Capítulo 16

1308 Words
Maeve La llegada de los policías hizo que la atmósfera ya cargada se volviera más real. Mientras colocaban las cintas amarillas alrededor de la escena del crimen, sentí cómo la realidad de lo ocurrido me golpeaba con fuerza brutal. Nos apartaron a un lado, donde los oficiales comenzaron a interrogarnos uno por uno. Estaba completamente devastada; la sensación de pérdida me envolvía tan fuertemente que mis piernas apenas podían sostenerme. Cada respiración era un esfuerzo, y cada parpadeo me recordaba que Dani ya no estaría con nosotros. Miré a mis amigas, quienes, extrañamente, parecían mucho más calmadas que yo. Sabía que Kane tenía algo que ver con eso. No entendía cómo lo había hecho, pero algo en sus palabras había calado hondo en ellas, modificando su comportamiento de una manera que me resultaba profundamente inquietante. Cuando llegó el momento de hablar sobre la noche anterior, Sarah parecía perdida, sus ojos fijos en el oficial como si luchara por recordar lo que debía decir. Fue entonces cuando Kane intervino suavemente, instándola a que no tuviera miedo y que contara todo lo que recordaba. Sarah comenzó a relatar detalles sobre el chico con quien Dani se había ido de la fiesta, pero lo hacía de manera tan mecánica y desapegada que daba miedo, como si recitara un guión. Cuando finalmente terminaron con nosotras y se llevaron el cuerpo de Dani, sentí como si un pedazo de mi alma se hubiera ido con ella. En ese momento, una necesidad urgente de entender la situación me llevó a confrontar a Kane. —¿Podemos hablar? —le pregunté mientras nos alejábamos de los demás. Él se detuvo, su mirada intensa y anticipatoria, como si ya supiera lo que iba a preguntar. —¿Qué les hiciste? ¿Por qué están así? —le interrogué, mi voz cargada de frustración y un temblor de ira. —Solo... —comenzó, suspirando pesadamente antes de continuar, —solo intenté calmar el ambiente, ángel. Es una forma de psicología para estos momentos... Pero yo no le creía, y él lo sabía. La mirada de desconfianza que le lancé era suficiente indicativo de mi escepticismo. —Bien, sea lo que sea que hiciste, quiero que lo reviertas. No es justo que no puedan sentir nada... —repliqué, mis palabras saliendo entre dientes, sintiéndome arrepentida de haberlo llamado en primer lugar. —No se puede hacer, ángel, lo siento —respondió, su voz un murmullo de resignación. Frustrada y necesitando alejarme, me volteé hacia mis amigas que estaban a pocos pasos de nosotros. —Chicas —dije, alzando la voz un poco para llamar su atención, —vamos a mi apartamento. Pasaremos la noche allí. Le lancé una última mirada a Kane, llena de hastío, antes de caminar hacia Sarah y Clau y tomarlas de los brazos. En mi mente, sabía que necesitábamos estar juntas, apoyarnos mutuamente, incluso si eso significaba llevar con nosotras el peso de las emociones que Kane había intentado suprimir en ellas. Llegué a casa y dejé que las chicas entraran antes de cerrar la puerta con llave detrás de nosotros. Clau, sin decir una palabra, se dirigió directamente a la cocina para preparar algo de café, mientras que Sarah se desplomó en el sofá, su cuerpo se hundió en los cojines como lo hacía siempre que venía. Justo en ese momento, mi teléfono vibró con un mensaje entrante. Profesor favorito: "No estés enfadada conmigo, ángel. Hice lo mejor que pude." Tomé una respiración profunda antes de responder, intentando equilibrar mi frustración con la necesidad de mantener la calma. Yo: "Solo... Dame algo de tiempo, ¿sí?" Profesor favorito: "Está bien, pero recuerda que no puedo estar tanto tiempo sin ti, meine." Rodé los ojos ante su mensaje, sintiendo una mezcla de irritación y anhelo antes de dejar las llaves y el teléfono en la mesa de la entrada. Decidí enfocarme en las chicas, esperando de alguna manera poder desbloquear sus emociones, hacer que sintieran algo