractivo, —finalizó, con una certeza que dejaba poco espacio para la duda. Mi mamá asintió, su respuesta más una reacción automática que una decisión consciente. Sin decir nada más, se dio la vuelta y caminó hacia su habitación, su andar tranquilo y sin titubeos. Él se giró y se sentó a mi lado, la carga de lo que acababa de hacer era visible en su postura. —Gracias, —susurré, encontrando sus ojos. Luca, que había mantenido una expresión seria durante la coerción, permitió que una sonrisa traviesa tirara de la esquina de sus labios. —¿Cuál gracias? Me debes una probadita, —bromeó, la ligereza de su tono buscando aliviar la tensión del momento. Sin poder evitarlo, reí y le golpeé el brazo juguetonamente, agradecida no solo por su ayuda sino también por su intento de mantener el ambiente ligero. —Siempre consigues hacerme reír, incluso cuando probablemente no debería, —dije, sintiéndome un poco más relajada gracias a su presencia y su apoyo. Me volví hacia él, jugueteando nerviosamente con el anillo oculto bajo mi camiseta. —Luca, ¿crees que podrías intentar hacer lo mismo con el profesor Rogers? Para que olvide que nos vio a Kane y a mí juntos, —propuse, la idea formándose más como una esperanza que como un plan concreto. Él se encogió de hombros y me miró con una expresión inquisitiva. —¿Por qué no se lo pides a Kane? —preguntó, medio en serio, medio en broma. Rodé los ojos, la imagen de Kane enfrentando a Rogers de esa manera me hizo suspirar. —Porque de seguro Kane lo mataría primero y luego le haría la coerción, —respondí, intentando ponerle un poco de humor a la situación que, en realidad, no me parecía nada divertida. Luca soltó una carcajada, claramente divertido por mi descripción de cómo Kane manejaría la situación. —Eso sería bastante efectivo, supongo, —comentó, aún riendo. —Pero tal vez un poco extremo para nuestro problema actual. —Entonces, ¿lo harás? —pregunté, mirándolo con esperanza. Luca me miró, su sonrisa se suavizó y asintió. —Claro que sí, Eve. Cualquier cosa por ti... Y porque me dejes probarte, —dijo, guiñándome un ojo con picardía. No pude evitar reír ante su comentario, aliviada y agradecida por su disposición a ayudarme una vez más. —Gracias, Luca. Realmente no sé qué haría sin ti, —dije, sintiéndome más ligera sabiendo que tenía su apoyo. —Probablemente estarías planeando cómo deshacerte de un cuerpo ahora mismo, —bromeó.
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