Capítulo 36

1386 Words
Maeve —Bueno, tal vez deberíamos de pedirle permiso a tu querido novio para que puedas salir con nosotras... —sugirió Sarah con un tono burlón, balanceando su taza de café entre sus manos mientras una sonrisa traviesa se dibujaba en su rostro. Estábamos sentadas en la cafetería de la universidad, disfrutando de un breve respiro entre clases. El aroma del café llenaba el aire, mezclándose con el murmullo constante de estudiantes y profesores. La conversación giraba en torno a la fiesta que se celebraría en una de las fraternidades el próximo fin de semana. —¡Hasta donde hemos llegado! —exclamó Clau a mi lado, su risa era contagiosa, y pude sentir la calidez de su humor disipando cualquier tensión. —¡Oigan! Ya basta, él no es así... No tendrá problemas... —intenté defender a Kane, pero antes de que pudiera terminar, mi teléfono vibró sobre la mesa, interrumpiendo mis palabras. La pantalla iluminada mostraba un mensaje de él. Profesor Favorito: "Pues sí, tienes que pedirme permiso." Su mensaje acompañado por un emoji de carita sonriente, que no sabía cómo tomármelo. Yo: "No deberías estar escuchando..." Respondí rápidamente, un ligero rubor tiñendo mis mejillas mientras sentía la mirada de mis amigas sobre mí, curiosas. Levanté la vista y allí estaba, en la mesa de los profesores, su sonrisa ensanchándose mientras tecleaba su respuesta sin apartar los ojos de su móvil. Profesor favorito: "Deja de mirarme así..." Oh, así que quieres jugar... pensé, una sonrisa juguetona formándose en mis labios mientras mis dedos danzaban sobre el teclado del móvil. Yo: "¿Así como te miraba anoche? No sería profesional..." —Vamos, Eve, la fiesta será increíble, —insistió Sarah, arrastrando mi atención de vuelta al presente. Sentí unos brazos rodearme por detrás. Antes de que pudiera reaccionar, Luca levantó su cabeza y depositó un beso suave en mi mejilla, susurrando un saludo que envió una ola de tensión a través de la cafetería. —Luca, deja de provocar a Kane, —murmuré, intentando liberarme de su abrazo sin causar una escena. Con una risa despreocupada, él simplemente se encogió de hombros y tomó asiento a mi lado, desplegando una sonrisa encantadora que no logró disipar mi irritación. —Esta fiesta va a ser increíble, chicas. De hecho, creo que debería unirme a ustedes, —declaró Luca con un entusiasmo que parecía genuino. Sarah y Clau intercambiaron sonrisas cómplices, evidentemente divertidas por la dinámica que Luca traía siempre. Mientras tanto, yo no pude ocultar mi enfado. Aunque intentaba mantener la calma, la presencia de Luca, su proximidad, y su persistencia en estar con nosotras me hacían hervir por dentro. Mis amigas tal vez encontraran su comportamiento encantador o incluso divertido, pero para mí, cada acción suya estaba teñida de sus previas amenazas y avances no deseados. —No es necesario que te unas a nosotros, —dije, tratando de mantener mi voz lo más neutra posible, aunque mis palabras salieron más frías de lo que había planeado. Luca fingió estar herido, llevando una mano a su corazón y poniendo una expresión dramática. —Oh, pero Eve, ¿cómo puedo perdérmelo? Será la oportunidad perfecta para socializar y, ya sabes, fortalecer nuestra amistad, —replicó, su tono ligero pero sus ojos no ocultaban un brillo astuto que no me gustaba. —Él es mi primo, y nuestro amigo, debería ir, —dijo Sarah pasándole una mano en el cabello como si fuera un cachorro. Clau asintió, dejando en claro que a ella no le molestaba la presencia de Luca. —¿Ves, Eve? Todas me quieren allí... —puso una cara de cachorro triste que me llegó al corazón. —Esta bien, Luca. No es momento de bromas. Pero si vas a venir, es porque te comportarás, —respondí, clavando mis ojos en los suyos para enfatizar la seriedad de mi advertencia. Me sentí aliviada cuando finalmente fue hora de ir a clase, esperando poder escapar, aunque fuera temporalmente, de la complejidad que Luca había traído a mi vida. Mientras caminábamos hacia nuestras clases, él se mantuvo a mi