más que este vacío aparente. Me senté frente a Sarah, quien miraba fijamente hacia adelante, su expresión inexpresiva. —Sarah, necesitamos hablar sobre Dani —comencé, mi voz suave pero firme. —Es importante que procesemos lo que pasó. Sarah me miró, y por un momento pensé ver un destello de algo más profundo en sus ojos, pero luego se desvaneció tan rápido como había aparecido. —Sí, es una pena lo de Dani —respondió con una voz monótona. No había dolor, no había angustia, solo palabras vacías. Volteé hacia Clau, quien se acercaba con una bandeja de café. Sus movimientos eran mecánicos, carentes de la calidez usual que la caracterizaba. —Clau, ¿cómo te sientes acerca de todo esto? —pregunté, esperando una reacción diferente. —Es triste, claro —dijo Clau, colocando una taza de café frente a mí y otra a Sarah. Su rostro estaba sereno, demasiado sereno. —Pero la vida continúa, supongo. La falta de emoción en sus palabras me cortó más profundamente de lo que esperaba. Me apoyé hacia atrás en mi silla, frustrada y confundida por su reacción. —Chicas, esto no es normal. Dani era nuestra amiga. Deberíamos estar... deberíamos sentir algo más que esto —insistí, mi voz elevándose un poco con la pasión de mis propias emociones. Sarah y Clau intercambiaron miradas, como si intentaran entender por qué yo estaba tan alterada. —Maeve, estamos bien —dijo Sarah, su tono intentando ser tranquilizador. —Realmente, estamos manejando esto de la mejor manera que podemos. La respuesta me dejó sintiéndome aún más desorientada. Sabía que algo no estaba bien, que las emociones de mis amigas estaban siendo reprimidas o controladas de alguna manera, y mi impotencia para ayudarlas me estaba matando. Necesitaba encontrar una manera de revertir lo que Kane había hecho, no solo por su bien, sino por el mío también. Decidida a romper el hechizo emocional bajo el que parecían estar mis amigas, comencé a hablar sobre los recuerdos que compartíamos con Dani. Me esforcé por recordar momentos felices, esperando encender algún chispa de emoción en ellas. —¿Recuerdan esa vez que Dani nos arrastró a ese concierto de rock al que ninguna quería ir? —comencé, esbozando una pequeña sonrisa mientras recordaba. —Y terminó siendo una de las mejores noches de nuestras vidas. Clau se rió suavemente, un destello de reconocimiento cruzó su rostro. —Oh, sí, ella consiguió que el vocalista nos firmara las entradas. Fue increíble. Sarah también sonrió, asintiendo con nostalgia. —Ella siempre sabía cómo hacer que las cosas fueran emocionantes, ¿verdad? Animada por sus reacciones, seguí recordando más historias, cada una llena de la alegría que Dani había traído a nuestras vidas. Hablamos de viajes que habíamos hecho juntas, tardes de estudio que terminaron en maratones de películas improvisadas, y pequeñas aventuras diarias que ahora se sentían preciosas y dolorosamente lejanas. Después de un rato, tomé una respiración profunda y les miré directamente a los ojos. —Y pensar que a partir de ahora no la veremos más... —mi voz se quebró y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. La realidad de que a partir de ahora no estaría más con nosotras me golpeó con toda su fuerza, y no pude contener más el dolor y el llanto. Las chicas, viéndome llorar, finalmente rompieron su compostura. Clau y Sarah se acercaron y me abrazaron fuertemente, sus propios sollozos uniéndose a los míos. Poco a poco, las emociones que habían sido reprimidas comenzaron a fluir libremente; la tristeza, el dolor, y el amor por nuestra amiga nos envolvieron a las tres. Juntas, lloramos por Dani, permitiéndonos finalmente sentir el peso total de nuestra pérdida. Aunque el dolor era abrumador, había un cierto consuelo en saber que ahora podíamos sentir, que podíamos llorar juntas y apoyarnos mutuamente en este oscuro momento.
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