lado, su presencia ineludible. Aprovechando la soledad momentánea del pasillo, decidió entablar una charla que a su parecer era de lo más normal. —No es muy ético eso de andar con un profesor, ¿no crees? —susurró con una sonrisa astuta. —Y menos aún si es un vampiro... Entonces, ¿por qué no me dejas probar un poco de tu sangre también? Le lancé una mirada que esperaba fuera suficiente para silenciarlo, pero sabía que no sería así. —Entre Kane y yo hay una relación. Lo que compartimos es algo íntimo, reservado para parejas... ya sean humano-vampiro o no. La irritación brilló por un momento en sus ojos, pero pronto fue reemplazada por una expresión de suficiencia. —Cuando Kane decida terminar con esto, estaré más que encantado de tomar su lugar, —murmuró, como si estuviera hablando de una certeza futura. —Eso no será posible. Kane no me va a dejar, —respondí con firmeza, tratando de terminar la conversación allí. —Ah, pero cuando estés vieja y marchita... —su voz se deslizó en un tono burlón, lleno de una confianza que no tenía derecho a ostentar. Me detuve en seco en el pasillo, sorprendida por su comentario. Hasta ese momento, la realidad de mi mortalidad frente a la inmortalidad de Kane no había sido algo en lo que hubiera pensado. El silencio entre nosotros se volvió pesado, cargado de un entendimiento no deseado. —Luca, —dije finalmente, mi voz baja pero clara. —Lo que Kane y yo tenemos va más allá de lo físico... Su sonrisa se ensanchó, un gesto que no alcanzaba a tocar sus ojos, que permanecían fríos y calculadores. —Veremos, Maeve, veremos. El tiempo tiene una forma peculiar de cambiar las perspectivas. Con eso, se alejó hacia su clase, dejándome sola en el pasillo con mis pensamientos repentinamente agitados. Mientras la última clase terminaba, las palabras de Luca todavía resonaban en mi cabeza, revolviendo un mar de dudas y miedos que prefería no haber despertado. Cada vez que el profesor explicaba algo, yo me encontraba perdida en pensamientos oscuros, imaginando todos los posibles finales de mi historia con Kane. La ira se mezclaba con el miedo, formando un nudo en mi estómago que no desaparecía. Al salir al campus, la luz del atardecer bañaba todo con un brillo dorado, pero yo apenas notaba la belleza de la escena. Mis ojos buscaron automáticamente a Kane, necesitaba verlo, asegurarme de que todo estaba bien entre nosotros, que las palabras de Luca eran solo veneno sin fundamento. Pero lo que vi no fue el consuelo que esperaba. Ada estaba allí, apoyada en un coche n***o, su postura elegante y segura. Mi corazón se aceleró cuando vi a Kane acercarse a ella después de despedirse de sus colegas con una sonrisa. Lo que Kane hizo cuando se acercó a ella no fue un simple saludo a una asistente, o a una vieja amiga, había algo más en su forma de tocarla, en cómo la tomó de la cintura y depositó un beso en su cabeza. Ese gesto, tan lleno de cariño y algo más, me cortó la respiración. Todo el campus parecía haberse detenido para observar ese momento, cómo el profesor sexy dejaba claro que estaba fuera de servicio, pero no por mí. Escuché el crujido de mi corazón quebrándose, un sonido silencioso pero ensordecedor para mí. Ada subió al coche con una gracia que me pareció irritante, y Kane la siguió después, cerrando la puerta con suavidad detrás de él. El coche se alejó, llevándose un pedazo de mí con él. Justo cuando las lágrimas amenazaban con escapar, Luca apareció a mi lado, su voz baja y sorprendentemente suave. —Lo siento, —dijo, y aunque sus palabras pretendían ser de consuelo, solo añadieron peso a mi ya abrumador dolor. No pude responder. No pude mirarlo. Solo corrí. Corrí lejos del dolor, de la traición, de la escena que acababa de presenciar. Corrí buscando un refugio en la soledad, donde las lágrimas pudieran fluir libremente sin testigos. Todo lo que Luca había dicho, todo lo que había intentado ignorar sobre la naturaleza de Kane, de repente se sentía dolorosamente real.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD